Viajes, antidopaje y colas para los controles veterinarios: la cara oculta de una reunión de caballos
Todo tipo de atenciones marcan los grandes premios de hípica, Madrid disfrutó de uno este fin de semana
El Club de Campo Villa de Madrid acoge una nueva edición del Longines Global Champions Tour

La élite de la hípica, durante el fin de semana, hizo su primera parada europea del Longines Global Champions Tour 2025 en Madrid. Un circuito donde no solo se compite por hacer el mejor salto, también por el cumplimiento de exigentes estándares veterinarios.
En ... este escenario de excelencia ecuestre, estar «Fit to compete» no es solo una condición física, es la clave que decide si un caballo puede o no salir a la pista. Detrás del espectáculo de la competición, hay un riguroso control que vela por la salud del caballo y la limpieza del deporte. Cuando los verdaderos atletas no pueden hablar, el control veterinario y antidoping se convierte en la voz más fiable sobre el estado del animal.
Antes de aterrizar en la capital española, el Longines Global Champions Tour 2025 ya ha recorrido escenarios de lujo y de máxima exigencia. El circuito arrancó en Doha, y pasó por Ciudad de México y Shanghai, llevando a los mejores del mundo por diferentes continentes y climas. Esta diversidad geográfica no sólo pone a prueba a los jinetes, también la capacidad de adaptación de los caballos, que deben recuperarse de vuelos largos, cambios de altitud y nuevos entornos. Madrid es una de las paradas más esperadas y es que esta competición deportiva es la más antigua que se celebra en la capital, cumpliendo esta edición 114 años. Posterior a esta cita, los mejores jinetes y caballos seguirán de gira, en la que se espera que visiten todavía doce destinos más. La última parada del circuito será Praga, entre los días veinte y veintitrés de noviembre.
El camino hasta la pista
Aunque para el público el espectáculo comenzó el viernes en la pista y ha terminado este domingo, para los jefes de cuadra, jinetes, jueces y veterinarios, la cuenta atrás comienza más pronto. Dos días antes del inicio de la competición, los caballos comenzaron a llegar al recinto madrileño. Ese margen de tiempo es vital para que tanto los animales como los jinetes se aclimaten y se recuperen del viaje. Según Pierre-Yves Tack, el jefe de cuadras del torneo, «la competición empieza cuando pasan el control veterinario; ese es el punto en el que se decide si el animal está preparado».
En Madrid, el impacto del transporte es menor, ya que la mayoría de caballos viajan por carretera desde distintos puntos de Europa. «Vienen muy acostumbrados a este tipo de viajes, con paradas programadas y en medios óptimos», señala el encargado. No ocurre lo mismo en otras sedes, como es el caso de México, donde compitieron a finales de Marzo y en ese caso el traslado en avión y la altitud, sí afectan su estado físico.
Mariano Martínez Bastida, jinete español participante en la competición y el único español dentro del «top 50» del ranking de Salto de Obstáculos de la Federación Ecuestre Internacional (FEI) añade que: «Entre concursos intento dar un poco de aire para que ellos recuperen y se encuentren en forma para la temporada» confiesa el jinete que asegura que al mismo tiempo que se compite en la LGCT 2025 también participan en otros concursos. «Al final los días previos intentas que lleguen en la mejor condición posible, pero sin forzar. Son caballos muy experimentados, que los días anteriores a la competición es suficiente con hacer un poco de gimnasia, y mantenerlos en forma para que no pierdan su estado físico». El atleta español también confiesa que, «Para mí, los caballos sufren menos en los trayectos en vuelos, aunque sean viajes de diecisiete horas, al final solo hacen esfuerzos durante el despegue y el aterrizaje. En los trayectos de carretera, aunque están más acostumbrados, hacen esfuerzos por mantenerse en equilibrio durante todo el trayecto», afirma el atleta.
La inspección veterinaria
La primera gran prueba no tiene barras ni cronómetro. Todos los caballos deben pasar una rigurosa revisión veterinaria antes de competir. «Lo que buscamos es que no haya cojera, ningún indicio de dolor, y que el caballo esté en condiciones de competir al nivel exigido», explica la veterinaria Carla.
Durante la inspección se les observa en la «línea de trote», donde se detecta cualquier asimetría en el movimiento. Si se aprecia alguna anomalía, se puede realizar una inspección clínica más precisa o dejar al caballo en un «holding box», una especie de zona de espera donde se somete a una reinspección posteriormente, «Si persiste la dolencia, el jurado y el equipo de veterinarios deciden si puede o no competir».
Para los jinetes el proceso es una mezcla de rutina y tensión. Están acostumbrados, pero saben los mucho que hay en juego. Mariano afirma que «al final conoces perfectamente a tu caballo, sus movimientos y todo, así que a la mínima molestia lo notas. También por el brillo de su pelo se nota. Lo único que no podemos controlar es, algún golpecito que pueda tener en el camión o algún tirón muscular que puede salir de revolcarse por el box».
Aunque en la mayoría de los casos todos los caballos llegan en excelente forma gracias al cuidado de los veterinarios y fisioterapeutas, esta inspección es una frontera inevitable entre los entrenamientos y la competición. Un filtro donde se prioriza el bienestar animal sobre cualquier buen resultado deportivo, «Nadie arriesga a su caballo con una lesión grave porque no puede saltar. Si lo hace te arriesgas a que se lesione más y no pueda seguir, no compensa», confiesa Mariano Martínez Bastida.
El desafío del antidoping
Aunque se suele asociar más con el deporte humano, el antidoping es igual de relevante y complejo en la hípica. «Los controles antidoping no se hacen durante la inspección veterinaria, sino después de las pruebas y son aleatorios», detalla Carla. A diferencia de las competiciones de carreras, donde normalmente se elige a los ganadores del concurso y algún participante aleatorio, en los saltos todas las elecciones para el control antidoping son aleatorias. Se analiza tanto la sangre como la orina del animal, y cualquier positivo afecta tanto al jinete como al caballo.
Hay sustancias completamente prohibidas como son los anabolizantes y otra que se pueden usar pero fuera de competición pero no durante, como los antiinflamatorios. El problema es que un descuido puede costar caro. «Una simple crema para hongos puede dar positivo si no tienes cuidado», advierte Mariano.
Esa posibilidad de un positivo involuntario genera una tensión constante en los jinetes. «Es verdad que eso a los jinetes nos tiene en alerta, da miedo», reconoce el jinete español. «Porque no lo controlamos del todo. Cualquier producto puede dar doping, si se queda algo en el pelo del caballo o si el medicamento tarda más en eliminarse de lo normal». Una sanción que temen porque no solo perjudica a los animales, también les afecta a ellos.
El jefe de cuadras explica que, aunque su implicación directa en el control antidoping es limitada, su responsabilidad es blindar el entorno del atleta, «Controlamos que no entre nadie ajeno a la competición a las cuadras. Es un sitio bastante hermético, donde solo accedemos mozos, jinetes y pocos más».
La conexión diaria, la rutina, el entrenamiento y hasta el silencio se convierten en lenguaje compartido entre jinete y caballo. El trabajo del groom, el veterinario y el jinete se entrelaza en una vigilancia constante, invisible para el público, pero esencial para el bienestar del caballo y la limpieza del deporte. «Hace tres años que tengo a mis dos caballos, Yup y Origi, confío en ellos plenamente».
En la élite de la hípica, el verdadero reto no siempre está en la pista. Se gana, o se pierde, también en los pequeños detalles como en la salud, los controles rigurosos, las decisiones clínicas y la ética deportiva. «Nunca he conocido un caso de doping en este tipo de concursos. Pero eso no significa que no estemos siempre atentos. Porque aquí no te juegas una medalla, te juegas la confianza», dice el jefe de cuadra, y los jinetes lo saben. Con un margen de error mínimo, ser «fit to compete» no es solo estar sano. También es escuchar, proteger y confiar en el caballo.
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