Alcaraz se acostumbra a ser otro Alcaraz

Aquí, en la Caja Mágica, se va sintiendo mejor por momentos, pero el antebrazo sigue ahí: «Sigo sin fiarme del todo del antebrazo, y sigo pensando en él. No voy a decir con dudas, pero sí está ahí en mi mente todavía. Me encanta competir e intento hacerlo en cada partido, pero cuando voy forzado, e intento hacer un derecha más agresiva de lo que lo llevo haciendo viene el pensamiento de que vaya a estar ahí. Y cómo va a ir cada partido, qué va a pasar en la pista. Y estos pensamientos tardarán en irse«, contempla el jugador admitiendo que casi es una cuestión mental que física. »Este partido ha sido una prueba de fuego por la potencia del rival, y ha ido superbién. Estoy feliz de ser competitivo sin dolor«.

Pero está pagando un pequeño peaje que, no obstante, también le va a venir bien a la larga: aprender a ser otro Alcaraz, que esa derecha gane más recursos que la pura potencia. Algo en lo que le insiste desde hace tiempo su entrenador, Juan Carlos Ferrero. «No voy a decir que estoy jugando a bajo porcentaje, sino de una manera diferente. Todos estamos acostumbrados a verme, incluso yo mismo, pegar la derecha al 200 por cien, cada vez más fuerte, y muchas veces Juanki me dice que incluso estando bien no hace falta tanto. Que hace falta relajar y sacar hacia delante, que corra la pelota. No es mi cien por cien pero es casi, solo que de otra maneta. Estoy contento de jugar así, más relajado, hacia delante, intentando que corra más la bola», explica después de un partido cómodo ante Thiago Seyboth Wild.

Lo pone en práctica ante el brasileño, aunque hay espacio para que suelte la adrenalina con alguna bola que se la queda corta al rival. Pero se contiene en otras, aprendiendo a ser otro Alcaraz dentro de sí mismo, pero para ser todavía más completo, porque siguen ahí las diabluras y esa mano mágica con la que saca dejadas de la chistera como aguijones con absoluta facilidad.

Y aunque sigan los pensamientos, Alcaraz encuentra el lado positivo de estos dos encuentros en Madrid después de tanto tiempo sin buenas sensaciones: «En la pista me estoy moviendo de muy buena manera y el antebrazo no da problemas. Es en lo que estamos pensando cada día. Pero de nivel me veo con posibilidades de seguir avanzando».

En la siguiente ronda se mide con Jan-Lennard Struff. El alemán, 33 años y 24 del ranking, ya lo puso en problemas el año pasado en la final con esos latigazos en los saques desde sus 193 centímetros de altura, pero Alcaraz pudo doblegarlo al fin con la magia que encandila al personal y que tan especial ha hecho al murciano. Sigue en proceso de aprendizaje, y aunque, por los problemas físicos, lo lleven por un desvío de sí mismo, es otro recurso que lo hará más completo.