Tenis / Mutua Madrid Open
Una Caja Mágica atípica: el primer año sin Nadal, un apagón y nuevas realidades
El torneo cierra su edición más atípica por bajas, derrotas, debates y un día sin luz para la historia
Un Ruud liberado y feliz se deshace de la maldición: campeón en Madrid
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Iniciar sesiónSe cierra la Caja Mágica y se quedan dentro los ecos de una edición en la que se recordó la figura de Rafael Nadal en los carteles de los campeones y en las conversaciones por los pasillos. El primer año sin él ha supuesto un ... vacío emocional en el público y también en el espíritu de este torneo, al que le ha costado llenar las gradas de sus tres estadios, salvo en la final masculina, a pesar de estar todo vendido, y siempre pasillos llenos desde primera hora y desde el primer día. Porque al adiós profesional del balear se juntaron la baja de Carlos Alcaraz y Paula Badosa y la derrota en primera ronda de Novak Djokovic.
El tenis nacional notó el vacío, y pasa a la historia esta edición porque es la primera vez que no hay raquetas españolas más allá de la tercera ronda, que defendió Alejandro Davidovich, en ninguno de los dos cuadros individuales. Quizá una nueva realidad a la que deberá acostumbrarse el personal tras tantos años de récords, semifinales, finales y títulos con nombres patrios. Para Davidovich, el que más resistió, apeado por Alexander Zverev, son rachas y ciclos normales, y hay que confiar en los que están; para Roberto Bautista es también una cuestión de observar lo que se hace bien y lo que se puede mejorar.
Ante esta situación, Madrid ha observado los dos caminos en los que discurren el circuito femenino y el masculino, que han cambiado las tornas de un tiempo a esta parte. Mientras en el cuadro WTA el ranking prevalecía, con las top ejerciendo de líderes; en el masculino eran nuevos nombres los que revolucionaban las rondas, con victorias sobre los teóricos favoritos. Y también la Caja Mágica ha despertado el interés por nuevos nombres. Ahí estuvieron Joao Fonseca y Mirra Andreeva, talentos adolescentes que se han ganado un buen puñado de adeptos, o Gabriel Diallo, el 'lucky loser' que sorprendió a todos.
La nueva realidad del tenis la vive Djokovic, incapaz de sortear su propio bache anímico después de lograr la cima de su carrera: ese oro olímpico en París. En Madrid, otra derrota de las duras y alargada la agonía a una ausencia en Roma que dejan entrever un final sin demasiadas curvas ya: «Tener que pensar en los primeros partidos en lugar de en rondas finales o títulos es una nueva realidad. Sé que es el ciclo de la vida, pero es también un reto mental».
La nueva realidad para el tenis también se ha instalado en este torneo de Madrid en forma de debate: con la idoneidad de alargar las competiciones de categoría 1.000 a dos semanas. Una tendencia en los últimos tiempos en todo el calendario y que no todos abrazan. Los tenistas se han inclinado en estos días por jugar todo seguido, en una semana. El descanso, interpretan nombres como Zverev, Ruud, Tsitsipas y De Miñaur, se disfruta en casa y no en los hoteles y lejos de la familia. Al otro lado, Aryna Sabalenka, campeona de esta edición -y por tercera vez en su carrera- las dos semanas le aportan el equilibrio entre la exigencia y la desconexión. Un debate sin solución. Ni vuelta atrás.
Como tampoco ha habido consenso estos días con el videoarbitraje. Aunque se asume que es lo que hay que aceptar, en estas dos semanas se han experimentado divergencias casi extraordinarias entre lo que el ojo humano veía en la pista y lo que registraba el ojo tecnológico. Zverev, Azarenka, Davidovich y Lys no entendieron algunas de las decisiones que el sistema electrónico tomó por ellos, sin que no hubiera otra respuesta por parte de los jueces de silla que la de encogerse de hombros.
Y de esos pequeños apagones, al gran apagón por el que pasará a la historia esta edición. Porque también la Caja Mágica fundió a negro el lunes 28 de abril, como el resto de la Península. Una situación atípica para todos que los tenistas vivieron con deportividad, como no podía ser de otra manera. Gauff y Andreeva terminaron sus partidos con el marcador gritado por el juez a viva voz. Y hubo más compañerismo, admitía la rusa, sin tantos móviles y más tenis. El espectáculo que cierra otra edición en Madrid, envuelta en nuevas realidades.
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