Alcaraz exhibe trucos y seriedad para superar a Korda y pasar a octavos

Y menos aún en la siguiente ronda, donde se cruzará con Ben Shelton o Felix Auger-Aliassime, que terminan el sábado su partido interrumpido por la lluvia.

Se presagiaban fuegos artificiales y no defraudan el español y el estadounidense. Son hijos del tenis actual, potente y veloz, pero son hijos únicos cuando se trata de inventar, que son los dos artistas con la raqueta de esos que encantan al público. No solo ofrecen espectáculo por energía, sino también por esos trucos de magia en forma de dejadas, globos, cortados, subidas a la red y ocurrencias insospechadas con los que atrapan al personal.

Después de dos inicios de partido dubitativos, sale el Alcaraz más enchufado. Después de perder sus dos primeros de saque tanto ante Wolf como con De Jong, es él quien rompe de inicio, como para dejar claro a Korda que los bajones de los dos primeros partidos están sujetos, y que esto no será como cuando eran pequeños y todo estaba igualado; aquí, él es semifinalista. Pero también Korda responde: break de vuelta que es verdad que no es como cuando eran pequeños, que él también ha crecido.

No escatima esfuerzo ni gruñidos Alcaraz, tampoco esconde la derecha, con la que atiza de lado a lado una y otra vez porque Korda insiste en que tiene que dar siempre una más para ganar el punto. Podrían haber tenido caminos paralelos también, porque el estadounidense es el más aventajado de sus paisanos Fritz, Tiafoe y Shelton, pero lo atraparon las lesiones, débiles esas muñecas por las que tuvo que parar casi un año y le impidieron desarrollar su trayectoria como el español.

Atrapa puntos con la derecha cruzada, y con el servicio engatusa al español, ahora fuerte, ahora liftado y endiablado; hay pocos errores en su mano, y suelen estar tan ajustadas a las líneas que tiene trabajo el juez de silla. Incluso planta cara a Alcaraz en la potencia del drive, que le devuelve un par al español y eso que se había desgañitado el murciano para sacar toda la velocidad que lleva en esa mano.

Pero además de las muñecas, la otra parte de Korda más débil es la cabeza. El estadounidense plantea batalla de igual a igual, pero no es igual a este Alcaraz que no se deja llevar por sus fantasmas. No esta vez. Y en el juego de ajedrez mental del noveno juego, es una bola de break que logra el español y que se convierte en jaque porque en el remate cerca de la red se quiebra el estadounidense: derecha con fuerza pero sin fe que choca con la cinta y queda en su campo. Alcaraz no se quiebra con su servicio; el primer juego en blanco del partido, set para el español.

Entra Alcaraz en modo Alcaraz, el de siempre, el de las derechas que levantan a la Philippe Chatrier porque son obuses que se saca en un microsegundo, el de descifrar la estrategia del rival hasta destrozarla con dejadas estupendas y globos milimétricos. Apenas cuatro puntos de trece suma el estadounidense en la red.

Con ese mismo truco, que Korda no acierta a leer, rompe Alcaraz en el tercer juego. Se enciende el español que responde con más ángulos a los ángulos del rival, que devuelve con más velocidad la velocidad del rival, que practica las dejadas y cada vez salen mejor.

No quiere Korda que este partido se parezca al otro que protagonizó con el español en Roland Garros: aquel 6-4, 6-4 y 6-2 que mostró demasiadas diferencias entre ambos. El Korda de 2024 se resiste a ceder tan fácil esta vez. Recupera el break exhibiendo todo lo que tiene, con ese revés tan afilado que cruza como un rayo y atraviesa a Alcaraz, que tiene que continuar con esa concentración hasta el tie break.

«A por él», le incita Juan Carlos Ferrero, una indicación en cada punto. «Paciencia», le aconseja su hermano. Y en una mezcla de ambas cosas, va inclinando la balanza hacia su lado. Y en el momento definitivo, 5-4 a favor del español, Korda palidece con una derecha que se le va larga, y Alcaraz es capaz de destrozar el aire con su derecha para atrapar el segundo set. Una de las siete diferencias.

Otra es que a Korda se le han acabado las ganas de luchar. No había habido apenas juegos en blanco y Alcaraz se gana dos en el tercer parcial. Le cuesta al estadounidense superar ese tie break perdido, y el brazo se le vuelve de mantequilla. Hay errores (41 al final), hay falta de concentración y las piernas ya no llegan al recital de dejadas (21, por 6 de Korda) y cortados en los que se afana el español para acabar por dejarlo sin aliento.

No quiero pasar más tiempo en pista del necesario Alcaraz, y aprieta desde el resto en el sexto juego, ya con 4-1, porque ve que el rival está descosido, que se le escapan muchos golpes y que no le sostiene el primer saque. No puede cerrar al resto, pero no hay problema. Hay piernas para llegar a todo y muy buen saque para confirmar esa subida de nivel y sentenciar un partido complicado en dos horas y 39 minutos. Podrían haber llevado un camino paralelo, porque hay magia en sus manos, pero es Alcaraz el que ha crecido más, mucho más, y Korda se ha quedado atrás.

«Es superdivertido verte jugar, Carlos», le regala Mats Wilander. «Ha sido un gran partido, he jugado mucho mejor que en los partidos anteriores. No estaba muy preocupado por Korda antes del partido. Porque conozco de lo que soy capaz, aunque sí que golpea muy duro. He tenido que correr mucho de lado a lado, como si fuera un maratón», comentó en la pista. Y confesó que ha cambiado un poco el saque, que ya no hace ese paso hacia atrás sino solo el movimiento de la mano y golpea más alto para golpear con más recursos. «Me siento genial. Me siento increíble jugando en esta pista. Tengo grandes recuerdos. Me siento mejor y mejor cada partido que juego aquí. Y estoy deseando jugar la segunda semana y espero continuar», zanjó el español.