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La banca chipriota no es la española

Un sistema financiero que supone el 400% del PIB, un pasivo cimentado a base de depósitos, en su mayoría extranjeros y tipos de interés sospechosamente jugosos...

maría cuesta

El rescate de Chipre ha derrumbado uno de los pocos tabúes que quedaban en pie tras el estallido de la crisis: la incuestionable seguridad de los depósitos. La banca vuelve a situarse en el ojo del huracán, a acaparar los números rojos de las plazas bursátiles y a necesitar el respaldo de gobernantes y economistas que aseguren que «España no es Chipre». Ahora, los expertos afirman tajantes que los dos sistemas bancarios son radicalmente distintos, y que los depositantes de la banca española no tienen nada que temer, pero también demuestran cautela al hablar de las consecuencias de haber traspasado una línea roja más.

Las particularidades del sistema bancario de Chipre resultan reveladoras. En primer lugar, su elevado peso relativo sobre la economía. Los depósitos bancarios totales se elevan a 72.000 millones de euros, según los datos del BCE a enero de 2013, lo que frente a los 18.000 millones de PIB (para 1 millón de habitantes) representa el 400% del PIB. En nuestro país, el total de depósitos en el sistema bancario español, casi un billón teniendo en cuenta los correspondientes a hogares y a empresas no financieras, apenas alcanza el 100% del PIB. La guinda de este pastel financiero la ponían los tipos de interés que pagaba la banca chipriota, sistemáticamente muy por encima del resto de los países del euro.

Otra de las claves está en la estructura del sistema bancario chipriota. Cerca del 60% de su pasivo está constituido por depósitos, en gran parte extranjeros. «El porcentaje de depósitos de no residentes es muy superior al de otros países hay algunos indicios de que el país estaría funcionando como un paraíso fiscal», explican desde Banca March.

En concreto, de los 72.000 millones de euros en depósitos totales, un 60% (en torno a 43.000 millones) se corresponde a depósitos de hogares y empresas residentes en Chipre. Otros 5.000 millones proceden de otros países de la UE (fundamentalmente, Grecia) y algo más de 20.000 millones son depósitos del resto del mundo. Desde Analistas Financieros Internacionales (Afi) aseguran que de éstos últimos, casi la totalidad está en manos de inversores rusos, «atraídos por esas elevadas remuneraciones u otras consideraciones, como las relativas a la dudosa procedencia del dinero».

Así, y en contra de lo que sucede en España, la financiación de los principales bancos chipriotas, se basa en los depósitos y en la financiación interbancaria, que entre ambos suponen aproximadamente el 95% del pasivo de los principales bancos de dicho país. Otro tipo de deudores (como la deuda senior, preferentes y deuda subordinada) tienen una presencia casi testimonial.

Además, el reparto del coste de la ayuda financiera fue radicalmente distinta en el caso español. Primero pagaron los accionistas y los tenedores de deuda subordinada de las entidades con problemas; y luego pagarán los accionistas de las entidades sanas, al digerir, a través del Fondo de Garantía de Depósitos, parte de los problemas de las primeras (a través de Esquemas de Protección de Activos asumidos por el FGD). «Con el esquema establecido en España, las probabilidades de que los depositantes perdieran son muy reducidas», recuerdan desde Afi.

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