Tenis
Alcaraz arrolla a Medvedev y acepta la cita de Djokovic en la final de Wimbledon
El español empequeñece al ruso en una hora y 50 y jugará su segunda final de Grand Slam, la primera en Londres, contra el serbio
Así hemos contado el partido en directo
Djokovic anula a Sinner y sigue su camino triunfal hasta la final de Wimbledon
Ya tiene Wimbledon la final que quería. Veteranía y juventud. Vieja guardia contra revolución veinteañera. Carlos Alcaraz y Novak Djokovic. El casi nada contra el casi todo. El español firma un partido impecable en el que empequeñece a Daniil Medvedev en una hora ... y 50 minutos y se cita con su propia historia, primera final del Grand Slam londinense (segunda en total, tras la del US Open 2022), y con el serbio, que aspira a su octavo título en la Catedral.
Wimbledon
Semifinales
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3 | 3 | 3 |
Es su tercera semifinal de Grand Slam. Ha tenido que esperar a que se resolviera la anterior, entre Djokovic y Sinner, pero sale a la pista con una seguridad infranqueable. Firme, rápido, concentrado. Otro partido de madurez aunque tenga 20 años y solo sea su tercer Wimbledon, y solo lleve 17 partidos en hierba. Ya es un veterano en este escenario, que se vuelca con él porque aporta frescura, un tenis inteligente y una promesa de que incluso crecerá todavía más.
Son Alcaraz y Medvedev dos estilos del ahora, pero con cierto aire de antaño. Para delicia del espectador de Wimbledon, que celebra disfrutar de estos dos genios del tenis, estas cuatro manos llenas de magia. Si la semifinal entre Djokovic y Sinner fue una lección contundente de entereza y precisión, por parte del serbio, la del español y el ruso es una fiesta llena de artificios. Hay potencia, por supuesto, y diabluras: dejadas por aquí por parte de Alcaraz, reveses teledirigidos por parte del ruso. Hay, sobre todo, valentía en la puesta en escena, un pulso lleno de viveza, entrega y calidad.
Apuesta el español por la táctica que tanto le sirvió en la final de Indian Wells, donde fundió a dejadas al ruso. No son tantas las que deja pasar esta vez Medvedev, que ha entrenado más este golpe, pero ya le va bien a Alcaraz. Por su parte, el 3 del mundo acierta con los golpes planos, medidos en la línea de fondo, para desbaratar que el rival pueda montarse sobre la pelota para descerrajar un drive o dejarle pista libre para ejecutar sus dejadas.
Alto, espigado, destartalado en ocasiones, al ruso es difícil leerle los golpes. Planos en su mayoría, de esos que despiden una pelota tan bajita, especialmente en esta superficie, que obliga a agachar la espalda y las rodillas en un intenso ejercicio de cuádriceps. Está dispuesto Alcaraz a esa exigencia, que contrarresta una y otra vez con buena mano para las derechas e intención en las ideas.
Entre dos tenistas creativos y llenos de argumentos, lo normal es que apenas se distinguieran en un par de detalles. Así es como el español entra en ebullición, seguro con su servicio (81 % de ganados con el primero, mucha más alta la estadística que en los partidos anteriores), mete el pie en el resto, donde se gana una bola de break en el séptimo juego. Ese lance del tenis en el que tanto ha trabajado el español. «Es que esa es la diferencia entre los buenos y los muy buenos. En momentos en los que estás en tensión, con 4-4 o los tie break, es cuando uno tiene que sacar la valentía. Nosotros lo intentamos, por eso doy un plus de nivel», explicaba sobre ese aspecto antes de encararse con Medvedev. Ya en la pista, de las palabras a los hechos. Fuerza el error del ruso, lanza una derecha a la línea y, ante segundo saque, no falla. Break. Set.
No especula Alcaraz. Si tiene que jugar otro partido, sacará otras fuerzas de esa misma adrenalina. Es verdad que, durante todo el torneo, está jugando muy bien, pero tampoco se ha visto obligado a mil virguerías. Es suficiente con un zarpazo aquí y otro allá. Que hay que hacerlos, desde luego. Y los hace muy bien. Determinante cuando debe con la derecha, sin forzar las líneas si no es necesario, es superior a todos sus congéneres con el marcador por delante. No se permite un despiste. La diferencia entre este Alcaraz y los anteriores; la diferencia entre este Alcaraz y todos sus compañeros de promoción.
La otra es que si intuye una grieta, percute sobre ella hasta hacer el agujero. Al inicio del segundo set, repiquetea en el resto, que ya ha visto que al ruso le tiembla el pulso cuando se le responde con saña, y a saña, pocos con más que Alcaraz. Otro zarpazo para empezar y ya no hay vuelta atrás.
Salta del banco, corretea hasta su bandeja para la toalla. Tiene casi prisa por descansar, que sabe que Djokovic aguarda el domingo. Y tiene prisa por sumar el segundo set. Se adelanta otro paso en el octavo juego y son tres bolas de set, desarbolado el ruso porque su pólvora no hace daño y el español vuela libre sobre esta hierba que apenas ha pisado una docena de veces.
Hay saque y volea, dejadas, derechas y todo el repertorio cuando ve hundido a Medvedev. Esa es la otra gran diferencia, que no hay quien enturbie la concentración del español, pues el rival sabe que tiene que hacer mil saltos mortales para vencerlo cuando está en esta racha. Uno salta a la pista decidido, el otro esperando que se acabe cuanto antes. «Vamos, vamos, vamos», se repite en el banco mirando a los suyos, hermano, padre, madre, entrenador, fisio. Ya está con otro break arriba en el tercero. Al otro lado, Medvedev habla solo aunque mire a su entrenador, que le devuelve la mirada sin poder decirle mucho. No en estas circunstancias. No ante este Alcaraz.
Lo intenta, hasta recupera el break gracias a que baja la guardia el español, dos errores con la derecha, una doble falta. Pero vuelve a cederlo a la siguiente.
Y lo vuelve a intentar, hasta recuperar de nuevo el break gracias a que vuelve a bajar un punto la intensidad de Alcaraz. Pero vuelve a cederlo a la siguiente.
Y mientras unos conceden para siempre, Alcaraz trabaja para recuperarlo. Y en otra muestra más de poderío, cumple con su servicio, suma otro saque directo y termina con un passing de campeón. Es lo que consigue este Alcaraz, desesperar al rival hasta anularlo. Como hace Djokovic con los suyos. El domingo se verá qué estrategia puede más.
Alcaraz, por el momento, cumple con la cita. Segunda gran final de su carrera, después de la jugada, y ganada en el US Open 2022. Con 20 años y 72 días es el cuarto más joven en conseguir su billete para el último domingo en Wimbledon, después de Bjorn Borg (ganó en 1976 con 20 años y 27 días), Boris Becker (ganó en 1985 con 17 años y 227 días y en 1986 con 18 años y 226 días), y Rafael Nadal (fue finalista en 2006, perdió con Federer, con 20 años y 36 días).
«Sinceramente, no me lo puedo creer. Voy a disfrutar de este increíble momento para mí y a continuar soñando. Es muy difícil terminar un partido. Tienes que estar muy concentrado. Daniil tampoco quería perder y ha luchado hasta la última bola. He tenido que dar mi mejor versión, ser más agresivo. Ser yo mismo todo el tiempo. Ha sido la clave para terminar este set que siempre es tan difícil», analizó en la pista. «Todo el mundo sabe la leyenda que es Djokovic. Será muy muy difícil. Pero lo intentaré. Creeré en mí mismo, en que puedo ganarle. Lo he visto ganar aquí desde que tenía diez años. Pero esto es una final y sobre todo Djokovic, pero no es tiempo para tener miedo«.
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