entrevista
Martin Feldstein: «España debe bajar su gasto público, reducir el IRPF y subir el IVA»
El catedrático de Economía de la Universidad de Harvard cree que «el mejor estímulo para Europa sería depreciar el euro para ganar competitividad frente al exterior»

Gran parte de la evolución de la economía norteamericana de los últimos treinta años ha tenido como consejero a Martin Feldstein (Nueva York, 1939). Catedrático George F. Baker de Economía en la Universidad de Harvard y asesor económico de Ronald Reagan, George W. Bush y Barack Obama, Feldstein no es sospechoso de pedir estímulos: con Reagan fueron famosas sus disputas para intentar controlar el déficit público, una lucha que desembocó en su dimisión en 1984 como responsable de los asesores económicos del expresidente, que optó por bajar impuestos y disparar el desequilibrio fiscal de EE.UU.. «En el caso de España, bajar impuestos estaría bien, pero mejor aún sería hacer una reforma fiscal para no disparar el desequilibrio entre gastos e ingresos», apunta. Eterno crítico de la Eurozona, en una entrevista en la madrileña Fundación Rafael del Pino apunta que la mejor medida para el Viejo Continente es depreciar el euro: la devaluación, sólo interna, no es suficiente.
—¿Qué le parecen los últimos movimientos del Banco Central Europeo?
—Especialmente ahora, que Europa tiene una inflación muy por debajo del 2%, es necesario que los tipos de interés estén cercanos a cero y una bajada al 0,25% es una buena noticia . Eso sí, si bien bajar el precio del dinero va por el buen camino, lo urgente es que termine la fragmentación financiera entre las pymes continentales a la hora de pedir un crédito. El problema con países como España y la mayor parte de Europa es que tienen enormes déficits públicos y poco crecimiento. Y estímulos fiscales, como bajar impuestos o aumentar el gasto público para reactivar la economía, agravaría los déficits, lo que a fin de cuentas aplazaría el problema para el futuro. Hay que cambiar la estructura de los Estados. Se debe intentar bajar los tipos marginales del IRPF, recortar el gasto público y subir el IVA. Eso estimularía la actividad y mantendría el equilibrio fiscal.
—¿Qué piensa de la mejora de los indicadores de la economía española?
—Parece ser que el PIB está creciendo un poco y para el año que viene habrá un 1% más, que no es suficiente, pero es una mejora. Es cierto que las exportaciones están aumentando lo que es una gran noticia, pero esto no crea muchos puestos de trabajo. Que el automóvil, el sector químico o el farmacéutico vendan más es una buena noticia porque es PIB de alto valor añadido, pero no es suficiente. El empleo sólo puede venir de las pymes, que son las que aportarán el PIB que falta. Es por ello que deben vender más al exterior que antes, algo que no hacen. El problema es que para dar el salto al exterior es necesario que puedan acceder al crédito. Y los bancos están en pleno proceso de desapalancamiento y provisión de capital, exigido por Basilea, que agrava la situación de las pequeñas y medianas empresas.
—¿Cree que la unión bancaria solucionará esto?
-No. La unión bancaria llevará a una supervisión común de los bancos, algo que indirectamente ya ocurre: lo hemos visto con la asistencia financiera a España. Pero una verdadera unión bancaria significa que las entidades con problemas se recapitalicen a nivel europeo. Para esto aún no hay acuerdo y esta es la clave, junto a que haya un fondo de garantía común para todos los depósitos. No veo a Alemania o a otros países dando estos pasos.
—Entonces ¿qué medidas necesita Europa para que fluya el crédito?
—Lo que Europa requiere es un euro más competitivo y débil. Uno que equivalga a 1,10 o 1,20, dólares y no los más de 1,30 de ahora. ¿Qué ventajas tendría esto? Más ventas al exterior porque en la conversión con otras monedas los productos europeos serán más baratos. Menos importaciones, ya que las compras de fuera se encarecerán. Esto traerá un efecto sustitución por bienes continentales que beneficiará al tejido económico europeo. Y mejorará la balanza de pagos y estimulará la demanda, lo que pondrá a los gobiernos en una mejor situación para continuar con la reducción del déficit público. España, por ejemplo, tiene ahora un superávit comercial pero muy pequeño. Un euro más débil haría que tuviera una mejor posición con el exterior y mayores ingresos, lo que sería una buena noticia para afrontar su desequilibrio fiscal y bajaría el peso de la deuda española sobre el PIB.
—Es decir, la devaluación interna por sí sola no es suficiente: es necesario la externa...
—Es muy duro un proceso de devaluación interna, sobre todo cuando la inflación está tan cercana a cero, ya que significa que el ajuste se limita a una bajada de salarios. España ha aprobado bastantes buenas reformas: la de las pensiones, que adecúa el sistema para que deje de ser una fuente de déficit futuros. También está el sector sanitario, que es la gran asignatura pendiente del mundo desarrollado, y en el que hay que promover que la población pague algo más cuando utilice el sistema, para que no dependa sólo de los presupuestos y sea sostenible.
—El debate en Estados Unidos es el opuesto: cómo retirar los estímulos monetarios.
—La Reserva Federal hizo un muy buen trabajo al comienzo de la crisis. Entendió que una política monetaria ortodoxa no era lo adecuado en ese momento. Fue por ello que otorgó garantías y fondos para que el mercado financiero e inmobiliario funcionase. Pero no lo suficiente como para generar crecimiento genuino. A medida que no llegaron los estímulos fiscales, aumentaron las inyecciones monetarias, pero el impacto en el PIB ha seguido siendo poco significativo. Y este aumento de riesgos puede ser una fuente futura de problemas.
—¿Qué puede cambiar con la nueva presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen?
—Ella reducirá los estímulos de forma más gradual que lo que Bernanke hubiera hecho. Pero aún hay probabilidades de que la retirada comience antes de que acabe el año. Sería lo apropiado.
—¿Hay riesgo de que se formen burbujas?
—Ya hay burbujas. El peligro nace cuando se producen subidas consecutivas en Bolsa en un momento en el que el crecimiento del país no las justifica, porque cuando se acaben los estímulos y se suban los tipos de interés habrá pérdidas. Lo que no sabemos es cuántos de estos activos están en instituciones ya endeudadas. En estos casos los daños serán fatales.
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