WIMBLEDON

Djokovic apuesta todo al verde de Wimbledon

Con dudas por el covid sobre su participación en el US Open, se juega sn año en la final ante Kyrgios

Djokovic en la semifinal ante Norrie ep

Bromea Novak Djokovic con su partido de mañana contra Nick Kyrgios. «Seguro que hay fuegos artificiales», ríe ante la grada, consciente de que le toca uno de esos rivales siempre complicados y que tienen en el saque un arma mortífera, especialmente dañino en una superficie ... como la hierba. Libera tensiones después de doblegar a Cameron Norrie que le ha exigido remontar un primer set adverso y una buena dosis de concentración porque el apoyo, esta vez era lo normal, siempre estuvo con el británico, héroe local que se marcha de Wimbledon con su primera semifinal y una ovación estupenda de todos sus convecinos.

No empezó bien el serbio, atascado ante un Norrie sin nada que perder, y aletargado en su planteamiento. Después lo explicaría: «He comenzado mal porque he jugado muchas otras semifinales de Grand Slam, pero esta era diferente: me había puesto mucha presión por las expectativas». Esas expectativas pasan por el hecho de que casi se ha visto en la obligación de ganar este Wimbledon. Porque es su refugio desde hace un tiempo, sin olvidar que ha ganado nueve veces en Australia, y porque, por ahora, no tiene más opciones de alzarse con un Grand Slam este año. Era una apuesta total al verde londinense y, por ahora, está ganando todas las manos.

Se lo ha jugado todo al verde después de que el coronavirus afectara a buena parte de sus opciones de ampliar palmarés y recortar distancias con Nadal en el número de grandes. Su otro jardín, el australiano, le cerró las puertas en enero después de un extraño intercambio de pareceres entre el gobierno local y el jugador. El serbio aterrizó en Australia con una exención médica para no tener que vacunarse contra el coronavirus, pero hubo detenciones, retenciones y una deportación final al concluir las autoridades locales que no tenía todo en regla y no iba a pasar por encima de las normas por mucho número 1 que fuera.

La negativa a vacunarse también le impidió sumar horas de vuelo y quizá algún título en la gira norteamericana, cerradas las fronteras de Estados Unidos a los no vacunados. En París no fue el virus, pero sí un Nadal eufórico quien lo fundió en sus aspiraciones para sumar un tercer Roland Garros. A estas alturas de año todavía no sabe si podrá disputar el US Open, que empieza el 29 de agosto, por lo que no podía especular ni esperar.

Así que la apuesta pasaba por Wimbledon, donde ha ganado en seis ocasiones, donde ha encadenado una racha de, con la de ayer, 27 triunfos consecutivos, donde jugará mañana su octava final y su trigésimo segunda de Grand Slam. Líder de esta barbaridad de dato en el circuito masculino y solo con Chris Evert (34) y Serena Williams (33) por encima, pues empata con esta con Martina Navratilova. Por detrás quedan Roger Federer (31) y Nadal (30).

Ayer subió el nivel cuando tocaba. Esas cosas que hacen los mejores con absoluta facilidad, saber y poder ser mejor, mientras el resto de los mortales, como Norrie, no tiene otra opción que salir al cien por cien siendo los mejores desde el vestuario si quieren, al menos, soñar con una oportunidad. Y aun así, a Norrie le dio para ese primer set y arañar unos pocos juegos más para disfrute de sus paisanos.

Pero fue Djokovic el que manejaba el encuentro con absoluto control en cuanto se puso la gorra. Estaba en su salsa, en 'su' pista, la que conoce como nadie aunque el césped cambie de un año para otro, de un partido para el otro, porque aquí ha encadenado 38 triunfos. No pierde en la Pista Central desde la final de 2013 contra Andy Murray. Se entiende este dato porque las otras dos derrotas que ha tenido, contra Sam Querrey en 2016 y contra Tomas Berdych en 2017, se produjeron en la Pista 1. «Ha sido el día más caluroso del torneo, no tenía buenas sensaciones al principio con el golpeo, he tenido suerte al poder romperle en el segundo set. Es una buena racha, pero el trabajo no está terminado».

No, le falta un partido, el de mañana ante Kyrgios, descansado al no disputar su semifinal contra Nadal, que abandonó el torneo por la lesión abdominal. El australiano es novato en estas lides, pero se lo está tomando en serio. Ha mostrado nivel y cierta contención de sus propias locuras en esta edición y sabe que Djokovic lo quiere, lo necesita, le urge triunfar en este Wimbledon al que ha apostado todo.

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