En las empresas donde no existen los jefes
En compañías como Whole Foods, Gore Tex o Morning Star todo el mundo (y a la vez nadie) tiene el poder
eva pastrana
Obedecer órdenes de forma automática. No cuestionarse las pautas de trabajo. No contestar jamás la decisión de un superior. Todas estas son técnicas de supervivencia básicas en una empresa corriente, pero ajenas a los trabajadores de Whole Foods, Gore Tex o Valvesoftware. Han tenido la ... suerte de pertencer al selecto club de las empresas sin jerarquía. Lugares donde la organización no es vertical, sino horizontal y donde todo el mundo (y a la vez nadie) es el jefe.
Whole Foods
Con hasta 62.000 trabajadores y más de 300 establecimientos, la cadena de supermercados Whole Foods Market, es una de estas especies raras. Cada tienda «Whole Foods Market» está gestionada por equipos de 12 personas que «se autodirigen». En el establecimiento manda la democracia: cualquier decisión se vota a mano alzada.
Los equipos tienen también control sobre el presupuesto y las recompensas que reciben se basan en el rendimiento del equipo en su conjunto. El fundador y presidente de Whole Foods John Mackey explica en una entrevista a la revista Forbes que «los seres humanos florecen mejor cuando están en grupos pequeños de personas que conocen bien. Gente a la que quieren y en la que confían».
Es cierto que en Whole Foods existen dircetivos, pero incluso su sueldo o las decisiones que toman son objeto de examen y supervisión de todos los trabajadores de la empresa. La transparencia y la organización horizontal son el secreto del éxito de esta compañía. Mackey lo llama «gestión sin secretos».
Gore-Tex
Prácticamente desconocida en España, Gore-Tex es una de las 200 empresas privadas más grandes del mundo y uno de los mejores lugares para trabajar según la mayoría de ránkings.
«Desde que Bill Gore fundó la empresa en 1958, Gore ha sido una organización basada en el trabajo en equipo y de entramado plano. No hay organigramas tradicionales, no hay cadenas de mando, no hay canales de comunicación predeterminados», explican fuentes de la compañía. En Gore-Tex se fomenta la iniciativa personal.
Sin embargo, es cierto que es necesario alguna orden de mando. En la empresa sin jerarquías existen altos cargos, pero no son elegidos a dedo por las altas instancias de la empresa, sino que surgen por si solos gracias a sus cualidades. «Pueden nombrarse líderes, pero los definirán los compañeros», explican desde la empresa.
Los llamados patrocinadores (que no jefes) son aquellos que coordinan y orientan la labor de los demás, asociados (que no trabajadores). «Los líderes emergen de forma natural demostrando conocimientos, habilidades o experiencias especiales».
Morning Star
Una de las empresas estadounidenses que más han crecido en la época Obama. Morning Star es una compañía localizada en California y dedicada a la fabricación de tomate en lata.
Con un capital intensivo de 700 millones de dólares ha registrado un crecimiento espectacular en los últimos años. Su secreto es ser un grupo de 400 amigos, sin jefes, funciones asignadas o responsabilidades. Como las otras empresas ya citadas, Morning Star funciona en un entramado plano donde las decisiones se toman de igual a igual.
¿Un modelo posible?
La posibilidad de aplicar técnicas propias de las democracias participativas en las empresas ha sido planteada por algunos politólogos. La investigadora Carole Pateman abordó en «Workplace Democracy» la necesidad de que los trabajadores sean ciudadanos con derechos y deberes en sus empresas, al igual que lo son de sus Estados. Según Pateman «la participación no compromete la estabilidad democrática sino que contribuye a reducir las tendencias antidemocráticas del individuo». En su artículo «Poder y empoderamiento» Bachrach va más allá y afirma que «la participación en la toma de decisiones en los lugares de trabajo aumenta la eficiencia y la productividad» de los trabajadores.
Pero, ¿es posible que los trabajadores respondan por el crecimiento de la empresa en un entorno sin una autoridad visible? ¿Podemos confiar tanto en su buena disposición? ¿Cómo es posible que puedan coordinarse entre sí, si nadie tiene la última palabra?
Ninguna de estas preguntas es fácil de responder. Lo que parece que sí está demostrado es que las pocas empresas que han adoptado este modelo están saliendo adelante con éxito.
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