Nadal-Verdasco y Ferrer-Almagro, duelos fratricidas en Madrid

Para el madrileño, no ha habido manera de hacer morder el polvo a Nadal. Ni el polvo, ni el cemento, ni el césped, porque se han enfrentado en todas las superficies (seis veces sobre tierra, seis sobre pista dura y una sobre pasto). Le anduvo muy cerca en la penúltima, en el Masters 1.000 de Cincinnati de la temporada pasada. Pelearon por el pase a cuartos y lo resolvieron en tres "tie-breaks", el último ganado por Nadal por 11-9. Esa igualdad sobre la pista es lo más cerca que ha estado Verdasco de sacarse de encima el cenizo contra el número 2.

Por si fuera poco, su último duelo, en semifinales del Conde de Godó , devino en un monólogo de Nadal, que le endosó un rosco (6-0) en el primer set. El madrileño despertó avanzada la segunda manga (6-4), pero evidenció que tiene un problema, el de siempre. La mala cabeza, esa que le saca de los partidos y le convierte en un tenista irregular y generoso en fallos.

En Madrid existen dos factores diferenciales. Primero, la altitud. El Masters se disputa a 650 metros , lo que, en principio, es un hándicap para los restadores como Nadal, porque la bola adquiere un bote más difícil de controlar. Aunque tampoco es un consuelo para Verdasco: « Rafa es un mago . Resta bolas imposibles. En más de 10 partidos, en el momento más oportuno, se saca la bola más increíble», señaló el madrileño.

Y segundo, la famosa tierra azul. Nadal volvió a cargar contra ella: « Esta pista está un poco lejos de ser una pista de tierra . Yo pedí que me dejaran jugar con zapatillas de hierba, aunque no me lo permitieron». En el fondo, poco más que detalles insignificantes. Lo que necesita Verdasco para tumbar a un grande como Nadal es simplemente jugar con fe en sí mismo. Tener un buen día.

David Ferrer y Nico Almagro protagonizan el otro duelo español de octavos. También repiten la tónica del Nadal-Verdasco: hay uno que le tiene tomada la medida al otro. Se han cruzado nueve veces, y Ferrer ha ganado siempre. Seis sobre arcilla (cuatro de ellas finales) y tres sobre cemento. Curiosamente, hacía seis años que no se enfrentaban en un Masters 1.000 (Cincinnati en 2006).

Y de nuevo, la clave está en la psicología . Almagro también es un tenista frágil, aunque en esta temporada se le ha visto una pequeña evolución favorable. Ferrer, por el contrario es quizá el tenista del circuito con más fe en su juego. Su último enfrentamiento tuvo lugar en febrero en el torneo de Buenos Aires, y el murciano logró llevarse el primer set, aunque tras perder el segundo se vino abajo. Y es que para derrumbar el fortín que el gladiador de Jávea tiene en la cabeza, hace falta la paciencia de un Ambrosio Spínola ante Breda.