Tenis
Un Nadal impulsado por Moyà
El entrenador no solo ha mantenido el hambre y la pasión del tenista, sino que ha elevado al balear dos niveles por encima: más agresivo, más directo, más convencido y más completo
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Iniciar sesiónA finales de 2016, Toni Nadal decidió dar un paso al lado en el equipo de su sobrino porque creyó que ya no podía aportarle mucho más, pero no lo dejó a su suerte, sino convencido de que estaba arropado por un grupo ... que lo mantendría en la élite y lo ayudaría a ser mejor. El reto era mayúsculo: diez Roland Garros, dos Wimbledon, un Abierto de Australia y dos US Open, y dos temporadas sin mordiscos en Grand Slams. Pero a Nadal, el sobrino, no se le habían acabado ni la gasolina ni la pasión. Unió fuerzas y ganas con las de Carlos Moyà , amigo de toda la vida, ídolo de infancia, para seguir creciendo. No solo mantuvieron el nivel, sino que, con Francis Roig y también Marc López , lo han elevado dos peldaños más:cinco Roland Garros, dos US Open, otro Abierto de Australia, más hambre.
Moy à subraya de su pupilo dos características que han sustentado lo que es: adaptación y humildad . «Él tiene su opinión, nosotros le damos la nuestra desde fuera y tiene la humildad de escucharnos y aceptar ciertas cosas», incidía estos días en París. Ha habido en este caminar juntos mucho de diván, porque las lesiones y los cambios hay que entrenarlos. Reacio a las modificaciones –la base de su equipo es la misma–, había que empezar a cambiar sin brusquedades, desde el entendimiento. La edad y el cuerpo , tan arañado, ayudaron a que comprendiera que debía avanzar y en qué dirección.
Moyà se encargó de educarlo en reconducir el desgaste. «Siempre he tenido claro que con su calidad no necesitaba tantos partidos. Con uno o dos se afina». Ya no era necesaria tanta pretemporada ni partidos tan largos. «No va a estar cuatro horas en primera ronda ni en una segunda. Sabe que tiene que estar cuatro horas cuando tiene que estar cuatro horas», ampliaba Álex Corretja a ABC estos días en París.
Ya en pista, el saque fue lo primero que se modificó . Al principio, no era la prioridad del manacorense, con multitud de recursos que suplían esas dificultades. Pero ya Toni lo veía claro:«No queda más remedio que mejorarlo». Su golpe no ejercía la intensidad suficiente y, una vez que la pelota pisaba el suelo, perdía velocidad. Entendió que un saque potente no le garantizaba el punto. Al contrario, lo dejaba en una situación de indefensión si el rival restaba rápido. Insistió e insistió Moyà, y Nadal ha asumido ya tanto el movimiento correcto para estar cómodo como la continuidad durante todo el partido.
Mejoró el primero, duodécimo en la clasificación total de puntos ganados con ese primer saque , según cifras de la ATP, y revolucionó el segundo, cuarto en esta estadística. Si el tenis ‘moderno’, con Zverev, Tsitsipas o Alcaraz, ha impuesto como rutina los 210 kilómetros por hora, Nadal consigue liderar el punto con saques a 170. El efecto, al ser zurdo, desplaza al rival hacia la valla, y lo obliga a restar con su revés, lo que le deja la pista abierta al otro lado. Así desbarató el buen resto de Djokovic en cuartos de final este Roland Garros.
La derecha le ha aportado siempre la confianza, pero ha trabajado con Moyà en ampliar el repertorio. Podía percutir sobre el revés del rival una y mil veces, jugar al desgaste, pero ahora sabe encontrar el punto para descerrajar un paralelo y sentenciar. Otra clave ante Djokovic, como explicó Nadal: «Con unas condiciones de noche con las que la bola no salta tanto como debía, tenía que hacer daño con mi drive paralelo porque hacia el revés él va cogiendo el ritmo, te coge la pista y se mete dentro muy bien».
Moverse mejor, no tan rápido
En el golpe cortado también ha habido una evolución sustancial:ha pasado de ser un golpe con el que defender, a ser un afilado cuchillo con el que doblar espaldas, piernas y esperanzas ajenas. Y parece haberse puesto de moda la dejada por tenistas como Alcaraz, pero pocos hay tan buenos leyendo las de los rivales que el de Manacor, quien también tiene una muñeca elegante y fina para ejecutarlas. La clave, el movimiento. Si antes podía cubrir la pista de lado a lado sin esforzarse, ahora da dos pasos si encuentra acomodo mejor que en tres, o uno, si ya la posición es la adecuada. Moverse mejor, no tan rápido.
Pero sí es más rápido en dos golpes: la volea y el revés . Se movía con soltura en la red, pero ahora lo hace con más intención, más definitivo y más veces. En este Roland Garros ganó 131 puntos de sus 184 acometidas en la red (71%). El revés es otro filón de puntos, pues ya no caen a media pista, para seguir trabajando el punto, sino que la abre con el cruzado hasta el infinito.
Así sentenció Mats Wilander tras la final: « Nada es mucho mejor que hace diez años . Se ha convertido en un jugador hipercompleto, confía más en sus variaciones que cuando tenía 22 años». Y seguirá, pues escucha al trío que lo mantiene firme en la pista, y a su médico, Ángel Ruiz-Cotorro, que lo mantiene en pie. Toni lo hizo muy bueno, Moyà lo ha hecho aún mejor.
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