Alcaraz cambia las lágrimas de Nadal por esperanza

No le faltan nervios al murciano, que sorprende a Málaga con un 'break' en contra y hace palidecer al planeta tenis, pendiente de este partido para que ocurra el milagro de ver un poco más a Nadal. Ya no se pide que sea con la raqueta en la mano, porque se ha asumido la realidad que lleva arrastrando dos años: la última lesión lo ha dejado demasiado lastrado, atrás en un tren competitivo porque han sido demasiados meses de enfermería mientras el resto de los jugadores seguía aumentando el nivel, la velocidad, la rapidez y el listón. Pero se quiere un poco más de Nadal aunque sea en el banquillo, que es puro espectáculo porque no para quieto: se levanta, se pone nervioso, se gira para hacer un comentario analítico hacia quien tenga al lado. Es un tenista y siempre lo será, aunque guarde la raqueta y desfile por Málaga su último drive.

Conversa con Ferrer, con Bautista, con Granollers. Anima a Alcaraz en sus fallos, pocos a partir de la recuperación de la rotura, y rompe a aplaudir y a lanzar puños al aire cuando ve que su testigo en el tenis español ya ha cogido el mando del partido. Es un 'tie break' sin tacha, cero puntos se deja ante el neerlandés, a quien ha ganado con rotundidad en los cuatro choques anteriores, y encarrila el segundo capítulo con la misma celeridad. Que quiere terminar pronto porque el dobles es definitivo, para él, para España y para Nadal, por quien quería jugar a toda costa, y a su mejor nivel, por todo lo que le ha supuesto en su vida profesional: empezó en el tenis por él y siguió su estela para ser lo que es hoy.

A Grieskpoor se le acaba la energía y Alcaraz despliega todo su potencial, recursos de dejada y 'drive' solidez y fiesta con el banquillo, que se extrapola al Martín Carpena para celebrar por todo lo alto este triunfo que alarga la esperanza de ver a Nadal un poco más, sea donde sea, en el mundo del tenis. «Confío en Alcaraz», decía el balear. «A por todas», aceptó el murciano. Equipo.