Un nuevo tejido industrial para armar la recuperación
Hay quórum. El nuevo modelo de crecimiento en España debe venir de la industria, basado en innovación, productividad e internacionalización. Mejorar la competitividad del sector industrial generaría un crecimiento adicional del Producto Interior Bruto del 2,3%
Un nuevo tejido industrial para armar la recuperación
la potente industrial textil gallega, la confección catalana, el poderoso sector agroalimentario andaluz o murciano, la maquinaria del País Vasco, las tradicionales industrias automovilísticas de Valencia, Burgos, Valladolid, Barcelona o Galicia... s on todas fortalezas industriales de España , que apoyadas con planes de desarrollo ... industrial tirarán de la economía española. ejorar la competitividad de la industria española podría generar un crecimiento adicional del PIB del 2,3%.
Las dificultades que está teniendo la economía para volver al crecimiento ha multiplicado las recomendaciones de los expertos de abordar un «cambio de modelo» que permita afrontar el futuro con garantías de competitividad. Hay amplio consenso en este punto , aunque no son muchos los expertos que concretan al detalle en qué debe consistir ese nuevo modelo económico, sobre qué factores debería producirse y en qué aspectos debería concretarse.
España ha enfilado el camino de salida de la crisis. Hay coincidencia entre el Gobierno, organismos internacionales y expertos. Pero faltan flecos que cortar, ya que si bien las exportaciones parece que están ayudando a la recuperación, el nuevo modelo de crecimiento económico, una vez «muerto» el del ladrillo, debería ser otro. Algunos aseguran ya que la capacidad de arrastre de la industria, que moviliza a su alrededor más recursos, empleos e inversiones en I+D que ningún otro sector, es clave para configurar un nuevo modelo de crecimiento basado en la innovación, la productividad, la internacionalización y el valor añadido.
Y es que, en los últimos años, y a pesar de la dureza de la crisis para España, la industria ha querido demostrar su fortaleza como una garantía de crecimiento, de empleo y competitividad y, por lo tanto, un factor clave para el desarrollo, como demuestra la experiencia en otros lugares del mundo. En cinco de los diez países más competitivos el peso del PIB industrial supera el 20% . En el mundo, la industria representa el 16% del PIB, el 70% del comercio global y origina más de las tres cuartas partes de la investigación y desarrollo en el ámbito privado.
Sin embargo, en España, un país tradicionalmente industrial, la situación no es la mejor: el peso del sector se ha reducido desde el 34% del PIB en 1970 a poco más del 13% actual. Pese a ello, la industria genera el 50% del empleo cualificado, aporta el 45% de la inversión en I+D+i y exporta más del 53% de su actividad.
Más tamaño empresarial
Para lograr que se convierta en el nuevo motor de la actividad económica, los expertos consultados reclaman medidas urgentes para desarrollar su capacidad de crecimiento y su competitividad. ¿Cómo? Mejorando el reducido tamaño de las empresas -que impide la generación de economías de escala y la internacionalización-, facilitando el acceso a la financiación, y poniendo coto al elevado coste del crédito, así como al alto precio de la energía. Y con estas medidas ¿podría convertirse en el nuevo modelo de crecimiento económico en España? «Sí -asegura Rafael Pampillón, catedrático de la Universidad San Pablo-CEU y profesor del IE Business School -. Y prueba de ello es que la mejora de la balanza comercial española se ha debido, entre otros factores, al incremento de las exportaciones de bienes de equipo, que han crecido un 9,4% en el primer semestre».
Y es que además, pese a las cifras que oficialmente están sobre la mesa, la mejora del sector industrial en los últimos tiempos ha sido significativa : se ha recuperado confianza en las empresas industriales, ha aumentado el consumo eléctrico industrial y la utilización de la capacidad productiva de la industria.
«Por lo tanto -continúa Pampillón-, es posible esperar una mejoría económica fundamentada en un sector industrial creciente y cada vez más competitivo. Lo ideal es que nuestro crecimiento se basara cada vez mas en la exportación de productos de alta intensidad tecnológica, que permitan también un mayor desarrollo industrial. Para lo cual sería necesario aumentar el gasto en I+D, y de esa forma se generarían nuevas innovaciones en la producción industrial. Esto nos permitiría ser más competitivos tanto por la vía de reducción de costes como por la de creación de nuevos productos , que nos posicionasen internacionalmente como un país destacado en el sector industrial intensivo en tecnología».
La industria española -excluyendo el sector de energía- aportó en torno al 10% del PIB español en 2011 (cerca de 100.000 millones de euros) y generó 1,8 millones de empleos. Adicionalmente, existe una aportación indirecta por el efecto arrastre en la cadena de valor que conforman las empresas que proveen a la industria con los bienes y servicios necesarios para su actividad.
Y, además, otra aportación inducida que está asociada a la riqueza de los hogares cuya renta depende del empleo generado directa e indirectamente por la industria, y al consumo de bienes y servicio producidos por distintos sectores de la economía que éstos realizan.
Según el informe «Claves de la competitividad de la industria española» -elaborado por PwC con el patrocinio de Siemens- se estima que por cada euro de PIB generado de forma directa por la industria española, se generan 1,14 euros adicionales de forma indirecta (cadena de proveedores), y 0,47 euros de forma inducida. Algo que extrapolado al campo del empleo es similar: por cada empleo generado de forma directa, se producen 1,03 empleos indirectos y 0,40 empleos inducidos. Si se tienen en cuenta estos efectos multiplicadores, el porcentaje del PIB que está relacionado de forma directa o indirecta con la industria española se eleva hasta el 25,8%, un 23,4% en el caso del empleo.
Para Carlos Mas Ivars, presidente de PwC España, «la industria es y seguirá siendo un factor fundamental de cohesión de nuestro tejido económico. De su evolución y desarrollo dependerá en buena parte la recuperación de la economía y, lo que es más importante, la conformación del nuevo modelo productivo que España necesita».
Pero las buenas palabras y expectativas no bastan. Hay que ponerse manos a la obra para lograr que el sector industrial se convierta en el nuevo motor de la economía española. Desde Bruselas, reconocen los esfuerzos del Gobierno por impulsar al sector. Aplauden las medidas con «objetivos encomiables», pero ahora toca implentarlas eficazmente. Esta misma semana, el comisario de Industria, Antonio Tajani, animaba al Ejecutivo de Mariano Rajoy a adoptar más medidas, de forma urgente, en al menos tres frentes prioritarios: impulso a la innovación, mejora del acceso al crédito para las pymes y reducción de la carga burocrática.
«Peros» desde Europa
Y es que la Comisión Europea hacía público el pasado miércoles un documento «inquietante» a primera vista en el que aseguraba que el impacto de los recursos destinados a la investigación y al desarrollo en la última década en nuestro país han sido «limitados». El diagnóstico identifica dos problemas estructurales: la baja inversión en I+D del sector privado y un enfoque excesivamente regional al problema (a nivel autonómico en lugar de nacional). Pero también apuntaba dos problemas coyunturales: la caída de inversión pública en I+D durante la crisis y la desaparición de empresas innovadoras.
Pero en España, empresarios y expertos están convencidos de que el cambio de modelo ya ha empezado. Y la pregunta, quizás, no es sí la industria debe ser el motor de la nueva economía española, sino qué tipo de industrias y en qué localizaciones desarrollarla para que sea lo más competitiva posible por competencias locales. España debe aprovechar sus puntos fuertes para competir en el mundo global.
«Su posición geográfica es una de ellas -asegura José Ramón Pin Arboledas, economista y profesor de IESE-. De ahí que el turismo se haya convertido en una fuente de riqueza indudable. Pero no es la única. Algunas zonas tienen una tradición industrial importante. En algunos casos la raigambre es tradicional, como la maquinaria del País Vasco o la confección catalana.
En otros procede de algunas generaciones, como las industrias automovilísticas de Valencia, Burgos, Valladolid, Barcelona o Galicia. En otros son más modernas como el textil gallego. La pequeña y mediana empresa valenciana, castellano/manchega o la agro-alimentaria en esas zonas, en Murcia o Andalucía. El modelo ha cambiado ya y son estos nodos industriales los que ayudan a exportar. Pero además cerca de las zonas universitarias nos encontramos con las industrias limpias del software que están despegando con fuerza».
Riqueza y calidad de vida
Para Rosa García, presidenta de Siemens en España, «hablar de industria es hacerlo de desarrollo económico, riqueza y calidad de vida. Si queremos garantizar un crecimiento sostenible para nuestra economía debemos dotarnos de una industria fuerte y competitiva. La intensidad inversora se ha reducido entre un 11 y un 70% en el periodo 2010-11, lo que crea un importante peligro de obsolescencia tecnológica que podría impactar en la competitividad y viabilidad de nuestra industria debido al aumento de los costes de mantenimiento y la caída de la calidad de los productos finales».
¿Supondría entonces estar ya a las puertas de la tan deseada reindustrialización que el ministro de Industria y Energía, José Manuel Soria, ha reclamado en varias apariciones públicas? Para los expertos, es posible a no muy largo plazo. «España está desarrollando un nuevo modelo productivo basado en las exportaciones de bienes y servicios, que le está permitiendo encaminarse hacia el crecimiento -recuerda Rafael Pampillón-. Este nuevo modelo se basa en el sector exterior que a su vez se está impulsando sobre todo por la expansión industrial dentro de nuestro país. Conforme aumentan las exportaciones, se requiere de más industria que haga frente a la demanda externa. Por lo tanto, existiría la posibilidad de pensar que al aumentar nivel de industrialización, lo haría también el de las exportaciones y una balanza comercial positiva podría ser el primer paso hacia ese nuevo modelo productivo».
Menos impuestos
Para Pin Arboledas, en los países desarrollados, como España, el Gobierno es un actor importante en la economía. Pero su labor debe ser: «primero, no entorpecer el desarrollo económico con impuestos excesivos, con burocracia ineficiente, con corrupción; segundo, potenciar un servicio exterior que potencie la exportación española; y, tercero, reducir los costes, por ejemplo, a la Seguridad Social, para los que tiene que tener una Administración eficiente. Si hace todas estas cosas el empresariado y los profesionales españoles tienen la fuerza suficiente para cambiar el modelo económico. La reindustrialización está avanzando a pasos agigantados. Multitud de emprendedores y pymes lo están haciendo».
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