entrevista
Jordi Clos: «Mis 21 hoteles tienen mi firma, para lo bueno y para lo malo»
El presidente de Derby Hotells Collection resalta la «valiosísima colección de arte» que ha recopilado a lo largo de años
patricia espinosa de los monteros
No, no es Indiana jones, aunque podría parecerlo. Es Jordi Clos, presidente de Derby Hotells Collection, una cadena que une una filosofía especial con una sensibilidad por el arte que ofrece a raudales a sus clientes. Ha creado la Fundación Arqueológica Clos, acometido varias campañas ... arqueológicas en Asia, Oriente Medio y el Museo Egipcio de Barcelona. Es uno de los coleccionistas de arte antiguo más importantes del mundo y su labor empresarial y de mecenazgo se ha visto reconocida con multitud de premios, el último, hace tan solo unos meses.
En su último libro, «Con la vida en los talones», que engancha desde sus primeras frases, describe una vida, una pasión y a una familia de luchadores con suerte. Narra su vida de niño con polio hasta su transformación en el gran empresario que es hoy, trotamundos tras el arte y desvela algunas claves de cómo se puede compaginar pasión con vocación.
—¿Primero egiptólogo o empresario?
—¡Siempre empresario! A los 6 años yo ya vendía Coca Cola hecha con gaseosa y regaliz. Y en el colegio distribuíamos el material de papel técnico de una fábrica de Bilbao. Siempre tenía proyectos y visiones de empresas.
—Así que ¿es usted muy fenicio?
—Sí (risas) desde pequeño, bueno con eso se nace.
—Y ¿por qué egiptólogo?
—Es la pasión de mi vida. A los 12 años, en el colegio, nos encomendaron hacer un trabajo de historia. Yo escogí las momias de Egipto. Era el año 62, me apasionaron y seguí investigando. Tuve la suerte de que a los 16 en un mercado de libros viejos encontré una colección de postales, mapas y sellos de un egiptólogo y sentí que había encontrado un tesoro, así que negocie con los anticuarios, lo conseguí comprar a un buen precio y ese fue el principio de esta colección mía. Mas tarde me decanté por económicas, pero como soy arqueólogo de corazón, me formé en cursos y seminarios y sigo haciéndolo, en Oxford . Y junto a Montse, mi mujer, que es arqueóloga creamos la fundación.
—¿Qué se está perdiendo?
—El patrimonio mundial de más de 20 siglos. Alepo era maravillosa y es una vergüenza que en el S. XXI estén destruyendo impunemente la cuna de la humanidad. En Egipto también hacen barbaridades. Intenté cercar con muros nuestra excavación para proteger los hallazgos. Los destruyeron y se llevaron todo lo que habíamos encontrado y lo que no habíamos depositado en el museo de Miniz, el trabajo de 25 años. Destruyeron todo menos la información que teníamos guardada. Aquí entra la polémica de si esas piezas halladas, verdaderos tesoros que llevan referencias sobre la historia de la humanidad, deben de quedarse en sus países de origen, siempre sobresaltados y a merced de gente sin escrúpulos o que viajen y se queden a salvo en países que al menos las conservan en condiciones. En El Cairo, en la sala de Tutankamon han desaparecido, que se sepan, mas de 60 piezas, figúrate en el almacén que están escondidas de las miradas del mundo el saqueo que debe de haber sufrido. Un autentico expolio. Y Siria es un drama irreconstruible.
—¿Y tenemos algo de egipcios?
—Posiblemente lo que mas me haya interesado de Egipto es su vida doméstica de 4000 años. Cómo la describían y cómo la transmitían, ese escriba que narra la vida cotidiana y familiar. Los documentos de prerrogativas matrimoniales de una pareja no tienen nada que envidiar a los actuales contratos prematrimoniales de las parejas hollywoodienses. Los consejos de un padre a su hijo que va a servir en el ejercito, aconsejándole que no sobresalga, para que sus superiores no le exijan demasiado. Toda esto es sabiduría de hace 4000 años. un inmenso legado en las artes, en las ciencias. Y ha llegado a nosotros.
—¿Y cómo define sus hoteles?
—Mis 21 hoteles tienen mi firma para lo bueno y para lo malo, tienen identidad propia o eso intento. Tengo 1000 empleados y ellos saben que soy accesible y que les escucho y a esta parte humana, le sumo algo que nadie me va a poder imitar y que es mi valiosísima colección de arte. He tenido la suerte de que durante 40 años he podido recopilar (esto me decía la directora del Louvre en una ocasión) piezas tan increíbles como la tumba de INI. Durante 20 años he ido comprando por todo el mundo las piezas de esa tumba saqueada en 1902 y las he recuperado en los más incomprensibles mercados y ahora la expongo en mis hoteles para que quienes se alojen puedan disfrutarlas como si estuvieran en sus casas. La colección del Urban, de Nueva Guinea Papúa es espectacular. Es la colección de Joaquin Folch, un gran empresario catalán, dueño de Titan y gran viajero, que estuvieron allí cuando no iba nadie y compraron estos tótems que pesan cada uno casi 2 toneladas y lo mas difícil, las trajeron aquí con 80 operarios. La mitad de esa colección está aquí en el Urban. La otra mitad está en el museo de las culturas de Barcelona. Tuve «la suerte» de que a la muerte de su padre, la hija de Folch tuviera que desprenderse de las piezas, pues no tenía ningún sitio donde alojarlas, por lo que me las vendió a mí y las compre justo cuando estaba haciendo el Urban, asi que comprendí que era allí donde debían de ir. Cuando murió Samaranch, tuve la suerte también de poder comprar algunos de sus cuadros (obras de Toulouse Lautrec o Picasso) y los tengo en el Astoria.
—¿Y ahora qué compra?
—Compro joyería como las tibetanas que tengo en el hotel Banque de París. Piezas de 1820 con turquesas y coral y una colección de una familia india de conchas blancas que habían desaparecido hace ya mucho y las encentré allí.
—¿Su idea del lujo?
—Para mi es el arte y poder observar que cualquier persona en cualquier cultura se emociona y tiene algo que decir. Y en los hoteles debes haber arte, porque a una persona que paga un montón por una habitación no le puedes dar en la pared una mala reproducción, es como si compras un Jaguar y lo tapizas en plástico en lugar de en piel, no puede ser.
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