Tenis - US Open
La montaña rusa de Muguruza
Un año después de salir de Nueva York como número 1, cae ante la 202 del mundo y consuma su apagón
No había ni cuarto de entrada el miércoles por la noche en la recién estrenada Louis Armstrong , la segunda pista del US Open . Las pantallas del recinto de Flushing Meadows marcaban que Garbiñe Muguruza , cabeza de serie número 12, vapuleaba 5-0 a la checa Karolina Muchova , una desconocida que debutaba en Grand Slam. «Un paseo», pensarían muchos de los espectadores, que prefirieron ir a ver a Rafael Nadal en la central, colarse en algún partido de dobles o refugiarse de otra noche tropical en Nueva York. Pero el partido tuvo historia: la misma que recorre la carrera de Muguruza, una tenista de condiciones excelentes, con potencial para plantar cara a cualquiera, pero lastrada por la inconsistencia. La tenista hispano-venezolana cayó contra pronóstico (6-3, 4-6, 4-6) .
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Muguruza convirtió el partido en una montaña rusa que se le fue de las manos. Cuando tenía el primer set ganado, Muchova le robó tres juegos seguidos. En la segunda manga, intercambiaron rachas de tres juegos ganados cada una . En el parcial definitivo, arrancó con un 2-0, pero fue incapaz de consolidar su ventaja y acabó desquiciada: cedió su saque con una doble falta y lo volvió a perder, en el último juego, con dos errores no forzados con su derecha.
Desastre en Nueva York
Se consumó el desastre. Hace un año, Muguruza salía del US Open como número uno del mundo . Muchova es la 202 del ranking, una inexperta de 22 años que solo conocía los grandes de las previas y hasta esta edición en Nueva York no se había metido en el cuadro. La derrota sería inexplicable sino fuera porque ya se ha producido algo similar en la carrera de Muguruza, capaz de despuntar entre las mejores y de diluirse en bajos estados de forma , lesiones y falta de confianza. Su historial combina dos grandes (Roland Garros en 2016 y Wimbledon en 2017) y tocar la cima del tenis mundial con colapsos muy sonados. Desde su primera temporada completa como profesional, en 2013, solo ha llegado a cuartos de final en el 30% de los «grandes» que ha disputado . La maldición es más dura que en ningún sitio en Nueva York, donde nunca ha llegado a cuartos y solo una vez ha pasado de segunda ronda. El resultado de esa inconsistencia es que tenga un palmarés modesto para una tenista con categoría suficiente para conseguir dos majors: seis títulos en seis años.
Esta temporada la irregularidad le ha pasado factura. Solo ha ganado en un torneo menor -Monterrey- y excepto en Roland Garros, donde alcanzó las semifinales, no ha pasado de segunda ronda en el resto de grandes.
A Nueva York llegaba después de un decepcionante Wimbledon -defendía corona y se despidió a las primeras de cambio al caer ante Alison van Uytvanck- y de un verano en el que apenas ha jugado por molestias en el brazo derecho.
Sin excusas
«Nunca he tenido un verano con tan pocos partidos», dijo tras el encuentro, que acabó ya en la madrugada neoyorquina, cuando en Flushing Meadows apenas quedaban las cuadrillas de limpieza. Pero no quiso buscar excusas fuera de sí misma. «Todavía no tengo buen nivel», «ella ha sido mejor» , «ella ha metido más bolas», «no ha sido la humedad»… Al final de las explicaciones, llegó la más convincente y la que debería servirle para evitar descalabros como el de ayer, contra una jugadora inferior: «Seguramente yo la ayudé».
Muguruza tiene por delante la temporada asiática para redimirse y tratar de meterse en las finales de la WTA en Singapur, que cita a las mejores tenistas del ranking. Ahora mismo está fuera del top 10 , sin acabar de encontrar su tenis. Trabaja para recuperar pronto la brújula.
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