Bruselas pone a España bajo el microscopio y se echa a temblar
Los inversores que todo lo ven, sea al tamaño que sea, ponen en cuarentena a España, planta de oportunidades de un gran almacén en derribo que es Europa. Otean una política vieja, regulación obsoleta y sin modelo de negocio, lo que deja a las empresas españolas contra la espada de Europa y la pared de Sánchez
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Iniciar sesiónSEMANA de Presupuestos. De «proyecto de» más bien, que aún faltan los apoyos para aprobarlos, ¡que ese será otro cantar! Pero, decía, una semana protagonizada por la presentación de una cuentas parapetadas tras imágenes y golpes de efecto redondianas más que de contenidos. Porque la ... impostada solemnidad con la que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias presentaban «su» libro amarillo al alimón no fue más que el enésimo acto de propaganda hueca entre dos dirigentes que, por distintas razones, necesitan oxígeno el uno del otro.
Era esta la primera vez que un presidente del Gobierno presenta junto a uno de sus vicepresidentes, el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado, ya impreso, y antes de que lo haya aprobado el Consejo de Ministros. Las nuevas formas –malas formas más bien–, de corte populista, de una coalición que se llama a sí misma progresista que desprecia unos mínimos en los protocolos de gobernanza. ¡Pero qué pintaba el señor Iglesias en la presentación del proyecto de cuentas para 2021!, ¿no es vicepresidente «tercero» de asunto sociales? ¿ha hecho él los números? ¿a ver si es que en lugar de «vice» es «co»? Algo de todo esto hay, mientras el resto de la humanidad, si eso, sigamos al otro lado de los plasmas sin poder decir ni mú, a la espera de la que nos espera.
Unas cuentas mentirosas, con un déficit público de más de 81.000 millones de euros, fruto de unos gastos de 236.331 millones y unos ingresos de 155.294 millones. ¡Mal empezamos si los primeros están tan por encima de los segundos! Un presupuesto además harto difícil de creer, por cuanto presenta un cuadro macroeconómico que no recoge las consecuencias de la segunda oleada de la pandemia –se elaboraron antes, si no es imposible que se hayan hecho con tan poca cabeza y lógica, al tun tún vamos– y porque en el capítulo de gastos no se contemplan ni la posible nueva ampliación de los ERTE a partir de enero, ni el aumento de las cargas por subsidios de desempleo en caso de que no se sigan utilizando estos expedientes temporales de empleo. ¿Quién en su sano juicio cree que todo irá a mejor con la ciudadanía –y por tanto la economía– en estado de alarma, a día de hoy, hasta mayo?
Y bajo ese lema revolucionario de «que paguen los ricos» –más de la parte comunista del Gobierno que de la social, aunque ya tanto monta...– lanzaban al ruedo a la ministra portavoz y de Hacienda a dar las oportunas explicaciones. Mucho, mucho, gasto –nos dicen que para contener los efectos draconianos del dichoso Covid-19 sobre la economía–, y subidas de impuestos para poder cubrirlo, pero solo a las rentas altas, no se preocupen, que tenemos un Gobierno muy progresista y social. Ahora que eso de recortar costes de ministerios –¡seguimos con 22!– o de sueldos públicos –¡al contrario, se suben el 0,9%, que el 2% de primeros de año a sus señorías les parecía poco y con lo que están trabajando por el país...!– nada de nada. Pero como subirán los impuestos a los que más tienen, con eso todos contentos, y en Europa, ni les cuento... bueno sí, luego les comento, porque aplaudiendo no están... Así, suben el IRPF a las rentas más altas, lo que solo va a suponer 144 millones para las arcas públicas; el impuesto de patrimonio, que reportará otros 329 millones (un tributo, por cierto, transferido a las Comunidades Autónomas y que en su inmensa mayoría no se aplica); también el impuesto de Sociedades, el que pagan las empresas, y con el que esperan recaudar 473 millones; a lo que se añade la «tasa Google» –que ni es una tasa, ni es a Google, es un impuesto a las empresas tecnológicas que luego repercutirán en los de siempre, los consumidores, claro, y si no al tiempo–; y un impuesto a los bancos, que se concreta en una tasa sobre las transacciones (o sea que lo pagarán también esos de siempre), y subida del impuesto del diésel (aunque Ciudadanos dice haberlo parado), y a las bebidas azucaradas… Todo puro marketing para dar impresión de gobierno progresista que va contra los ricos, bancos, empresas transnacionales... y que apuesta por ayudar a los más vulnerables con una vida además más saludable...
Unas cuentas públicas de números sin ton ni son,engañosas, que intimidaron nada más hacerse públicas a aquellos que se dejan «los cuartos». Los inversores, nacionales e internacionales. Dicen, literalmente, que no hay visibilidad como país. El Ibex a la baja el resto de la semana fue la confirmación. Jugando con fuego estamos.Todos. Una pantomima con ecos en una Europa que ha puesto a España bajo el microscopio desde el mismo momento en el que se decidió que se repartirían fondos –veremos– y a la que no le gusta nada la política que ve. El Gobierno es un avispero, fuera de él, otro igual.
Los inversores que todo lo ven han puesto en cuarentena a España, planta de oportunidades de un gran almacén en derribo que es Europa. Otean una política vieja, regulación obsoleta, y sin modelo de negocio, lo que deja a las empresas españolas contra la espada de Europa y la pared de Sánchez. Para echarse a temblar. Si eso, aplaudimos.
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