El asalto del Gobierno espanta a los fondos de Indra y retrae el interés por otras empresas
Los problemas de gobernanza que ha generado el Ejecutivo en el consejo no han sentado bien ni a los accionistas ni a los inversores. Las gestoras temen que La Moncloa repita la jugada en más compañías
El Gobierno dio inicio a su asalto a Indra el día en que decidió colocar a Marc Murtra como presidente. Un año después ha conseguido consumar sus planes de control total de la empresa, pero las consecuencias de todo ello todavía están por dilucidarse. ... Hay más incógnitas que certezas en torno a qué pasará con la compañía, con los inversores y con la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) . Por lo pronto, el balance no es nada bueno, porque el dinero es miedoso y maniobras como la que ha hecho el Ejecutivo de Pedro Sánchez dejan el buen gobierno corporativo de la firma por los suelos.
El primer mensaje del mercado al Gobierno por sus maniobras en Indra se produjo el 21 de mayo de 2021. Ese día las acciones de la tecnológica se desplomaron un 8%, después de que se filtrara que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) preparaba el cese del presidente de la compañía desde hacía casi siete años, Fernando Abril-Martorell. La salida del directivo se produjo días más tarde; colocó a Murtra, un afín. Y la acción de Indra se recuperó paulatinamente hasta que el Ejecutivo asaltó de forma definitiva el consejo de la compañía en la junta celebrada el pasado 23 de junio, donde propició la salida de cinco vocales independientes y se hizo con el control del órgano de gobierno de la compañía.
Al día siguiente, Indra cayó un 14,76% en Bolsa. Su peor resultado bursátil desde 1999. El parqué no recibió nada bien cómo actuó La Moncloa.
La junta de accionistas de hace unos días contaba ya con Amber Capital (dueño de Prisa) en el capital social de la compañía, y con Sapa. Dos grupos fundamentales para que la SEPI triunfara en su asalto, con propuestas de cese que fueron sorpresa al no figurar en el orden del día. Amber, Sapa y la SEPI se aliaron para que el Gobierno tomara el control. «La inmensa mayoría de accionistas no está de acuerdo con este atropello» , dijo entonces Alberto Terol, consejero independiente crítico y cesado.
Recuperación parcial
Desde entonces la acción se ha recuperado paulatinamente esta semana, aunque sigue bastante por debajo al momento previo a la junta. Los analistas ya alertan de que, a medio plazo, habrá una fuga de inversores que pasará factura a la acción. Una situación llamativa en una compañía que registró el año pasado máximos históricos en cartera, ingresos y flujo de caja libre, superando así los objetivos planteados para el ejercicio. Unos objetivos que, tal y como destacó Indra al publicar sus resultados, habían sido además revisados al alza en dos ocasiones durante el año.
Todo ello se ve eclipsado por el ataque a la gobernanza de la empresa urdido por la SEPI y sus socios, Amber y Sapa. La CNMV todavía investiga si todos ellos realizaron una acción concertada en la última junta de accionistas del grupo. Pero sea cual sea el resultado de esta investigación, el caso tendrá repercusión. Firmas de inversión como GVC Gaesco , Mirabaud y Kepler ya han cambiado sus recomendaciones de la compañía, pasando de ‘comprar’ a ‘mantener’.
Fuentes cercanas a fondos de inversión destacan que estos cada vez basan más sus decisiones en criterios ESG, requisitos medioambientales, sociales y de buen gobierno que debe cumplir una compañía para ser considerada una inversión sostenible. Por eso es tan grave una crisis de Gobernanza como la ocurrida en Indra. «Cualquier inversor que quiera rendir cuentas a sus accionistas en cuanto a criterios ESG se tiene que salir de compañías que atraviesan estas crisis», explican estas fuentes. Por el momento, el fondo soberano noruego, Norges Bank , ya ha mostrado sus dudas respecto a la maniobra de la SEPI. Mientras, Fidelity sigue reduciendo su exposición a la tecnológica y esta misma semana vendió el 1% de la compañía.
Desde hace un lustro hasta la actualidad, los grandes inversores toman cada vez más en cuenta el buen gobierno corporativo para hacer sus compras. Los fondos no quieren apostar por compañías que se ven envueltas en continuas polémicas por sus actuaciones internas o por hechos que dañen su reputación. Fuentes financieras señalan, por ejemplo, que las gestoras de fondos no vieron -ni ven- bien ninguno de los casos de empresas del Ibex 35 relacionados con el comisario José Manuel Villarejo ; en especial los ejemplos de Iberdrola y BBVA, que son los que han desatado más las alarmas y dañado más la reputación de las compañías.
Y el caso de Indra no trae consigo historias de espías y encargos oscuros pero sí movimientos que no gustan nada tanto a los accionistas de la empresa, entre los que se encuentran los fondos, como a otros inversores que pudieran plantearse entrar en la compañía. De hecho, hay accionistas institucionales que estos meses se han deshecho de su participación en Indra , ante la deriva que estaba tomando la empresa, y ahora celebran haberse adelantado a la crisis de gobernanza.
Miedo a más asaltos
Fuentes de un gran fondo de inversión ajeno a Indra destacan que ven con preocupación lo vivido en Indra, porque podría ser solo el aperitivo de otros asaltos en compañías en las que sí están presentes. Y cuando el gobierno corporativo no funciona, los fondos huyen ; y si están dentro de la empresa implicada, venden casi de forma inmediata.
«El conflicto con Indra reabre el debate de la inseguridad jurídica en España», añade otra fuente vinculada a fondos de inversión, quien asegura que «en España había tres empresas que interesaban mucho a los fondos porque siempre aseguraban retornos: Enagás, Red Eléctrica e Indra. Las tres se han politizado en los últimos años». En el mercado se pone énfasis además en destacar la profesionalidad de los consejeros independientes salientes de Indra, que serán «difíciles de reemplazar» en el consejo de la multinacional. Así las cosas, actuaciones del Gobierno como la acometida en Indra provocan que los inversores tengan más reticencias a entrar en compañías de participación pública. Por el rumbo que pueden hacer tomar a esas empresas, pero también por el riesgo de que la situación que se ha dado en la tecnológica se extienda a otras empresas semipúblicas.
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