Tenis
Djokovic anula a Sinner y prosigue su marcha triunfal hacia su novena final de Wimbledon
El serbio apaga el ímpetu del italiano con un partido de contención y efectividad soberbio y suma su victoria 92 en esta pista, a la caza del octavo título
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Iniciar sesiónSigue Novak Djokovic su marcha imperial en Wimbledon. Clasificado para la novena final de su vida en esta pista que conoce mejor que nadie. Firma u partido pulcro, soberbio en lo mental y efectivísimo en la ejecución. Anula a Jannik Sinner en dos horas y ... 47 minutos por 6-3, 6-4 y 7-6 (4) sin mostrar ni una grieta.
No es Roger Federer en su entrada en la pista, pero hay cierta veneración por Novak Djokovic en esta pista central de Wimbledon, cerrada porque el verano londinense se ha convertido en otoño y la lluvia está presente desde primera hora del día. Así el aplauso de inicio y la ovación final suenan más fuerte. No es de extrañar, son aquí 92 victorias, solo 10 derrotas, siete títulos y a la caza del octavo, los de Federer. Djokovic no es él, pero hay veneración y respeto por todo lo que ya significa. Una barbaridad que se encarga de anular con la siguiente: 35 finales de Grand Slam, líder absoluto por delante de Chris Evert (34), Serena Williams (33), Martina Navratilova (32), Roger Federer y Steffi Graf (31) y Rafael Nadal (30); novena en Wimbledon.
Wimbledon
Semifinales
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6 | 6 | 7 |
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3 | 4 | 6 |
Es demasiado en las manos de este Jannik Sinner, que le ganó dos sets en esta pista en 2022, y aun así poco pudo hacer cuando se puso serio el serbio. Firmes en algunos momentos, elegantes siempre, todavía un poco blandas en algunos lances, sobre todo con este Djokovic imperial que se pasea por la pista central con la elegancia y la efectividad de quien es ya el mejor de todos en todos los campos.
Hay un mundo entre este Sinner y este Djokovic que no tiene prisa, que aguanta su primer saque con dos bolas de break en contra, y que aprieta desde el segundo con la derecha cruzada. Ahí engatusa una y otra vez al italiano, que cumple con un tenis maravilloso, aferrado a ese revés bravísimo, pero que no encuentra modo de desarticular al rival. A cada opción que le ofrece, le llega una mejor.
En este Djokovic que no quiere desgastarse nada, jugando este partido y ya el del domingo a la vez, hay un tenis perfecto. La derecha larga amordaza a Sinner al fondo, la cruzada, lo deja sin resuello; la volea lo desactiva y el saque lo salva de todos los peligros. Solo es un toque, un giro de muñeca, pero es implacable el serbio, que no corre cuando no tiene opciones de llegar bien, que asegura sus servicios con cuatro saques directos si es necesario para amarrar el primer set.
Lo hace todo bien Sinner; valiente, entregado, comprometido con su estilo de juego. Celebra cada punto con puño en alto; no le queda otra que animarse. Pero son las migajas. Al otro lado está el serbio más preciso, ese que en Wimbledon juega a otro deporte: seguro con su servicio (solo ha perdido tres veces su servicio en todo el campeonato, ninguna ayer), aséptico y sin desgaste (nueve opciones de rotura creadas, tres disfrutadas), un robot mental (seis opciones de rotura en contra –dos bolas de set–, todas salvadas), pero un muñeco elástico en los movimientos: resbala, frena, se equilibra, recupera cuando y como quiere. Convierte todas las armas del resto de superficies y las aplica en esta, la más viva en insegura, y sigue en pie.
Es él y esa forma de afrontar el tenis que ya cada vez se ve menos. El tenis de siempre, el de la estrategia, el de la táctica, el de no ceder a la potencia por la potencia. Son ocho saques directos para Sinner, son once para Djokovic, que saca a 200 kilómetros por hora cuando lo necesita, pero también a 130. Le vale igual para solventar otra bola de rotura en el segundo set.
Hay variedad de alturas, de lados, de velocidades en los golpes, para que Sinner, una y otra vez, encuentre dificultades y mermada su posición de ataque. Es un giro de muñeca para que Djokovic pase de golpe plano a cortado, ambas pelotas igual de bajas tras el bote, que obligan al italiano a esforzarse con las rodillas más de la cuenta. Y si a Sinner, como a muchos de su promoción, le cuesta mantener el tipo en las opciones de rotura a favor, para Djokovic es puro oro, firme como el hielo para atraerlas a su marcador. Unos ladran, él muerde.
A la máquina de tenis en la que se convierte en esta pista solo le entró un cortocircuito al final del tercer set. Con 15-40, dos bolas de set para Sinner, un grito a destiempo enciende su rabia. Salva las dos opciones y se encara con el autor del grito: gestos de lloriqueo, risas y hacia delante. No hay quien lo pare. En el tie break, ese lance que el serbio maneja de maravilla, ya son 15 consecutivos en Grand Slam en este 2023, tres errores de Sinner, a quien le falta la sangre que le sobra a Djokovic. En su novena final de Wimbledon, imperial en su ejecución, soberbio en su fortaleza mental. Y que pase el siguiente.
«Me gustaría pensar que sí, que estoy jugando el mejor tenis. Tienes que estar perfecto en todos los aspectos, físico, mental y emocional. Intento no mirar la edad como un factor determinante dentro de la pista. Al contrario, tengo 36 años y me siento muy bien; me motiva y me inspira. El tenis me ha dado mucho, a mí y a mi familia, e intentaré jugar lo máximo posible», comentó a pie de pista.
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