¿Está muerto el Estado de bienestar?
La pregunta es si esto es solo algo coyuntural, la resaca de un fin de semana de exceso llamada crisis económica o por el contrario como dice el rey de Holanda estamos asistiendo a la caída del imperio romano
¿Está muerto el Estado de bienestar?
Sobre un trono de terciopelo rojo. Así se ha atrevido a verbalizarlo por primera vez un mandatario europeo: «El Estado del Bienestar clásico desaparecerá» . Guillermo de Holanda , monarca de un país próspero, con apenas un 7% de desempleo, respondía así a las ... preguntas que se hacen los europeos: «¿Debemos confiar en recibir una pensión razonable o una educación pública de calidad?». Las cuatro patas del Estado de bienestar amenazan con dejar al ciudadano tirado en el suelo, devoradas por la carcoma de la crisis económica.
La cuestión es si se trata de un momento coyuntural , la resaca de un fin de semana de excesos llamada crisis económica o por el contrario, como dice el rey de Holanda, estamos asistiendo a la caída del Imperio romano: el momento de asumir que hay que espabilarse solo, porque dentro de poco no habrá ningún Estado detrás. El Monarca no sólo dio por muerto al sistema, también le buscó un sustituto: «Una sociedad participativa particularmente notable en la seguridad social y en los que necesiten cuidados de larga duración».
Lo que Guillermo de Holanda llama «sociedad participativa», lo bautizó Cameron como «gran sociedad» y el historiador económico Mauricio Rojas lo renombra como «reinvención del Estado de bienestar». Esta corriente no propone que el Estado social desaparezca, pero sí que sea mucho más flaco: «Debe ser un garante de última instancia. Si tú puedes resolver tu educación o tu salud, debes hacerlo» , explicaba Rojas en una entrevista a CNN Chile.
Un nuevo Estado que no protege a todo el mundo, sólo a quien se lo merece: «no tiene que dar ayudas tontamente. Hay que exigir responsabilidad y esfuerzo», explica Rojas. Pero la cuestión es, ¿qué hacemos con los que no se lo merecen?. O como dice Del Pino, «¿Qué hacemos cuando el señor que decide ir cada día a la ONG a donar dinero para los pobres deja de hacerlo?».
Preparar antes que reparar
En el otro lado del eje se sitúan los defensores de la supervivencia del Estado de Bienestar. En palabras de la investigadora del CSIC Eloísa del Pino, « nadie discute ya que el Estado social necesita reforma» , pero eso no significa que deba desaparecer.
El paradigma que está «más de moda» entre los reformistas es el de «la inversión social». Este pensamiento puede resumirse en cuatro palabras: «Preparar antes que reparar», o dicho más extensamente, «si el Estado prepara bien a un individuo, lo protege de la precariedad» y en un mundo ideal sin pobres, ya nadie necesita asistencia. En palabras de Del Pino «esto supone invertir a lo bestia en educación».
Sin embargo, este paradigma también tiene lagunas para esta investigadora del CSIC: «¿Qué hacemos con los que ya son pobres? Al que ya está roto no puedes prepararlo para nada. Tienes que repararlo».
Dentro de 20 años
Guillermo de Holanda puede ser un valiente que está diciendo lo que nadie se atreve a decir, un pesimista patológico o, como dice del Pino, lo que ocurre es que «en un contexto de crisis los Gobiernos tratan de convencer al ciudadano de que no hay alternativa». Sólo el tiempo puede decirlo.
«Yo creo que tendremos un Estado de bienestar distinto, pero no será posible desmantelarlo», juzga del Pino. En opinión de la investigadora, el ADN europeo va en contra de eso, «todos los sondeos de opinión lo demuestran». Desde Bismarck, Europa se ha acostumbrado a tener un Estado social y no va a renunciar a él tan fácilmente: «Al final todo el mundo se pregunta: "¿Qué ocurre si mi abuelo tiene cáncer?"» . Y la cuestión es «¿qué pasará cuando dentro de 20 años lo tenga yo».
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