Automovilismo
Otro volante español de oro: a 250 km/h con los campeones del McLaren Trophy
ABC sube de copiloto en el circuito madrileño al Artura de Gonzalo de Andrés y Tomás Pintos, el dúo nacional campeón de la temporada inaugural del McLaren Trophy
Marta García, campeona del Mundial femenino de monoplazas
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Iniciar sesiónPocas experiencias tan extremas para alguien inexperto como la de subirse a un coche de competición y disfrutar de su aceleración y frenada en un circuito de velocidad. Un lujo que ABC tuvo la oportunidad de vivir gracias a Gonzalo de Andrés y Tomás Pintos, ... flamantes campeones de la primera edición de la McLaren Trophy, el certamen europeo con la que la marca de Woking entra en la competencia de las copas monomarca con Ferrari, Porsche o Lamborghini. La cita era en el mítico trazado madrileño del Jarama, en cuyo garaje aguardaba la joya de la corona: el McLaren Artura Trophy, el modelo derivado del superdeportivo de serie que se comenzó a producir en el verano de 2021.
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De Andrés y Pintos se proclamaron campeones el pasado 1 de octubre, en el circuito de Montmeló, después de completar una temporada colosal con cinco victorias, nueve poles y nueve podios en total. Pese a lo que pudiera parecer, no fue sencillo. Hasta poco antes del inicio del campeonato su participación estaba en el aire. El coche les llegó de la fábrica el jueves anterior a la primera carrera, en Paul Ricard. Apenas tuvieron tiempo para decorarlo antes de hacerlo salir a la pista por primera vez. Después de todo lo vivido, no dudan en calificar lo conseguido como una gesta. «Es un campeonato eminentemente británico, y ya sabemos cómo trata McLaren a su gente. Fuera de ese ambiente solo estábamos nosotros y una escudería neerlandesa. Que nos hayamos colado en su fiesta dice mucho de la extraordinaria temporada que hemos hecho», analiza Emilio de Villota Jr., jefe equipo.
Buena parte del éxito vino dada por la excelente comunión entre los dos pilotos. Una 'extraña pareja' que acabó con una complicidad extraordinaria. Gonzalo Martín de Andrés (Madrid, 1982) es el veterano. Curtido en mil y una carreras, varias veces campeón de España en turismos, experto en copas monomarca y magnífico preparador de coches, fiel heredero de su padre, Santiago Martín Cantero, una leyenda de los talleres. Tommy Pintos (Cabanillas del Campo, 2005), es la joven promesa. Aún sin cumplir los 18 años ya puede presumir de tener un trofeo internacional en su palmarés. Se inició en el karting, y de ahí saltó a la Ginetta Cup y a las competiciones de GT. Su sueño no es la Fórmula 1, sino las 24 Horas de Le Mans. Enfermo de la velocidad, se ha ido a estudiar Ingeniería a Oxford, una de las mecas del automovilismo.
Pintos es el encargado de dar el briefing previo al rodaje en el Jarama. Suya es la tarea de explicar las virtudes y necesidades del Artura, una bestia con motor V6 biturbo de tres litros y 585 caballos, chasis monocasco de fibra de carbono, cambio de seis velocidades con levas al volante y frenos ventilados de acero. Un vehículo potente, pero noble que, al contrario que el modelo de serie, no es híbrido ni enchufable. Su precio ronda los 250.000 euros.
A la pista
Luego, será Gonzalo de Andrés el encargado de hacer rugir a la maquina sobre el asfalto. Es día de tandas privadas en el Jarama, y en la pista pululan desde un Porsche GT3 hasta varios Caterham y KTM Bow, al margen de otros muchos vehículos. Nadie hace sombra al Artura naranja y azul, que en manos de un profesional alcanza una velocidad de 257 km/h antes de la primera curva. No es eso, sin embargo, lo que más impacta dentro del habitáculo, sino la contundencia de su frenada. De Andrés corrige ahí sus trazadas y sortea con pericia al resto de vehículos, inevitablemente más lentos.
Son, en total, tres vueltas al circuito antes de que el piloto encare el camino del 'pit lane'. Tres giros en los que cuesta quitarse la sonrisa nerviosa de la cara mientras se guarda en la memoria esa última bajada a Bugatti.
Tras cumplir su misión, el McLaren Artura campeón será guardado en el museo Jo Ramírez de Barcelona, aún con sus impactos de piedra en el cristal y los manchurrones del champán vertido tras ganar su última carrera en Montmeló.
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