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Las mujeres más determinantes en la economía mundial

Aún son pocas, pero resultan decisivas. Con pulso firme y decidido, algunas líderes internacionales marcan el camino a seguir

F. P. M / j.v
Actualizado:

Aún son pocas, pero resultan decisivas. Con pulso firme y decidido, algunas líderes internacionales marcan el camino a seguir

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  1. Janet Yellen, la primera mujer presidenta de la Reserva Federal

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    Janet Yellen será la primera mujer en dirigir la Reserva Federal (y la primera demócrata desde la época de Reagan). El miércoles, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la nominó como candidata para presidir la Fed cuando acabe el mandato de Ben Bernanke el próximo 31 de enero, que el Senado aún debe refrendar, aunque ya hay acuerdo.

    La actual vicepresidenta de la Reserva Federal fue una de las pocas voces que alertó de la crisis que se podía originar en Estados Unidos derivada de la exposición de algunos bancos a las «hipotecas basura». Esta prestigiosa economista tiene por delante la misión de realizar la gradual salida de la política de estímulos llevada a cabo por la Fed, el sistema bancario central de los Estados Unidos.

    La marcha atrás en las políticas expansivas es inevitable, y de cómo se marquen los tiempos y de la elaboración de un calendario definido dependerá en buena manera la evolución de la economía mundial, pero en cualquier caso Jellen parte como una «paloma». Es lo que en la jerga de la Fed significa que está especialmente preocupada por el desempleo, frente a los «halcones», más concentrados en controlar la inflación y detractores por tanto de las medidas de estímulo con las que la Reserva Federal ha apuntalado la economía en los últimos meses. Una posición en la que se encuadraba el que partía como gran favorito en la carrera por el relevo de Bernanke, el ex secetario del Tesoro Larry Summers.

    La trayectoria profesional de Yellen, de 67 años, está plagada de honores y reconocimientos, y el Nobel Joseph Stiglitz afirmó recientemente al expresar su respaldo a su candidatura frente a la de Larry Summers que había sido «una de las mejores alumnas» en su casi medio siglo de enseñanza. Doctora en economía cum laude por la Universidad de Yale en 1971, ha sido profesora en centros tan prestigiosos como Harvard, London School of Economics y Berkeley, donde comenzó a dar clase en 1980 y que recientemente le otorgó el título de profesora emérita. Aparte de su trayectoria académica, ha desempeñado cargos en la Administración como presidenta del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca bajo el mandato de Bill Clinton entre 1997 y 1999, antes de su amplia experiencia en el seno de la Reserva Federal.

  2. Angela Merkel, la canciller marca el ritmo de Europa

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    Su gestión de la crisis europea podrá ser discutida y discutible, pero su liderazgo y su poder están fuera de toda duda. Recientemente, la revista Forbes la eligió como la mujer más poderosa del mundo por tercer año consecutivo. Hija de un pastor luterano e ideológicamente filocomunista en su juventud, estudió física y trabajó como investigadora en la Academia de Ciencias de la RDA. Nunca se sabrá hasta donde pudo haber llegado su carrera científica, pero tras la caída del muro de Berlín, Merkel comenzó una actividad política que le ha llevado a convertirse en la mujer que ha tomado las riendas del Viejo Continente en uno de los momentos más convulsos de su historia. Y sin especial carisma, pero con una constancia decididamente germánica, ha afrontado el reto sin que su pulso temblara.

    Su apuesta por la austeridad y el rigor presupuestario ha tenido numerosos detractores, y su manera de afrontar las crisis de los países periféricos ha venido determinada en buena manera por sus necesidades electorales, pero la canciller ha demostrado siempre una firmeza impermeable a críticas y admoniciones apocalípticas. Su reciente victoria en los comicios legislativos, la tercera, podría marcar un cambio de rumbo en la rígidas directrices macroeconómicas que la canciller ha impuesto en Bruselas en los últimos años . Pero nadie debería esperar un giro brusco mientras la que siga sujetando el timón de la nave europea sea esta dama de hierro germana.

  3. Christine Lagarde, hierro envuelto en seda para el FMI

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    Rodeada por la polémica y a los mandos de un organismo, el Fondo Monetario Internacional, permanentemente en el centro de la diana de las críticas por su gestión de la crisis y su falta de capacidad para anticiparla, el papel de la francesa Christine Lagarde no es precisamente fácil. Desembarcó en el FMI después de que el también francés Dominque Strauss-Kahn abandonara implicado en escándalo sexual. Y una de sus primeras decisiones fue la de subirse el sueldo un 11% nada más acceder el cargo, una medida que contrasta con el reciente consejo del organismo de reducir un 10% los sueldos en nuestros país .

    También se ha visto implicada en el caso Tapie , acusada de «complicidad en falsedad de documento público y malversación de caudales públicos». Se investiga el periodo en el que Christine Lagarde era ministra de Economía en el Gobierno de Nicolás Sarkozy por un pago de 403 millones de euros al empresario Bernard Tapie, conocido por su amistad con el expresidente de la república francesa.

    Bajo su mandato, el FMI ha seguido ofreciendo desorientadoras previsiones y tomando algunas decisiones cuando menos controvertidas, pero al menos ha aflorado un ejercicio tan sano como inusual como es el de la autocrítica. Así, el economista jefe, Olivier Blanchard, reconocía a comienzos de año el «error» cometido por el organismo internacional a la hora de recomendar recortes a los gobiernos europeos, ya que no supieron entender que el compromiso de las autoridades con la austeridad acabaría con el crecimiento. El aserto del más vale tarde que nunca también se puede aplicar a su reconocimiento de los «notables fallos» que el organismo cometió en el diseño del primer plan multimillonario de rescate heleno , y que agravaron la recesión del país. Aseguran que es una negociadora hábil que combina la energía y la decisión con la sutileza y un reconocido poder de persuasión. Mano de hierro en guante de seda para guiar a la economía mundial hacia el camino de salida de la crisis.

  4. Dilma Rouseff, la técnica con carácter

    reuters

    Como en el caso de otras muchas mujeres con poder, la presidenta de Brasil tiene fama de poseer una personalidad fuerte y algo autoritaria, rasgos que casi nunca se destacan en las biografías de los hombres que ocupan puestos de máxima responsabilidad. «No me critican por ser dura, sino por ser mujer», ha asegurado en alguna ocasión Roussef. En cualquier caso, es necesario atesorar cierto carácter para guiar los pasos de un país de más de 190 millones de habitantes que vive en un continuo crecimiento económico distorsionado por las desigualdaes sociales. Y otra ración extra para intentar mesquivar la alargada sombra de su carismático antecesor y mentor, Luiz Inácio Lula da Silva.

    Nacida el 14 de diciembre de 1947 en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, Roussef es hija de un inmigrante búlgaro y de una ama de casa brasileña y formó parte de varios grupos armados que operaban en la clandestinidad contra la dictadura militar entre 1964 y 1985. Roussef era un nombre desconocido en la política brasileña hasta que a finales de 2002 Lula la nombró ministra de Minas y Energía. Su carrera fue meteórica y en solo ocho años llegó al Ministerio de Presidencia y a convertirse en la líder de la gran esperanza emergente. Aunque ha suavizado su imagen en los últimos años, el perfil de Rousseff siempre ha sido más técnico y pragmático que político, el de una funcionaria de máxima eficiencia y extremado tesón, el mismo que le llevó a librar y ganar una dura batalla contra un cáncer linfático o a soportar las torturas durante la dictadura. Y ahora a gestionar un gigante que a veces parece avanzar a grandes pasos sobre pies de barro.