tribuna
Economía: la política cuenta
El profesor del Iese José Ramón Pin Arboledas destaca que «la estabilidad institucional y política será decisiva para acabar con la plaga del desempleo»
Economía: la política cuenta
Cuando estudié me costó distinguir entre: política económica y economía política. Al cabo de un tiempo empecé a aclararme. La primera se refiere a las decisiones que toma el Gobierno para dirigir la economía. La segunda es la influencia mutua entre las instituciones políticas y ... la marcha de la economía. Los expertos saben la importancia para el crecimiento económico de la estabilidad política y la seguridad jurídica (la segunda muchas veces es consecuencia de la primera). En economía, la política cuenta.
Y eso es necesario ponerlo en valor en España ahora. La estabilidad política de 2012 y 2013 ha tenido un efecto balsámico sobre nuestra economía. La mayoría absoluta ha permitido al Gobierno tomar medidas valientes, al tener asegurado el apoyo parlamentario. Las dos más importantes: la reforma laboral y la reforma del sector financiero . Para la primera era necesaria la solidez interior. Para la segunda el apoyo del Eurogrupo que concedió a la banca española hasta 40.000 millones de euros ; seguro que optó por esa solución sectorial, en lugar de un «rescate» a la griega, portuguesa o irlandesa, por la confianza en el Gobierno español y su política económica.
Pero si la recesión parece finalizada, la depresión no. La primera se caracteriza por dos trimestres consecutivos de decrecimiento del PIB. La segunda por crecimientos bajos, incapaces de crear puestos de trabajo. En 2014 se espera que se crezca por encima del 1% y se empiece a crear trabajo, pero no de manera importante; queda mucho por hacer.
Y, para ello, la política y la estabilidad institucional contarán. El Gobierno debe seguir tomando riesgos políticos cara a unas elecciones: primero europeas , segundo autonómicas y municipales, ¿catalanas?, y luego las generales. Un panorama que con las encuestas actuales pondría nervioso a cualquier partido en el Gobierno.
España no puede depender de ese nerviosismo. Hay que acabar la reforma de las Administraciones Públicas . Las mareas blancas, verdes y de todo tipo, que no pueden, no deben, eliminar el rigor en la acción del Gobierno. La eficiencia de toda una economía depende de la de su Administración Pública. Retrasar los cambios necesarios es algo malo. ¿Se atreverá el Gobierno a enfocarla de verdad ante la avalancha de manifestaciones de quienes necesariamente verán su futuro con más incertidumbre? Aquí la decisión política es clave.
Este mes la comisión de expertos presentará sus conclusiones sobre la reforma tributaria . Es una de las piezas que faltan para cuadrar el conjunto de las reformas. Parece que tendrá carga electoral, dado que se ha retrasado a la segunda mitad de la legislatura ¿Es lo mejor para una de las claves económicas del Estado? No lo parece, pero esa es otra de las pruebas de que la política importa y mucho en el funcionamiento de la economía.
Tampoco se puede estar alargando eternamente la incertidumbre ante el dilema de si soberanismo sí, o soberanismo no . Si hay que pactar algo que se haga cuanto antes y se despejé el panorama. Los encastillamientos son malos para todos, y la generosidad buena para el conjunto. Las patronales, que dicen razonar sólo en economía, ya han dado su veredicto: cuanto antes mejor, y sin veleidades separatistas. Son conscientes de que en la economía, la política cuenta.
En resumen, queda mucho por hacer, y se corre el riesgo de que las decisiones políticas pueden primar sobre las económicas. Es el runrún que desde Genova 13, la central partidaria, seguro que se envía a la Moncloa, la sede del Gobierno. ¿Cómo conseguir la sinergia entre ambos aspectos de la actividad gubernamental? Y todo ello dentro de una Europa también convulsa , donde Italia mantiene su inestabilidad política tradicional, junto a su tranquilidad económica, también secular.
La prima de riesgo italiana es superior a la española por la diferencia de estabilidad institucional. Italia está acostumbrada a veleidades políticas y su economía no depende tanto de las decisiones del Gobierno, como la española. La diferencia en su desempleo lo demuestra (13% italiano frente al 26% español). Durante todo el siglo XX la industria exportadora del norte italiano se desarrolló con fuerza, a pesar de los constantes cambios de Gobierno y elecciones continuas. El milanesado, de origen austriaco, circula por la sangre de la mitad septentrional de esa otra península con más fuerza de la que se piensa.
Pero España no es Italia. El Gobierno y las Administraciones influyen mucho en la economía. Hasta las eléctricas dependen del BOE para cuadrar sus cuentas. Mucha sociedad hispánica se acostumbró a la subvención y el cabildeo. Andalucía es un ejemplo de cómo una Administración puede adormecer a un territorio de ocho millones de habitantes. ¡Asombroso!
Por eso, tanto los políticos españoles, como votantes, tienen que ser responsables. La estabilidad institucional y política, los Gobiernos con suficiente mayoría parlamentaria, serán decisivos para acabar con la plaga del desempleo. 2014 y, sobre todo 2015, dirán si somos tan prudentes como hemos demostrado desde 1977, cuando instauramos la democracia.
Ver comentarios