Se le había atragantado el 2,33 a Gimbo Tamberi cuando, tras dos intentos, decidió probar suerte con un centímetro más. Le bastó un salto y dio rienda suelta a su espectáculo. Nada más bajar de la colchoneta comenzó a cojear ante los ojos ... atónitos de los italianos que abarrotaban el estadio Olímpico de Roma.
Parecía que el saltador de altura, uno de los héroes de la expedición italiana, se había roto y peligraba su participación en los Juegos Olímpicos, que comienzan en julio. Los espectadores no daban crédito: acababa de conquistar el oro continental y tendría que ausentarse de la cita de París.
Sin embargo, todo formaba parte del 'show' del atleta. Tras fingir la cojera, se tira al suelo, se quita la zapatilla derecha y saca varios muelles, como diciendo: «Esto es lo que me hace volar».
Una vez asegurado el oro y la celebración con su esposa, el italiano ha decidido intentar el 2,37 para batir el récord del campeonato, en posesión de Andréi Aleksándrovich Silnov en 2,36. Le ha bastado un salto y se ha ido a celebrarlo abrazado con el presidente de la República, Sergio Mattarella.
Por detrás de Tamberi, en el concurso de salto de altura han quedado dos ucranianos, Valdislav Lavski con 2,29 y Oleg Doroshchuk con 2,26.
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