Tsitsipas prolonga su agonía: otra derrota temprana y mal perder

Altmaier, que jugará su siguiente ronda contra Alex de Miñaur, utilizó el saque por abajo en algún momento del cuarto set, algo que no gustó nada a Tsitsipas, y así se lo dejó dicho en ese momento de saludo que acabó siendo una bronca: «La próxima vez no te preguntes por qué he intentado golpearte, ¿de acuerdo? Si sacas por debajo del brazo...», le espetó, dejando caer que en algún momento del choque el griego fue a propósito contra el cuerpo del alemán, que se dio la vuelta sin atender a las palabras del rival. Después de un 7-6 (5), 1-6, 4-6, 6-3 y 7-5, malas formas y abucheos para el exnúmero 3 del mundo que se marcha de los Grand Slams este curso sin haber pisado ninguna tercera ronda.

Tsitsipas, 27 años, fue finalista de Roland Garros en 2021 y del Abierto de Australia en 2023 (ambas perdidas contra Novak Djokovic); ha sido tres veces ganador del Masters 1.000 de Montecarlo, su refugio particular 2021, 2022 y 2024. Y en 2019 levantó la Copa de Maestros. Es verdad que sigue sumando trofeos (ganó en Dubái en febrero), pero no de la entidad que le gustaría. Porque el griego no pasó de la primera ronda en Melbourne ni en Wimbledon; en segunda se ha quedado atrapado tanto en París como en Nueva York, y los cuartos de final de Montecarlo, precisamente, han sido su mejor actuación den los Masters 1.000. No ha sumado dos victorias consecutivas desde el Conde de Godó en abril.

Alarga así una continuada bajada de expectativas, instalado en el puesto 28, y con constantes quiebres para intentar reencontrar la ambición, la actitud y el hambre de quien estaba llamado para pelear por todo con ese revés exquisito a una mano que cada vez pierde más fuerza en el circuito.

Después de media vida a las órdenes de su padre, decidió cambiar de rumbo: en agosto de 2024 estuvo un tiempo con Dimitris Chatzinikolaou, en este curso, contrató a Goran Ivanisevic. Pero la relación no cuajó, se despidieron tras Wimbledon, y el griego ha vuelto a apostar por Apostolos. «Es intentar conectar con la persona que más se preocupa por mí, que está dispuesta a pasar las horas que hagan falta sobre la pista, intentando prepararme lo mejor posible», explicaba sobre esta vuelta a los orígenes para evitar que la herida se agrandara.

Pero, por ahora, no encuentra solución a su calvario, por cuarto año consecutivo sin pasar de la segunda ronda en el US Open, firma un pobre balance de 21 triunfos y 17 derrotas, de las que destacan estrepitosos encuentros contra jugadores muy por debajo de su ranking, como la que protagonizó contra Matteo Gigante, 167 del mundo, en Roland Garros; y la de Wimbledon contra Valentin Royer (113).