La tortura que mina a Nadal

Pero en Rafa Nadal hay que confiar, creer y esperar porque a lo largo de los años ha demostrado una fortaleza y una capacidad de sufrimiento inagotables ante las adversidades surgidas en forma de lesiones: la espalda, una tendinitis crónica de las rodillas, el psoas-ilíaco, la muñeca derecha. También el problema crónico que sufre en su pie izquierdo, conocido como síndrome de Müller-Weiss , y que se le diagnosticó con 19 años. Desde entonces, ha vivido subido a una ola en la que los dolores han aparecido y desaparecido. La inflamación del escafoides avanza imparable y ya le obligó a adelantar a agosto el fin de la temporada pasada. En el Mutua Madrid Open, hace una semana, volvió a sufrir fuertes dolores y en Roma la resistencia no ha dado para más. Ahora toca ponerse en manos del equipo médico capitaneado por el doctor Ángel Cotorro para recuperar ese pie rebelde.

«A diez días de Roland Garros no podemos decir que sea imposible que llegue, lo que sí es difícil es que esos dolores no condicionen su participación», explica a ABC el traumatólogo Pedro Luis Ripoll , codirector del Ripoll y De Prado Centro Médico de Excelencia FIFA. «Nadal ha demostrado muchas veces que rompe todos los límites, todos los pronósticos. No hablamos de un deportista normal, hablamos de una persona con una gran capacidad de resistencia al dolor, habituado a la presión a lo largo de los últimos veinte años».

Pese al dolor y la cojera mostrada el jueves en la derrota agónica frente a Shapovalov, Nadal siguió siendo Nadal y sacó su carácter luchador, demostrando que nunca se rinde. Tampoco delante de los micrófonos, lanzando un mensaje positivo al dejar las puertas abiertas a París: «Mi cabeza sigue preparada para asumir el reto. Sigo creyendo que voy a tener mis opciones la semana que viene. Solo tengo que conseguir que mis pies me permitan jugar».

«No creo que exista el peligro de un agravamiento en la lesión si juega en París, lo que sí creo es que el dolor puede menoscabar su rendimiento», asegura el doctor Ripoll . «Demostrando esa capacidad de sufrimiento, estamos viendo al mejor Nadal de todos los tiempos. Vemos la fibra que está haciendo que Nadal sea un referente no solo como deportista, también como persona», destaca a ABC.

Nadal regresó a las pistas a comienzos de año y ganó el Abierto de Australia , aunque tras la gira estadounidense volvió a parar por un problema en las costillas, reapareciendo en el Mutua Madrid Open la semana pasada. Aquí advirtió de que la vieja lesión volvía a minarle –«el pie siempre me duele, es parte del día a día. Es una lesión crónica e incurable», afirmó– y en Roma, incapaz de pisar bien en el tercer set ante Shapovalov, ha terminado de desatar las alarmas. Los problemas en los apoyos se convirtieron en una imagen fija. «En un caso como el de Nadal hay una serie de actuaciones para solucionar ese problema, pero no estarían indicadas para poder jugar al máximo nivel», afirma el doctor Ripoll.

Si acude a París, Nadal lo hará en medio de la incertidumbre sobre la respuesta del pie y sin haber disputado ninguno de los tres primeros Masters 1.000 del año en tierra batida, circunstancia que jamás ha vivido en su carrera. La derrota en los octavos de Roma provoca, además, un efecto colateral en el caso de poder viajar a Roland Garros, donde no sería uno de los primeros cuatro cabezas de serie. Eso implica que, en casode que juegue y avance rondas, podría tener que cruzarse en cuartos con Djokovic, Medvedev, Zverev o Tsitsipas .