¡Comienza la leyenda!

A la vez, también comenzó a brillar la épica de una regata que ha sido bautizada como el «Everest de la vela». El primer golpe de efecto se produce cuando el navegante estadounidense, Mike Plant, que había participado en la primera edición se pierde en el mar durante la travesía entre los Estados Unidos y el puerto de Les Sables d’Olonne.

El 22 de noviembre se da la salida a los 14 barcos inscritos, con un Golfo de Vizcaya en estado de guerra, viento de 45 nudos y olas de más de 5 metros azotan a la flota. Los efectos del temporal no tardan en dar la cara, el primero que regresa a puerto es el italiano Vittorio Mallingri, al que sigue el francés Thierry Arnaud. Philippe Poupon anuncia daños estructurales en la quilla. Ives Parlier, uno de los favoritos, rompe el mástil y también regresa a puerto. Todos vuelven a la regata, incluido Yves Parlier que lo hace con un mástil nuevo. Excepto Arnaud y otros de los «a priori» favoritos y que más tarde alcanzaría la categoría de mito, Loick Peiron, ambos tienen que renunciar a continuar en regata, ya que sus respectivos barcos presentan unas fuertes deslaminaciones imposibles de reparar.

Cuando la organización no se había recuperado de todo lo acontecido en los días inmediatos a la salida, a la altura del Cabo de Finisterre en el barco de Nigel Bourgess, se disparan las balizas de socorro y cuando los servicios de salvamento acuden a la zona encuentran el cuerpo sin vida del navegante británico, embutido en su traje de supervivencia flotando en las embravecidas aguas cercanas al mítico cabo gallego. Posteriormente su barco fue localizado y recuperado sin daños de consideración, todo un misterio que nunca se podrá aclarar.

El 8 de enero sucedió otro episodio que entraría a formar parte de la leyenda de la Vendée Globe. Bertrand de Broc resulta gravemente herido y se corta la lengua cuando navegaba por el gran sur sin posibilidad alguna de refugio en puerto. Dado la importancia de la herida hay que poner solución de inmediato, de Broc se pone en manos a la obra y siguiendo las instrucciones que desde tierra les indicaba el doctor Chauve -doctor oficial de la regata-, el propio navegante se cosió la lengua y continuo en regata, tras esta proeza, que fue muy bien cubierta por los medios franceses y captó la atención del gran público, a Bertrand de Broc desde aquel momento le apodaron «Rambo».

Pero la mala suerte se siguió acosando a «Rambo», ya que cuando se aproximaba a Nueva Zelanda, los diseñadores de su barco le comunicaron que estaba en riesgo de perder la quilla por un problema del tornillo de sujeción con el casco y no tuvo más remedio que poner rumbo al puerto neozelandés más cercano con la consiguiente retirada de la regata.

Muchos otros patrones sufrieron graves e importantes daños, Mallingri perdió el timón y se tuvo que retirar. Nuestro José Luis de Ugarte tuvo una vía de agua que reparó continuando en regata. El británico Alan Wynne-Tomas, con seis costillas rotas, se tuvo que retirar y recalar en el puerto de Hobart, en la isla de Tasmania.

Mientras tanto, al frente de la regata, el líder, Alain Gautier tampoco se salvó de esta racha de averías ya que detectó una importante vía de agua en popa, mientras se acercaba al Cabo de Hornos, y además una avería eléctrica le dejó sin equipo de radio no pudiendo recibir ningún tipo de información meteorológica.

Alain Gautier y su ketch doblaron el Cabo de Hornos el 6 de febrero, con una escueta ventaja de 36 horas sobre un imparable «Fleury Michon», el también ketch de Philippe Poupon. Por delante, quedaba toda la subida por el atlántico sur y norte. Con el anticiclón de Santa Elena haciendo de las suyas y la incógnita de los siempre imprevisibles doldrums, pero Gautier acertó con la táctica adecuada y a pesar de los ataques de Poupon mantuvo la cabeza de la regata.

El 11 de marzo, con una ventaja de 900 millas sobre el «Fleury Michon», su patrón Poupon anuncia la rotura de su mástil, de esta manera el 12 de marzo el «Bagages Superior», de Gautier cruzó la línea de llegada, tras completar en dar la vuelta al mundo un total de 110 días, 2 horas y 22 minutos dejando intacto el récord de Lamazou conseguido en la primera edición, el segundo lugar fue para el también francés Jean-LucVanDenHeede con el «Groupe Sofap» en 116 días. El «Fleury Michon» consiguió ser finalmente tercero pese a navegar las últimas millas con un aparejo de fortuna.

Mientras, nuestro navegante, el bilbaíno José Luis de Ugarte llegó en sexta posición con 134 días de regata. Todavía permanece en la retina de los buenos aficionados españoles de la vela la icónica imagen del «BBK», navegando las últimas millas con sus velas destrozadas, pero con el pundonor y el arrojo de los grandes navegantes vascos, Ugarte consiguió terminar la regata y completar su primera vuelta al mundo en solitario y sin asistencias.