Tenis
Las lesiones, el peor rival de Nadal
Abierto de Australia
El español suma en Australia una herida más a su magullado cuerpo, que ya ha sufrido en pie, tobillos, muñecas, espalda y músculos abdominales, entre otras cosas
Nadal se lesiona y cae ante McDonald en la segunda ronda del Abierto de Australia
Rafael Nadal se va de Australia con precipitación y frustración. Eliminado en segunda ronda ante Mackenzie McDonald y ante la enésima lesión de su carrera. Había estado por detrás en cuanto a tenis ante el estadounidense en el primer set y medio. Y acabó por ... rematar el apagón un problema en la cadera izquierda. Otro KO antes de tiempo y todos cada vez pesan más porque los años corren y se descuentan las oportunidades de seguir ganando. Después de reconquistar Melbourne el año pasado, Australia vuelve a ser esquivo con el balear, que suma no obstante otra cicatriz a su magulladísimo cuerpo.
Aceptaba Nadal que el título en Melbourne Park fue como un milagro porque había pasado seis meses en la enfermería a finales de 2021, sin posibilidad siquiera de entrenarse. La alegría en enero continuó en febrero, pero se paró en marzo, en la final del Masters 1.000 de Indian Wells cuando sufrió la rotura en la costilla. Fueron unas semanas de parón, pero el peligro llegó para la primavera, cuando el pie izquierdo, ese que estuvo a punto de acabar con su carrera antes de empezarla, volvió a darle muchos problemas.
Se inventó una infiltración mayúscula: insensibilizar el nervio del pie. Funcionó: presencia en París y decimocuarto título en la Philippe Chatrier. Grand Slam número 22 para afianzarse en el liderato de los líderes y sonreír ante todas las adversidades que ya habían llegado y estaban por llegar.
Porque en julio, tras mostrar muy buenas maneras en Wimbledon y asomarse a las rondas finales, una rotura en el músculo abdominal lo obligó a parar antes de jugar las semifinales contra Nick Kyrgios. A partir de ahí, anecdóticos intentos por volver, derrotas en perimas rondas, en octavos del US Open, con otra rotura, y fin de la temporada con una victoria ante Casper Ruud ya eliminado de la Copa de Maestros. Y eso solo en 2022.
Pero el historial médico de Nadal es igual de largo que su palmarés. Y se inició cuando todavía vestía pantalones piratas y camisetas sin mangas. Esa rotura en el escafoides del pie izquierdo que lo obligó a inventarse unas plantillas para asegurar la posición en el juego sin desestabilizarse. Ese rival se llama síndrome de Muller-Weiss y derivó en una descompensación del cuerpo que presionó otras zonas.
Si del pie estaba servido, llegaron las molestias en las rodillas. Nombre del rival: tendinitis crónica. Por su culpa se quedó sin Copa de Maestros en 2008, y, sobre todo, por su culpa perdió su primer partido en Roland Garros allá por 2009. La ausencia y las molestias continuarían en Wimbledon de ese año y en el Abierto de Australia 2010. El síndrome de Hoffa, inflamación del tendón rotuliano, derivado de ese desgaste, lo obligaría en 2012 a parar seis meses de julio: sin Wimbledon, sin US Open, sin Juegos, sin Australia 2013.
Otro punto de apoyo como es la espalda lo atacó en la final de Australia 2014 ante Stan Wawrinka, y volvió a sufrir a principios de 2021.
Las muñecas han sido otro de sus puntos débiles. Fueron motivo de una larga ausencia a finales de 2014 y lo descartarían de Roland Garros y Wimbledon en 2016. En 2018 fue el psoas-ilíaco el que lo apartó de las pistas a final de año. En 2020, la pandemia, y este pasado 2022, la costilla, el pie, el músculo abdominal.
Tenía ganas Nadal de salir de esa vorágine negativa. Tenía ganas de volver a sentirse tenista. Tenía ganas porque son 36 años y cada vez quedan menos opciones. Por eso aguantó ante Mackenzie McDonald en pista aunque el dolor no lo dejara ni moverse. Por eso aguantó hasta ese 7-5 del tercer set, por si el tiempo, la experiencia, su orgullo, le permitían aguantar un poco más, ganarse otro día, otra opción de seguir en un Grand Slam. Pero no pudo ser, el psoas-ilíaco estaba dañado, como indicó tras hacerse una resonancia, y 2023 empieza como terminó 2022, entre dolores, frustración y adioses precipitados.