El sueño roto de Martin Luther King
Cincuenta años después de la Marcha a Washington, la minoría negra de Estados Unidos vive alejada de la prosperidad económica de los blancos. La desigualdad racial ha aumentado desde la crisis de 2008
El sueño roto de Martin Luther King
Era el 28 de agosto de 1963. Hacía un calor agobiante en Washington D.C. Delante del monumento a Lincoln, el pastor afroamericano imaginó un mundo en el que sus hijos no fueran juzgados por el color de su piel. Unas 250.000 personas, en ... su mayoría de raza negra, escuchaban en la explanada del National Mall. Aquella manifestación por los derechos civiles cambió la historia. Aunque la discriminación sigue presente en Estados Unidos, se ha avanzado mucho. En 1964, se aprobó la ley de los derechos civiles; en 1965, la ley del voto para la raza negra. Lo que parece que se ha olvidado son los apellidos de aquella manifestación, cuyo lema fue «Marcha a Washington por el trabajo y la libertad» . Los miles de afroamericanos que salieron a la calle a escuchar a Martin Luther King no clamaban sólo por los derechos civiles. También lo hacían contra la desigualdad económica y por el empleo. Cincuenta años después , la minoría negra vive lejísimos de la prosperidad económica de los blancos.
El contexto ha cambiado. La Marcha tuvo lugar en un momento económico muy diferente al actual. Los afroamericanos reclamaban subirse al barco de una economía norteamericana que navegaba en una prosperidad compartida. Desde 1947 a 1979, todos los escalones salariales de la sociedad crecieron en un porcentaje similar. Pero aquel equilibrio cambió. Entre 1979 y 2007, la élite económica ha multiplicado su riqueza tres veces más que las clases medias, según el Economic Policy Institute. Y luego llegó la crisis financiera de 2008. Un derrumbe que golpeó con más fuerza a las familias negras, mucho más vulnerables al colapso del mercado inmobiliario y con una tasa de desempleo mucho mayor. Antes de la Gran Recesión, las familias blancas eran, de media, cuatro veces más ricas que las demás. En 2010, lo eran seis veces más.
La liberación negra no se puede alcanzar si millones de negros son tratados como ciudadanos de segunda división y se les niega un trabajo, gritó en la Marcha Walter Reuther, presidente de la Unión de Trabajadores del Automóvil de América. Los organizadores de la movilización creían que Estados Unidos tenía riqueza suficiente para dar trabajo a la población negra, pero faltaba voluntad política. En 1963, la tasa de desempleo entre los afroamericanos (un 10,9%) era más del doble que la de la población blanca (un 5%). Pero la brecha continúa: en 2013, el 12,6% de la población negra estaba en paro por el 6,6% del colectivo blanco, según el Pew Research Center.
Una visión conjunta de los últimos cincuenta años ofrece una perspectiva reveladora : la población negra vive, en términos de empleo, en permanente recesión. La tasa de paro de EE.UU. en tiempos de recesión, entre 1963 y 2012, fue del 6,7%. La población negra tuvo un paro medio del 11,6%.
Viviendas de poco valor
Hay un dato que sugiere que un cierto racismo influye en el mercado laboral. Según contó William Darity Jr, profesor en la Universidad de Duke, a The Washington Post, el desempleo de los afroamericanos con un diploma universitario (un 12,1%) fue mayor en 2012 que el paro entre los blancos que no han terminado el instituto (un 11,4%). Julio Cañero, director del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá de Henares, alude a lo que los científicos sociales llaman «ceteris paribus». Ante condiciones idénticas, las empresas eligen al blanco. Una situación que «quizás se deba a estereotipos que identifican al negro con la holgazanería, la violencia y la pobreza», reflexiona. Y en paralelo al desempleo corre la pobreza, que incluye «a 10 millones de afroamericanos», afirma Cañero.
Según Signe-Mary McKernan, investigadora de The Urban Institute, «el origen principal de la riqueza de una familia norteamericana es la posesión de una vivienda». Hay, sin embargo, grandes obstáculos que impiden que los afroamericanos accedan a casas de valor, explica un estudio del Institute on Assets and Social Policy (IASP). La segregación por barrios reduce la demanda de sus viviendas y su valor, por tanto, no crece mucho. Además, los negros no suelen contar con la ayuda familiar de la que disponen los blancos para adelantar importantes cantidades y bajar así los intereses que pagan.
Este estudio también argumenta que los ingresos que reciben estos hogares, ya menores de por sí, generan menos ahorro. Por el tipo de empleo, menos cualificado, los negros suelen tener menos coberturas, como planes de pensiones. Sus ingresos son destinados a necesidades y emergencias. Por ello, entre 1984 y 2009, cada dólar de más que ganó una familia negra supuso un incremento de su riqueza de 69 céntimos; para los blancos, la misma cantidad generó un retorno de 5,19 dólares.
Mckernan opina que las consecuencias de la discriminación histórica todavía se heredan. Cita como ejemplo que los afroamericanos no se beneficiaron de la ley que facilitó ayudas a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial. En su opinión, las políticas fiscales y sobre activos deberían dar oxígeno a las rentas más bajas, donde están los afroamericanos. Cañero incide en la labor educativa: «Hay que convertir a los afroamericanos en una fuerza laboral competitiva».
John Lewis, congresista demócrata por Georgia, fue uno de los oradores de la Marcha de 1963. Para él, la elección de Barack Obama no es la culminación del sueño de King. Es sólo el anticipo.
Ver comentarios