Sin palabras y la verdad siempre por delante

Imagínense que una persona, empresa o colectivo organizan un evento deportivo relacionado con el mar, para desarrollarlo deportiva y socialmente hablando, gestionarlo correctamente y hacerlo crecer en el tiempo hasta alcanzar el objetivo que todo organizador, ya sea persona, empresa o colectivo intenta conseguir, o sea el éxito. Lo primero que hacen esos que van a gestionar el evento, es seguir las normas, es decir primero lo ofrecen a los que mandan, les piden su opinión y estos le contestan afirmativamente, eso sí, sin ningún tipo de ayuda, y visto lo visto, lo ponen finalmente en marcha arriesgando sus recursos.

Después llega el día que ve la luz y el resultado de esa primera edición es positivo aunque no como se había planteado en cuanto a la participación. Tras un análisis efectivo se decide continuar una edición más, pero desde esa segunda edición ya desde el principio se ve que pueden existir problemas. De pronto a participantes de más allá de las fronteras locales, anuncian que no participan porque por arte de magia se organiza un evento parecido en sus lugares de origen, y claro dejan de asistir. De estos barros estos lodos, que dice el refrán, y efectivamente, fiasco total, con el mismo planteamiento inicial cumplido por los organizadores y cubriendo los presupuestos con sus recursos.

Estos diversos colectivos, ya sean los que sean, deciden apostar de nuevo por una edición más. Aumentan sus prestaciones presupuestarias para corregir los posibles errores que hayan podido ocurrir a la hora de convocar a los deportistas. Pero el acoso y derribo perfectamente te orquestado por nadie sabe quién, ya que es norma habitual nunca dar la cara y actuar en la oscuridad. Pero estos organizadores siguen una edición más, pero con el convencimiento que si este último intento no consigue sus objetivos, el final está ya escrito y efectivamente se confirma de nuevo gran fiasco y los organizadores deciden cerrar y dejarlo en manos de otros.

Y o casualidad y como de la noche a la mañana ese evento renace cuan Ave Fénix, y consigue todo lo que aspiraban los anteriores organizadores. El camino continúa y se celebran aniversarios, eso sí mintiendo e ignorando sobre el origen que quien fue la persona que organizó el evento deportivo relacionado con la mar.

La interpretación es libre y que cada palo aguante su vela.