Nadal suma su primera sonrisa con un partido firme e ilusionante ante Thiem

Como si el 18 de enero de 2023 hubiera sido ayer, Nadal mostró una versión de 2024 que augura muchas otras sonrisas. Especial esta porque ha pasado por un año que solo él sabe y porque responde a todas las incógnitas que se habían presentado cuando decidió acometer este desafío mayúsculo de regresar al tenis tras un año parado.

Era un buen examen Thiem, 30 años y 98 del mundo, rival con muy buena mano y conocido para que el aterrizaje también tuviera eso de vintage que auguraba el austriaco con el que se ha medido en quince ocasiones. Habían sido nueve victorias para el balear, la décima con esta, entre las que se incluían dos finales de Roland Garros. Pero esto era una primera ronda de un ATP 250 que daba la medida de cómo han sufrido ambos en los últimos tiempos.

Mientras Thiem ha deambulado dos años por los torneos challenger para recuperar sensaciones tras una grave lesión en la muñeca, Nadal reseteó física, con una operación en junio, y mentalmente tras sumar la enésima cicatriz de su carrera el pasado mes de enero.

Pero en el escenario de Brisbane todo empezaba de cero. Hubo piernas para llegar a casi todo, insistente el austriaco al inicio del encuentro con las dejadas, para reaccionar cuando tocaba y para sentenciar cuando se necesitaba. Un Nadal que, por momentos, parecía no haberse ausentado tanto tiempo de las pistas. La derecha ahí estaba, firme y convencida. Con ella machacó el revés de Thiem, que aguantó lo que aguantó en el primer set por la única mayor debilidad que se le vio al balear: la respuesta en los restos.

Si ya es difícil saber dónde y cómo golpear a una pelota que va muy bien dirigida y con potencia, lo es más cuando se ha estado un año sin contestar a este tipo de golpes. Pero se fue animando el español, con preguntas a su palco para intentar poner solución a este único problema que planteaba el encuentro.

Todo lo demás estaba en su sitio: varios juegos en blanco con su servicio, golpes ganadores de derecha y de revés, estupenda movilidad desde el fondo. Quince golpes ganadores, 10 errores (por 18 y 23 del rival), siete subidas a la red de éxito en nueve intentos y un 90 % de puntos ganados con el primer servicio. Y el resto se arregló con el 5-5. Puso un pie adelante en los segundos servicios de Thiem y apretó el acelerador. La pieza que faltaba para ser él mismo, la agresividad. Desequilibró al austriaco en el duodécimo juego a la cuarta opción de rotura y el segundo set fue un paseo. Elevado uno, apagado el otro.

El balear celebró con mesura esta primera victoria, rebajando la euforia como ha estado haciendo desde que anunció su vuelta. Queda por mejorar, y no sabe cómo reaccionará ni el cuerpo ni el nivel a largo plazo, aunque este es un paso importantísimo, como reconoció a pie de pista: «Gracias por el apoyo que he recibido. Hoy es un día muy emocionante. Ha sido probablemente el año más duro de mi vida y poder volver delante de esta grada estupenda y por jugar a un nivel muy bueno en este primer día es para estar orgulloso. Feliz por tener a mi familia aquí. No sé cómo será mi nivel a largo plazo. El primer set ha sido muy igualado, hemos sacado muy bien los dos, muy cómodos. Y he tenido una oportunidad con 6-5 y ha sido la diferencia. También ha sido genial ver a Thiem en el circuito, al que le deseo lo mejor en la temporada».

«El apoyo es superimportante sobre todo en los malos momentos. Recibir todos los apoyos durante este año y tener a la gente adecuada ha sido genial. Eché de menos poder sentirme competitivo y jugar delante de público como este en Australia, y de todos los que me han apoyado durante toda mi carrera».