Mutua Madrid Open
Alcaraz, en semifinales con otro truco de escapismo ante Khachanov
El murciano se salva de un bloqueo mental en el segundo set en el que remontó de un 1-4 y se clasifica para semifinales tras una hora y 50 minutos (6-4 y 7-5) donde se cita con Borna Coric
Alcaraz, maestro de las dejadas: entrenadores y rivales analizan este golpe
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Iniciar sesiónNo quiere decir que es superior. Lo niega, intenta no creérselo, le repiten que pies en la tierra. Pero cada puesta en escena suya desmonta sus propias palabras. Porque gana jugando mal, contra Ruusuvuori, gana pasado de optimismo, contra Dimitrov, gana por concentración, contra Zverev, ... y gana por estar ahí, un poco más y un poco más y un poco más, contra un firme Karen Khachanov. Carlos Alcaraz se clasifica para las semifinales de este Mutua Madrid Open con otra versión de sí mismo. Una mezcla de las anteriores y algunos argumentos nuevos. Con algún fallo de más, con alguna duda de más (26 errores, por 16 de Khachanov), con otro truco de virtuosismo mental. Ya lo decía él, el peor rival de un jugador es uno mismo. Su próximo rival es Borna Coric, verdugo de Daniel Altmatier (6-3 y 6-3), con quien nunca se ha enfrentado.
Mutua Madrid Open
Cuartos
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Alcaraz no permite errores. Incluso jugando con algunas dudas de más, el español lee enseguida qué posibles heridas puede abrir en el rival. Ahí estaba Khachanov, concentrado, seguro, potente, adelantándose en cada resto para no dejar respirar al español, con una derecha portentosa que incomodó de lo lindo. Respondón, coordinado, encontrando el hueco. Pero se despistó un instante. Solo uno. No salió el primer saque, Alcaraz se desmarcó con un punto a lo Alcaraz -que también suma incertidumbre en la cabeza rival-, y se pensó que una pelota era mala y no la contestó con la suficiente fuerza. Todo el buen trabajo hasta el momento, en esa bola que cayó en la línea.
Después, el Alcaraz que marca las distancias. Con 40-0 a favor de Khachanov, una carrera de más, una dejada acertada por fin, deuce. No es solo por alegrar al público, sino por mandar un mensaje al oponente. Ni con tres puntos en contra, ni con la opción de terminar el set con mi saque en el siguiente juego, voy a dejar que respires. Así agota al personal, por físico y por mentalidad. Aunque ni siquiera él esté al cien por cien.
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Ese no estar al cien por cien pasó factura. Khachanov no cedió. La estrategia, clara desde el inicio, volvió a proporcionarle buenos puntos y grandes momentos. Y Alcaraz no supo frenar los caballos que comentaba en la previa. Menguó la chispa, restos lanzados al cielo, fallos con la derecha, dejadas que no superan la red. Y ante el ruso, potencia en progresión, cuatro títulos (aunque el último en 2018) y en ascenso en la confianza, lo pusieron contra la pared. Alcaraz dubitativo y Khachanov, contra Alcaraz.
Gestos, conversaciones con su palco, sonrisas irónicas, amagos de tirar la raqueta, despistes, una versión fallona, más de la cuenta, a la que le costaba encontrar las soluciones. Cuando ante Ruusuvuori amenazaba tormenta, apeló a la paciencia. Ante Khachanov le costó sacarla un poco más. Pero ahí estuvo, enfadado y confuso, pero ahí, el Alcaraz de Ruusuvuori y el de Zverev, tesón y sobriedad.
Con 4-1 abajo, el truco de escapismo, la bravura en las decisiones, la convicción en sus ejecuciones. Fueron 29 ganadores, por 14 del ruso. Incluso en los momentos más difíciles. Con Khachanov a dos puntos de 5-1 y saque, respondió Alcaraz con una dejada; en el siguiente punto, un golpe afinado a la línea. La superioridad era esto.
«Sí, la clave han sido esas dos bolas de ‘break’ que eran casi de set. En mi cabeza estaba romper su servicio y luego ya veríamos porque cerrar un set nunca es fácil y me daría una nueva oportunidad. Hemos sacado ese juego de milagro por un revés que ha entrado por milímetros», reía después, despejada la tensión.
Pero había que hacer ese revés paralelo. Como había que hacer la dejada anterior, y como la decena que intentó y que acabó por afinar hasta la extenuación de Khachanov. «A veces las utilizo porque la voy pensando desde el principio del punto, y otras, porque no sé qué hacer. En ciertos momentos no veía hueco en el juego de Karen por su nivel, porque veía difícil desbordarlo desde el fondo, y las he usado porque tengo confianza en ese golpe. Hoy ha sido más por bloqueo mental que por estrategia», volvía a reír, como un mago que explica sus trucos ante la incredulidad de su público. Son trucos, sí, pero como los magos, los entrena cada día. Tanto ese revés que ha entrado por milímetros como esas dejadas han salido bien porque había confianza en que saldrían bien (29 ganadores).
Punto a punto, un muro atrás, hasta encontrar la grieta de nuevo. Un Khachanov, ya menos contundente en los restos, ya menos ordenado, ya con más carreras de la cuenta, ya contra el Alcaraz de las 27 victorias en 29 partidos.
Levantado del bache con mono de trabajo y una mentalidad fría que recuerda a otras pero es única, el murciano acabó por disipar las nubes con buenos primeros saques por fin y afinada la muñeca en las dejadas. Hasta que la pelota cayó de su lado, figurada y literalmente. Ya con 6-5 a favor, una pelota rozó la cinta, pero pasó al campo contrario. En el siguiente punto, muy parecido, el ruso tuvo la misma situación, pero la pelota se quedó en el suyo.
Alcaraz gana jugando mal, con fuegos artificiales, con sobriedad y con ese punto de coraje que, combinado, crea una fórmula que nadie ha sabido descifrar hasta el momento. Porque cuando no es superior por tenis, sigue habiendo recursos, atrevimiento, convicción y trucos, físicos y mentales, para salir de todas las situaciones. Ser superior es esto.
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