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Alicia Asín: «Debemos ser más ambiciosos para que nuestras startups no se vayan de España»

La CEO y cofundadora de Libelium advierte de que hay que aprovechar los fondos europeos no solo como un «bálsamo inmediato» sino pensando también en el largo plazo

Alicia Asín cofundó Libelium, hoy presente en 120 países, con solo 24 años Olga Moreno
Laura Montero Carretero

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Todavía no había terminado la carrera de ingeniería informática cuando Alicia Asín fundó, junto con David Gascón, un compañero de facultad, la startup Libelium , especializada en dispositivos y soluciones vinculadas al Internet de las Cosas (IoT). La iniciativa que comenzó como una spin-off de la Universidad de Zaragoza en 2006 es hoy una multinacional consolidada con clientes repartidos por 120 países . Sus sensores se han instalado en cráteres para predecir el riesgo de erupción, han monitorizado el comportamiento de los koalas tras los incendios forestales en Australia e incluso han llegado al espacio formando parte del satélite ArduSat... un viaje empresarial de altura que ha hecho a su cofundadora merecedora, entre otros, del segundo premio para mujeres innovadoras de 2018, concedido por la Comisión Europea.

El IoT tiene un sinfín de aplicaciones. ¿En qué sectores viviremos los mayores cambios?

En la industria hay un abanico muy amplio que engloba desde la modernización de los procesos en las fábricas a la agricultura de precisión. Pero los mayores cambios se producirán en las ciudades. Incrementado por la pandemia, hemos visto la necesidad de que nuestras urbes sean más eficientes y afables a los ciudadanos. En este sentido, resolver los problemas de movilidad, gestionar de forma inteligente los aparcamientos e incluso ser capaces de medir los efectos de la contaminación ambiental para poder adoptar las medidas adecuadas son totalmente imprescindibles.

¿Los datos ofrecidos por el IoT pueden contribuir también a una mayor transparencia de las administraciones?

Rotundamente sí. A la ciudadanía nos vendría muy bien disponer de más indicadores por parte de nuestros alcaldes en el funcionamiento de la ciudad, es decir, que tengan KPIs como los directivos de cualquier empresa. Y, por otro lado, serviría para tecnificar algunas de las decisiones que se toman y evitar esa polarización a la que somos tan propensos.

¿Qué lugar ocupa nuestro país en el mapa mundial de las ciudades inteligentes?

Tuvo un empujón muy fuerte fruto de la crisis anterior, en la que las empresas grandes necesitaban innovar y buscar nuevos nichos de mercado, muchas startups querían ofrecer nuevas soluciones, y había imposibilidad de inversión en sectores clásicos, como el ladrillo, lo que hacía que todas esas startups tuvieran un ecosistema en el que poder crecer. Eso ha hecho que España, gracias también a los fondos europeos, haya tenido proyectos insignia y ocupe un lugar digno. De hecho, muchas veces digo que es el Silicon Valley europeo en lo relativo a ‘smart cities’ . No obstante, tenemos que seguir trabajando en mantener esa posición y hacer que no sea un liderazgo en pilotos, sino en proyectos con un despliegue masivo.

¿Qué otros retos quedan por superar?

Todavía hay un desconocimiento grande en la propia administración pública de qué servicios y tecnologías se pueden emplear y cómo alinear los recursos de los que dispone para instalar las aplicaciones y las tecnologías efectivas. Ahora España tiene la oportunidad de canalizar una gran cantidad de fondos europeos y las instituciones muestran sus preocupaciones, lógicas, de si tienen el nivel técnico para escribir los concursos necesarios y saber pedir lo que van a necesitar.

«En ‘smart cities’ aún hay mucho desconocimiento sobre los servicios y tecnologías que se pueden emplear»

¿Confía en que, al final, se canalicen bien los fondos?

No podemos permitirnos fallar. Todos los jugadores del ecosistema tenemos que poner de nuestra parte para aprovechar estos fondos no solo como un bálsamo inmediato que genere empleo sino, pensando en el largo plazo, en que sirvan para empezar a transformar nuestra economía y hacer que sea más dependiente de la tecnología y de los puestos cualificados, aprovechando todos los avances tecnológicos en beneficio de la mejora de la competitividad y la productividad de las empresas e instituciones españolas. Muchas veces tenemos startups financiadas por el CDTI que luego, por la imposibilidad de poner en marcha las iniciativas, acaban yéndose de España . Deberíamos ser más ambiciosos para que esos resultados se maximicen y se aprovechen también aquí.

¿Cómo afectará el acelerado avance tecnológico al empleo?

A largo plazo la tecnología siempre ha generado más puestos de trabajo de los que ha destruido. Ahora bien, las personas que pierden su empleo hoy no son las mismas que ocuparán puestos cualificados dentro de cierto tiempo. Si no se invierte en su reeducación y reciclaje difícilmente haremos esta transición de una manera suave.

¿Desde que cofundó Libelium hasta hoy detecta mayor vocación emprendedora?

Sin duda. En 2006 los recursos para emprendedores en el Gobierno de Aragón eran cursos de formación donde te encontrabas con personas que querían montar empresas tradicionales. Hoy, sin embargo, una ciudad media como Zaragoza tiene varias incubadoras especializadas, tantos públicas como privadas, ideas frescas con muy buena pinta... En aquel momento, además, los jóvenes querían ser funcionarios o trabajar en una multinacional por la seguridad y estabilidad mientras que ahora cada vez hay más gente que desea emprender.

Emprendedora al frente de una tecnológica. ¿Cómo ha sido la combinación?

He tenido la suerte de sentirme muy respetada y valorada en mi sector, pero eso no significa que no existan problemas para otras muchas mujeres que a lo mejor no han tenido la oportunidad de ser su propia jefa y tener una carrera sin límites. Por ello colaboro con la Asociación de Directivas de Aragón, desde la cual luchamos para que no existan techos de cristal ni brechas salariales.

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