Tenis

Rafa Nadal supera a Rafa Nadal

El balear firma el mejor inicio de su carrera, con quince partidos invicto y tres títulos, para un total de 91

Medvedev rompe la tiranía en el número 1

Batalla contra las lesiones en el día a día, a oscuras, a regañadientes. Al salir a la pista, toda aquella oscuridad se convierte en luz. Por fin lo que realmente le apasiona. Y si es con un dolor controlado, mejor que mejor. En este inicio ... de curso, Rafael Nadal ha arrinconado sus sombras bajo la suela del zapato izquierdo, siempre estarán ahí. Pero ahora él es solo luz en este 2022. Tres torneos, tres títulos. Quince partidos, quince victorias. Melbourne, Abierto de Australia, Acapulco. «Todo esto parecía increíble; es increíble cómo las cosas pueden cambiar de un día para otro, de no poder casi entrenarme, a estar en este momento».

Está, sin duda, en su mejor momento. Nunca, en casi dos décadas de profesión había firmado números tan apabullantes en la primera parte del año, en el que siempre ha entrado un poco más al ralentí que sus rivales. Mientras cosechaba triunfos sin parar para la primavera, aumentaba prestigio en el verano londinense y hasta brillaba bajo los focos de Nueva York, tardó cinco años en triunfar en Melbourne Park (2009), y muchos más (2022) en doblar su poderío en Australia.

Pero en este curso sonríe y sonríe y sonríe. Comenzó en Brisbane, torneo de rodaje para acostumbrarse a la competición. Continuó en el Grand Slam. Y sigue la racha en Acapulco. Quince victorias de quince . Mejor que en su mejor año, aquel 2014 en el que triunfó en Doha y solo la espalda y Stan Wawrinka lo frenaron en la final de Melbourne (once triunfos).

Aspira a más, a todo. Acudirá a Indian Wells para aclimatarse lo antes posible al primer Masters 1.000 de la temporada, que empieza el 14 de marzo. Ahí lo espera otro récord: el mejor inicio de Roger Federer, en 2018, y el de Pete Sampras, en 1997. El suizo y el estadounidense firmaron 17 alegrías sin tacha. Aunque todavía quedan muy lejos las 41 de aquel imperial Novak Djokovic de 2011 -también hizo 26 en 2020 y 16 en 2013-. No obstante, Nadal sigue su camino. Sorprendido de estos números después de que pasara seis meses de 2021 en barbecho, con todas las sombras acechando su continuación por ese problema en el pie que, por el momento, no tiene solución. «Jamás hubiera imaginado estar en la posición que estoy ahora mismo. Estoy feliz y disfrutando cada momento», explicó ayer.

Acostumbrado a las rutinas, sumó ayer algunas más en México: veinte sets sin perder -desde el encuentro contra Nick Kyrgios en 2019-, segundo título seguido -no participó en 2021-, cuarto en total. Tantos como David Ferrer y Tomas Muster, los que más tienen.

Acapulco fue, en 2005, el tercer título ATP de su carrera, con 18 años y medio; el más joven. Ayer sumó el 91, con 35 años y medio ; el más veterano. No es que Nadal vive una segunda juventud. Hace ya tiempo que borró la edad de su cuerpo y, sobre todo, de su ambición y de su cabeza, y solo se nota porque, él se encarga de subrayarlo, van quedando menos opciones de triunfo hacia delante de las que ya hay acumuladas mirando por el retrovisor. Pero no condiciona su temperamento. Al contrario, es un reto constante que se impone a sí mismo. Ser mejor que ayer, cuando ya ayer lo era.

Líder con 2.750 puntos

En estos dos meses de 2022, rivales de todos los colores y generaciones. Viejos conocidos como Adrian Mannarino, y nuevas caras, como Maxime Cressy; e incluso el nuevo número 1, Daniil Medvedev, y hasta en dos ocasiones. Da igual lo que está enfrente. Su máxima es centrarse en lo que puede hacer él. Y, por el momento, lo es todo. La de ayer (ante Cameron Norrie, por 6-4, 6-4) fue su undécima final consecutiva ganada, desde el Abierto de Australia de 2019 (contra Djokovic). El único tenista en el circuito masculino que ha cosechado títulos durante 19 temporadas de forma ininterrumpida.

Es líder en la carrera hacia la Copa de Maestros con 2.750 puntos. Hoy se levanta cuatro del mundo; no ha salido del top ten desde que se instaló en 2005. «Creo que durante mi carrera, y también en mi vida, he tenido una buena capacidad de autocontrol. No he sido una persona que se sienta muy muy especial cuando las cosas van bien, ni muy desgraciada cuando van mal. Intento mantener un estado emocional intermedio. Ver las cosas de forma tranquila. Esforzándome para alargar esta situación lo máximo posible; y dure lo que dure, disfrutarlo al máximo », expresaba como una posible fórmula de su éxito.

Un comienzo de año que solo puede entenderse así: «Ejemplar en todos los sentidos no es nadie. Todos cometemos errores. Lo importante es que no sean grandes y no repetirlos. A mí me gusta lo que hago. Valoro muchísimo la suerte que tenemos los tenistas profesionales. Hablo por mí, soy un superafortunado de la vida: he conseguido hacer de uno de mis ‘hobbies’ de niño una parte muy importante de mi vida y de mi trabajo, aunque nunca lo consideré como tal. Y he tenido mucho éxito encima. Sería muy desagradecido tener una actitud más negativa de la cuenta o romper raquetas. Hay mucha gente que lo pasa mal como para ver que a la gente a la que la vida le sonríe está enfadada y no valora la suerte que tenemos. Recibí esta educación, ciertos valores potentes en los que he creído y se te quedan para siempre».

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