Tribuna
Guy Sorman: «Con Merkel, se impone la razón: mucho mejor para España»
El autor defiende que «cualquier reforma del tipo de las realizadas en España acaban por restablecer el crecimiento y el empleo»

Christine Lagarde, la directora gerente del FMI, que se parece cada vez más a una maestra de escuela severa, le gusta repartir en público notas buenas y notas malas. Durante una reunión de economistas en Nueva York el lunes pasado con motivo de la Asamblea General de Naciones Unidas, a Lagarde le pareció oportuno recompensar, virtualmente, a Angela Merkel por su éxito electoral del día anterior y al Gobierno español por sus reformas «estructurales» . Su discurso estudiado y redactado previamente por sus asesores resultó sorprendente y poco sincero porque estas dos recompensas no se correspondían realmente con las recomendaciones habituales del FMI.
Esta institución tecnocrática, de dudosa legitimidad , con un pasado plagado de errores y de infamias y dirigida por una jurista incapaz siempre ha apoyado unas políticas llamadas de reactivación mediante el gasto público. Esta preferencia keynesiana refleja sin duda la contratación de personal del FMI, que está compuesto por funcionarios sin ninguna experiencia en el mundo de la empresa. Sin embargo, la reactivación por medio del gasto público es lo contrario de lo que hacen Alemania y España . La señora Lagarde y su camarilla se ven obligados a reconocer el éxito de unas políticas contrarias a sus ordenanzas. Lo que llamamos el modelo alemán , y que más bien deberíamos llamar economía racional, genera unos resultados concretos, mediante el crecimiento y la recuperación del empleo, mientras que las experiencias llamadas keynesianas no ofrecen ningún resultado concluyente.
Lo más tranquilizador de esta experiencia alemana es la aceptación renovada por parte de los ciudadanos de una política económica no demagógica, basada en la estabilidad de la moneda, la flexibilidad del mercado de trabajo , la búsqueda incesante de la calidad técnica , la diversidad de la exportación y la moderación de los salarios. Al confirmar el mandato de Merkel, los alemanes han aprobado una economía que funciona en lugar de unas promesas económicas que no funcionan nunca. Evidentemente, la memoria económica de los alemanes, atormentados por la hiperinflación , ha sido útil para la canciller, así como el conocimiento de la ciencia económica básica por parte de la población alemana y, finalmente, hay que subrayarlo, el talento pedagógico tanto de la canciller como de sus predecesores, incluso los socialdemócratas.
Por tanto, Angela Merkel ha obtenido un mandato sin ambigüedades para continuar una política, estúpidamente calificada por algunos analistas incultos o deshonestos de austera o rigurosa. Esta política sólo es rigurosa para limitar los gastos del Estado cuando son inútiles y del Estado de bienestar cuando desincentivan el trabajo. Angela Merkel también tiene un mandato para difundir la economía racional más allá de Alemania, en el conjunto de Europa, y para consolidar las instituciones financieras de la eurozona. No lo logrará ni traicionando a su opinión pública ni violando la soberanía de los Estados nacionales, ni tampoco creando un súper-banco europeo que emitiese de inmediato obligaciones europeas, sino acercando progresivamente las normativas nacionales, lo que, al final, permitirá a cada Estado emitir euros y obligaciones en euros (eurobonos) de un valor equivalente. No nos dirigimos a marchas forzadas hacia una Europa alemana que los pueblos no quieren , sino hacia una Europa racional en la que un bono del Tesoro en euros emitido en Alemania tendrá la misma legitimidad y tendrá el mismo tipo de interés que un bono del Tesoro emitido en Grecia o en España.
Este éxito de Angela Merkel debería tranquilizar al pueblo español y a su Gobierno. Cualquier reforma del tipo de la que se está realizando en España (pero también en Italia, aunque no en Francia), que acerca una economía nacional a las condiciones objetivas de la competitividad, acaba por restablecer el crecimiento y el empleo . Las primeras señales anunciadoras lo demuestran con el regreso de las inversiones internacionales a España .
En la historia de las naciones, ocurre a veces que la razón se impone y que la ciencia vence al charlatanismo. Es bastante excepcional, por lo que hay que celebrarlo.
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