Tenis / La despedida de ROGER FEDERER

El reinventor del tenis

Más allá de títulos y récords, Federer creó una forma de jugar irrepetible, única e inimitable que trascendió las pistas. La elegancia dentro y fuera. Un bailarín.

Mirka, la mujer que cinceló la caballerosidad y elegancia de Federer

Sacudida en el tenis: Federer se retira

Roger Federer en la pista EFE// Vídeo: EP

Se marcha Roger Federer, se marcha un tenis. El adiós no duele menos porque se lo espere uno desde hace tiempo. El adiós no evita que una parte del deporte quede vacío. Hay mucho que contar, casi treinta años como profesional, veinte años de éxitos, ... veinte grand slams. Un montón de datos y demás banalidades. Federer no se puede reducir a números, 103 títulos, ni a puntos de 'highlights'. Federer, apenas dos letras, RF, son golpes exquisitos, de genio, únicos, tan representativos como inimitables, y otros intangibles que no pueden plasmarse en un papel.

Cómo contar con palabras que su tenis va más allá del tenis que te enseñan en las escuelas, sus pasos medidos, milimétricos, para llegar siempre a la bola de ataque en el momento justo, preciso, precioso. Cómo explicar que sacara esos golpes que no se pueden entrenar ni en la mente cuando la pelota ya parecía perdida por detrás de la espalda, por encima del brazo, por debajo del revés. Cómo explicar que su presencia en la pista de cualquier parte del mundo generara el mayor de los aplausos, el más largo. Incluso en París, donde tienen un ídolo tan suyo como nuestro. Cómo explicar que sus partidos pudieran seguirse por la cantidad de 'ooooooes' que dejaran sus golpes. Nada de eso está en sus veinte Grand Slams, en sus mil quinientos partidos. Cómo explicar un sentimiento.

Irrumpe Federer en el tenis y el tenis cambia de velocidad, se hace directo y agresivo. Se hace espectáculo. Un tenis de manual y tradición que rompió con el presente, el estatus y lo establecido. Y aun en el presente, cuántos no han querido ser como él, cuántos no han entendido lo que hacía, cuántos no han sabido responder a esos golpes que tantas veces han visto. La ilusión de muchos, como la de Alcaraz, enfrentarse a él. Pocos halagos mejores. Quizá este: «Deseaba que este día no llegara nunca. Es un día triste para mí y para el deporte. Ha sido un placer y también un honor y un privilegio compartir todos estos años contigo. Viviendo tantos buenos momentos dentro y fuera de la pista. Tendremos más momentos para compartir en el futuro, hay todavía muchas cosas que hacer juntos, lo sabemos», le rindió Nadal.

Se marcha con Federer una forma de tenis, quizá hasta se marcha 'el' tenis. Nada es comparable. Por mucho que lo hayan intentado. Es un vacío en la forma, el estilo, el fondo y el corazón. Casi la piel. Erizada siempre que Wimbledon lo recibía en su pista central, ocho títulos ahí. Una decepción que dolió durante mucho tiempo por ese noveno que no se llegó a cumplir en 2019 con dos bolas de partido ante Djokovic. Paralizado el tiempo cuando resurgía en Roland Garros, allí se quedaban las compras sin terminar o los helados derritiéndose en la mano porque era tiempo de verlo a él, quizá contra Nadal, en esa enésima oportunidad que se empeñaba en ganarse siempre ante quien lo martirizó hasta hacerlo humano. Hasta esas lágrimas en Australia 2009, en esa rivalidad que queda huérfana de ese respeto impecable de darle la mejor versión de uno mismo para que el otro devolviera lo mismo. Para elevar al tenis donde solo ellos han conseguido llevarlo. Empujándose unos a otros. Hasta esa Otra galaxia. Otro deporte que solo ellos juegan.

Entró como un recogepelotas. Se instaló en el circuito con pelo largo, algo desafiante, y hasta un poco engreído, rotas mil raquetas. Derrocó tronos que parecían inamovibles, 310 semanas en el número uno, los catorce de Pete Sampras. Inventó el tenis Federer, impoluto, dulce, liviano, un bailarín, una experiencia religiosa. Suya buena parte de la primera década de los 2000. Títulos y más títulos, la tiranía elegante, los modos impecables: despiadado en la pista, suave en el contacto, hasta divertido para sorpresa de muchos.

Lo reinventó cuando nació el duopolio con Nadal. Más rápido, más feroz. Más contundente, más eficaz, cuando formalizó Djokovic el triplete. Los tres más grandes de la historia. No lo serán uno sobre el otro. Son ya indisolubles.

Y todavía trató de conformar una versión más actualizada cuando fueron las lesiones los más incómodos de sus rivales, esos que aparecieron de repente en un cuerpo tan privilegiado hasta entonces. Tras Wimbledon 2012, otro Grand Slam, en Australia 2017, cuando ya hacía tiempo que le observaban la fecha de caducidad. Y otro más en 2018. Su última gran faena completa en la pista, aunque quedara todavía un 2019 por delante para empezar a despedirse brindando el mejor champán con su mano derecha, su revés de ensueño.

Hacía tiempo que ya no era jugar contra Nadal, contra Djokovic, contra esta nueva generación que ha crecido con él, intentando imitar, sin conseguirlo, lo que lo había hecho tan grande. Ya no era jugar por los títulos. Era jugar por sí mismo, por hacer todavía más grande el tenis, por ese que inventó.

Acuciado por los problemas en la rodilla, por ese cocodrilo que le perseguía con su tic tac, evita esta vez que vuelva a echar a volar los millones de esperanzas de que se pudiera seguir viviendo su tenis en una pista. Sus partidos, en vídeo, ya artículos de coleccionista. Pero será ya siempre un simulacro. Un casi Federer pero ya nunca más del todo.

«Quiero agradecer desde lo más profundo de mi corazón a todos los que me ha ayudado a hacer los sueños realidad de un niño recogepelotas suizo. Al tenis, te quiero y nunca te abandonaré«, se despide, última función en esta Laver Cup. Como Serena Williams, su adiós cierra una época, y una era.

Sale de la pista como… Roger Federer. Dos palabras que sí lo pueden explicar todo.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios