Suspendido el Djokovic-Del Potro

El reloj, incapaz de detenerse, confirma que el día se acaba en París, tímido y perezoso el sol, acomplejado por los nubarrones que durante todo el día amenazan con romper sobre el recinto de Roland Garros. La organización vive pendiente de la pista central y aplaude cuando Tsonga se pone dos arriba ante Wawrinka. Todo a pedir de boca para que la Chatrier presencie el duelo del torneo hasta la fecha. Djokovic contra Del Potro .

Pero algo inesperado trastoca los planes y Wawrinka, que al final ganó y se medirá a un sólido Roger Federer en octavos , lleva el duelo al quinto set, una odisea de cuatro horas y tres minutos. Consecuencia: el Djokovic-Federer, que cerraba la jornada, se tiene que trasladar a la Suzanne Lenglen, la segunda central. Así es el tenis y así es París, ciudad de la luz que en su torneo, vencida la primera década del siglo XXI, no cuenta con iluminación artificial .

Con prisas, la gente se apresura para ir al epicentro del tenis y muchos se quedan sin entrar en el estadio porque las entradas de un sitio no valen para el otro, montado el lío en la puerta. Con prisas, Djokovic pone el turbo y rompe en blanco el saque del argentino en el cuarto juego del primer set, un detalle irremediable para el desenlace de esa manga. Y con prisas, se disputa un partido bajo la amenaza de suspensión por falta de luz , confirmados los peores pronósticos.

La "tercera ronda ficticia", tal y como definió este pulso antes de tiempo el propio Del Potro, servía para medir el incalculable valor de la racha de Djokovic , estirada hasta los 39 partidos en este 2011 prodigioso, con 41 triunfos consecutivos si se tiene en cuenta la final de la Copa Davis contra Francia. Pero de buenas a primeras, nada ni nadie altera la rutina del serbio, bestial en sus desplazamientos, intenso hasta el más allá con sus intercambios. Ni Del Potro, al que se le cuestiona su físico después de que el año pasado lo pasara casi en blanco por una operación en la muñeca y con molestias recientemente en la cadera, intimida en los compases iniciales a la segunda mejor raqueta del planeta. Djokovic es una bestia.

Entre palo y palo, a Del Potro se le iluminan las ideas. Va un set por debajo, pero el gigante argentino no desespera, alentado por un país que tiene toda la fe depositada en él. Mueve bien a Djokovic, le mantiene lejos de la línea de fondo, y contrarresta sus errores al saque con derechazos de impresión. A la mínima, y en el mismo punto que en la primera manga, se coloca con un break de distancia al cometer su rival una doble falta impropia. Iguales, 6-3 para cada uno.

Y así durante una hora y 36 minutos. A las 21.15 horas, partido suspendido con empate a un set , una ventaja para Del Potro, a quien le interesa descansar porque su físico no le llega. París se queda sin luz.