Elena Rybakina, campeona en Indian Wells tras batir a Sabalenka, su bestia negra

Llegaban ambas en un excelente estado de forma, protagonistas de la final del Abierto de Australia, aunque en enero fue Sabalenka quien se impuso. Se toma la revancha la kazaja esta vez, la primera tras cuatro intentos. De paso, mejora su porcentaje de finales: en pista rápida solo había ganado una de siete. Ya tiene dos. Y esta es de categoría: primer WTA 1.000 en su vitrina.

Competidoras ambas hasta el extremo, la fogosidad de la bielorrusa era apagada por la frialdad de la kazaja, inmutable gane o pierda, pero que ya había apagado a la número 1 Iga Swiatek. Se buscaron los nervios, atacar el resto porque temblaba la mano al saque. Hasta en eso andaban parejas. Intercambios largos, potencia con las derechas, colocación en los reveses y chispazos en cada envite.

Ya habían saltado antes, todavía candente el tema de los tenistas rusos y bielorrusos. Rybakina ya habló de su origen ruso y nacionalización kazaja en la adolescencia cuando levantó Wimbledon el año pasado, a Sabalenka le tocó hablar ahora, después de que Tsurenko se negara a jugar contra ella: «Hay mucha tensión entre nosotras, pero creo que no le he hecho nada malo a Ucrania; ni yo, ni los atletas rusos, ni los bielorrusos. Todos intentamos mantener la calma en el vestuario sabiendo que no es culpa nuestra y que todos entendemos a los ucranianos, y realmente nos sentimos mal por ellos. Algunos hemos ayudado, aunque no públicamente». Más allá de la tensión extradeportiva, lo que condenó a Sabalenka fueron los errores, las dobles faltas (10), y una Rybakina que por fin centró la cabeza y sacó las uñas en los momentos clave ante la rival que peor se le daba.

Hubo temblores, excesivos en el tie break, con varias bolas de set para ambas. Ahí, el temple de la kazaja. Si Sabalenka había sido capaz de despistarse pero volver al partido con la misma facilidad para levantarse del bajón en las cuatro ocasiones anteriores, no fue ayer, desnortada mentalmente y solo presente al final por esos latigazos que tiene por derecha. Pero la varita era de Rybakina, más repertorio, mano fina, revancha y título de Indian Wells. Y una pequeña sonrisa para celebrarlo.