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La coalición de gobierno y la política económica

«Vamos a depender de la ayuda exterior y, por ello, hace falta una política presupuestaria que nos otorgue credibilidad»

Carmelo Tajadura

Hemos asistido recientemente a una de las mayores torpezas protagonizadas por un gobierno español desde la restauración de la democracia hace más de 40 años: el acuerdo con Bildu para derogar la reforma laboral . Ello ha puesto claramente de manifiesto que la mayoría «Frankenstein» para gobernar es inestable y/o inservible. Lo que abre serios interrogantes sobre cómo y qué se puede aprobar en materia de política económica, algo absolutamente fundamental una vez superada la fase aguda de la epidemia. Y que se concretará, especialmente, en el presupuesto para 2021 que debería ser remitido al Congreso en el mes de septiembre. Y antes aún el techo de gasto.

Porque no podemos seguir más tiempo con el de Montoro que, cabe recordar, era para 2018 y correspondía a una situación económica nada parecida a la que tenemos que afrontar actualmente. Vamos a depender de la ayuda exterior y, por ello, hace falta una política presupuestaria que nos otorgue credibilidad . Sin estimaciones «patrióticas» de ingresos y con un compromiso de ajuste a medio plazo en el déficit estructural que complemente la evolución natural del componente cíclico. Y que nos permita no tener que practicar ya en 2021 una gran reducción del déficit global, porque necesitamos evitarlo ante la magnitud de la recesión que se nos ha venido encima. Pero, para atajar el riego de otra crisis de deuda, la tolerancia fiscal no durará mucho tiempo y es básico que mostremos seriedad y nos orientemos hacia objetivos de equilibrio en el futuro.

Ello implica un plan de consolidación fiscal a medio plazo . Que debe incluir, indudablemente, actuaciones sobre el gasto no básico que, como nos decía el recientemente fallecido Alesina, resultan más efectivas que las de ingresos. Y, aunque en plena crisis no es aconsejable subir impuestos , acabará siendo inevitable cuando pase la fase recesiva. Los indirectos dañan menos la actividad económica y es en la tributación del consumo y medioambiental donde presentamos las mayores diferencias frente a Europa.

Pues bien, me parece que estas actuaciones no serán precisamente del agrado del vicepresidente segundo, más proclive a propuestas impositivas demagógicas y reacio a medidas que pudieran enajenarle a su parroquia. Así que me temo que ese tono de política presupuestaria, absolutamente necesario, nunca lo suscribirá el socio actual de coalición del PSOE. Y, probablemente, tampoco otros partidos extremistas necesarios para aprobarla.

Lo que a ellos les gustaría es un presupuesto con una importante subida del gasto y también de los ingresos, aunque esto último fuera sólo sobre el papel (que lo aguanta todo). Pero creo que nunca serían capaces de lograr el apoyo para ello del PNV y alguna otra fuerza regional, y quizás tampoco de ERC, aunque en este caso por ser un partido fuera de la realidad. Y, sobre todo, ese presupuesto provocaría que nos «corriesen a boinazos» en los mercados.

Por otra parte, es evidente que el fondo de reconstrucción europeo , vital para España, no será un regalo para este gobierno, sino que exigirá reformas estructurales serias y un control de su utilización. Esa condicionalidad podría maximizar las contradicciones en la coalición gobernante e incluso quebrar su continuidad.

En definitiva, sin el beneplácito de Bruselas que nos vigila y debe contribuir a la reconstrucción; del BCE, que mantiene baja nuestra prima de riesgo; y de los mercados, que nos tienen que financiar, España no aguanta y se abriría paso la intervención . Hay quien sostiene que ésta podría ser en realidad la mejor opción, porque no cabe esperar de nuestros políticos que hagan las reformas y ajustes necesarios, y es mejor que nos obliguen. Sin embargo, ello conllevaría sacrificios muy importantes.

La alternativa que queda es la única sensata, aunque no por ello probable en un contexto donde todo se utiliza como arma arrojadiza: romper la coalición de gobierno y pactar un presupuesto de emergencia para 2021 con C´s y, al menos, la abstención del PP. Acompañado o no de elecciones en el próximo año.

Es la hora de tomar decisiones difíciles. O esto o el riesgo de desastre.

Carmelo Tadajura es economista

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