MUTUA MADRID OPEN
Los ángeles de la guarda de la tierra batida madrileña
Los pisteros del Mutua Madrid Open aseguran la óptima calidad de la superficie en todas sus pistas
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Daniel Cebreiro
Madrid
Para que los jugadores vuelen sobre la tierra batida de Madrid, es imprescindible el trabajo de los pisteros. Son los encargados de que esta superficie tan especial esté en óptimas condiciones.
Uno de los trabajadores del estadio Manolo Santana es Adrian Cristurean ... . Empezó su recorrido como pistero en 2012, pero en las labores de construcción de las nuevas canchas de la Caja Mágica. Posteriormente fue elegido de entre 120 empleados para incorporarse al equipo de pisteros del Mutua Madrid Open. Primero, en las de entrenamiento. Después estuvo ocho años en el estadio Arantxa Sánchez Vicario, y finalmente, pasó a ser responsable del Manolo Santana. «Me ha tocado la pista pequeña», afirma entre risas.
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El torneo, tras su reciente ampliación, dura dos semanas. Sin embargo, el trabajo de Cristurean y sus compañeros se inicia tres meses y medio antes con el proceso de regeneración de las pistas, un «trabajo duro». Consiste en quitar y renovar la tierra y las líneas, colocadas con 6.000 clavos en cada cancha. Una vez establecida y nivelada la nueva arcilla, se vuelven a fijar los límites del campo.
Tierra parisina
La tierra batida utilizada en Madrid proviene de París y es la misma que en Roland Garros, lo que implica un cuidado más meticuloso. «El trabajo parece el mismo, pero con esta arcilla se hace más complicado», explica. El comportamiento de este material ante condiciones como el calor o la lluvia no es óptimo. «Aunque la superficie se agriete y haya que mantenerla húmeda, yo prefiero el calor, porque la lluvia detiene los partidos y nos complica la vida», asevera.
La jornada de los pisteros de la Caja Mágica comienza a las seis de la mañana, cuando se destapan las pistas, se renueva y se nivela la arcilla y se riega para que tenga un buen estado de humedad. El equipo que cuida del Manolo Santana está formado por nueve personas: cinco en cada turno, mañana y tarde, con Cristurean presente en ambos.
Asimismo, reconoce que el aspecto más difícil de su trabajo es conseguir que los jugadores queden satisfechos con el estado de las canchas. «Si hay quejas, sientes que tu trabajo no ha servido para nada. La recompensa más grande es cuando los tenistas hablan bien de las pistas. Entonces, sentimos que hemos hecho un buen trabajo».
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Cristurean admite que es una profesión dura que exige mucho a nivel físico y mental. «No es fácil ponerte de rodillas en enero para nivelar una pista o manejar carretillas con toneladas de tierra». Sin embargo, las claves para llegar a ser pistero y sentirse realizado, concluye, son «compromiso, mucho esfuerzo y estar preparado para trabajar duro».
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