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Telefónica, a la vanguardia de la revolución móvil

Telefónica, a la vanguardia de la revolución móvil efe

moncho veloso

Calvin Coolidge descolgó el teléfono. «Majestad, me causa gran placer saludar a Vuestra Majestad en nombre del pueblo de los Estados Unidos», dijo el presidente de ese país desde Washington. «Correspondo complacido, en mi nombre y en el de España, al saludo de Vuestra Excelencia», respondió Alfonso XIII. A las tres de la tarde del 13 de octubre de 1928, en Madrid y desde un «soberbio aparato telefónico de oro», como lo describía al día siguiente ABC, el Rey inauguraba la primera conexión transoceánica de la Compañía Telefónica Nacional de España, fundada cuatro años antes. Ochenta y nueve después, Telefónica, con 310 millones de líneas en 25 países, es el quinto operador del mundo. Y España, vanguardia de la revolución móvil.

Seis millones de internautas, de los 24,1 millones que hay en nuestro país, viven conectados a la red las 24 horas del día. Y casi la mitad lo hacen con el móvil. «Los smartphones son los protagonistas», señalaba el presidente de Telefónica, César Alierta, durante la presentación del informe «La Sociedad de la Información en España», que recoge toda una cascada de datos que corroboran sus palabras. Las ventas de móviles inteligentes en nuestro país aumentaron un 68% en 2012, y suponen ya el 63,2% del total, por delante de Reino Unido (62,3%), Francia (51,4%), Italia (51,2%) y Alemania (48,4%).

Motor de recuperación

Bien podría pensarse que esta crisis -más paro, menos dinero en el bolsillo- ha afectado a ese consumo. Y no. «El uso de las telecos crece día a día y así va a seguir», aventura el presidente de Telefónica en España, Luis Miguel Gilpérez. Y ese empacho de «megas» amenaza con saturar las redes. No es que el viejo cobre -por el que corre hoy el ADSL- ya no sirva, pero no aguantará tanto peso.

Todo cambia a una velocidad de vértigo. El móvil se usa cada vez menos para hacer llamadas y menos aún para enviar SMS, la mayoría de los internautas prefieren la red para ver series, películas y escuchar música -para leer siguen apostando por el papel-. España necesita nuevas infraestructuras que soporten todo ese tráfico.

Telefónica está llamada a liderar ese esfuerzo inversor. Las compañías han invertido 50.000 millones en la última década. De los 2.400 comprometidos hasta ahora para el despliegue de la fibra óptica en nuestro país, 1.500 serán desembolsados por la multinacional. Y aunque España fue pionera en la red móvil 3G, llegará con un año de retraso, en 2015, al despliegue del 4G. «Siempre hemos sido punteros y no vamos a no estar en esta tecnología», garantiza Gilpérez, anunciando el compromiso inversor del grupo.

Agua de mayo para una economía alicaída. Y las «telecos», que representan el 3,5% del PIB y emplean a 74.824 personas en España, podrían traer ese aguacero. Valga de ejemplo que los analistas estiman que la inversión en redes que necesita Europa hasta 2020 -270.000 millones- crearía dos millones de empleos y aportaría 900.000 millones a la economía. «Serán el motor de la recuperación», augura Alierta, para quien el impacto de las telecos «no es solo económico, sino también social».

Y empresarial. Microsoft y Nokia bregan por recuperar su prestigio, Google da pasos en falso -¿recuerdan Google Buzz o Wave?- y hasta el imperio Apple se tambalea. Y Telefónica, que busca estar en la delantera de esta revolución, está inmersa en la mayor transformación de su historia.

España, entre gigantes

«Hemos pasado de ser un operador del sur de Europa a ser un referente», recuerda Gilpérez. Hito a hito. Alcanzó un millón de teléfonos instalados en 1953 y en 1960 se convirtió en la primera empresa del país. Inició su internacionalización en 1989. Más de 40.000 españoles estaban abonados a su servicio de telefonía móvil en 1996, y en 2001 daba ADSL a 100.000. Antes, en 1973, ya hacía pruebas de fibra óptica.

Telefónica quiere estar ahora entre los gigantes de este nuevo tiempo. Y prueba de ello es que ha creado una división enfocada en servicios y contenidos digitales, tanto web como móvil. Tiene acuerdos con Facebook, Google y Microsoft, pero también está dispuesta a competir cara a cara con ellos. Junto con la empresa de «software» Firefox ha desarrollado un sistema operativo, Firefox OS, que a partir de 2014 batallará con Android y Apple.

«El número de cambios que hemos hecho el año pasado no se ha vivido nunca en el sector», asegura Gilpérez. Telefónica se había acomodado y los clientes se fugaban. Dio entonces tres golpes en la mesa: renovó tarifas, dejó de regalar móviles y fusionó todos sus productos. «Lo importante es lo que se hace en los momentos duros», decía el consejero delegado, José María Álvarez-Pallete, el 3 de noviembre de 2011. Ese día el grupo abarató y simplificó todas sus tarifas. Y Gilpérez avisó: «Es solo la punta del iceberg».

Solo tres meses después Alierta anunciaba un giro revolucionario. Telefónica ponía fin a la subvención de móviles, práctica usada por las compañías para frenar la huida de clientes. Nadie se había atrevido a erradicarla, a pesar de ser insostenible, con un coste anual de 1.600 millones para Movistar, Vodafone y Orange. Telefónica lo hizo, y detrás fueron el resto. Se había atrevido a a decir: quien quiera un iPhone, que se lo pague.

Todas las compañías tenían además la convicción de que era necesario unificar en una sola factura los productos. «Pasamos del discurso a hacerlo», dice Gilpérez, tras el lanzamiento de «Movistar Fusión», que integra los servicios móvil, fijo y ADSL o fibra óptica, y que en sus cuatro primeros meses ha logrado 1,5 millones de abonados. «Volvemos a ser líder del mercado», celebra el directivo.

Y España, que se despierta, desayuna, estudia, trabaja y se acuesta conectada a las redes, siempre «online», se antoja un país al frente de este frenético progreso.

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