Nadal, las victorias como medicina

Aunque los trompicones con los que ambos tenistas iniciaron el encuentro indicaba que había poco por lo que pelear. Nadal, clasificado; Ferrer, eliminado. Pero para el balear, cuantas más horas pase en la pista, cuanta más calidad tengan los rivales, antes recuperará su mejor versión. Y la Copa de Maestros falta en su vitrina. La ambición nunca se pierde. Entró al partido revolucionado, con muchas ganas de volver a ser feliz. Más libre que en estos últimos meses , sus derechas fueron una pesadilla para Ferrer. Con ellas, y con la ayuda de los errores del alicantino, se puso 3-0 en un suspiro. Pero también en un instante la distancia se esfumó.

El nivel aumentó y se puso complicado encontrar un resquicio en la fortaleza con la que Ferrer se lanza a la pista. Pero las derechas funcionaban y le permitieron un break en el undécimo juego. Sacaba para ganar, pero fue su servicio una trampa en la que se enredó demasiado . El alicantino vio la debilidad y atacó y atacó y atacó desde el resto. Hasta cinco opciones de break se labró hasta que un revés demasiado largo de su oponente le permitió añadir un desenlace adicional a la primera manga. Allí, el servicio fue un suplicio para Nadal. Se quedó en dos puntos en el tie break, volatilizada su entaja de 3-0 inicial merced a un errático primer golpe y a un Ferrer, dueño de la garra.

Volvían los gestos y las celebraciones por cada punto a la cara y al palco de Nadal. El intento por animar un encuentro difícil que se complicó demasiado. El servicio no funcionaba: demasiado abajo la pelota, vacilación en el golpeo, complicado superar de esta manera la red con velocidad y firmeza. Con la garantía suficiente para llevar la iniciativa en el punto. Así el segundo set se convirtió en una batalla por cada punto. Ninguno quería ceder. Ferrer quería irse de Londres con una victoria; Nadal demostró que no se guarda nada ante nadie. Ni aunque mañana se enfrente con Novak Djokovic en la semifinal. En el octavo juego, el balear encontró un agujerito en la rocosa defensa del alicantino, con demasiados errores en su haber, y rubricó después un buen juego en blanco para llevar el partido al tercer set.

La fiesta del tenis continuó. Impecables ambos en el parcial definitivo, regalaron lo mejor de sí mismos a una grada que acabó ovacionándolos. No era para menos. Hasta catorce minutos duró el primer juego . Los puntos se alargaban en muchas ocasiones más allá de los veinte intercambios. De verdadera calidad. Nadal encontró por fin un servicio más seguro, y cuando vio el peligro, luchó con saque, derechas y piernas para levantar un 0-30. La igualdad de fuerzas y de intensidad se mantenía.

Después de tantos meses sin la confianza necesaria, un partido como este, con tanta entrega y tanta competitividad, era justo lo que necesita el balear. La mejor receta para que en 2016 este curso gris solo sea una anécdota. Su mordiente lo llevó a atacar el saque de Ferrer en el siguiente juego y, con un break en el noveno, conseguir la victoria con su saque. Un triunfo intrascendente por su recompensa, pero necesario para su ilusión, su confianza y su moral . Nadal se cura con victorias.

Sonríe y gesticula, celebra las victorias con énfasis y no esconde sus ganas de ganar cuando consigue un gran punto. El Rafa Nadal que ha llegado a la Copa de Maestros muestra su cara más feliz del año. «Vuelvo a disfrutar en la pista», sentencia. Se nota en la agilidad de piernas y en esos golpes de derecha que han devuelto la sonrisa a su tenis y a su palco. Ha conseguido dos victorias y hoy lucha por la tercera contra David Ferrer , ya eliminado (15.00h, C+ Deportes y ABC.es).

Dos triunfos de categoría porque al buen juego y la buena actitud contra Stanislas Wawrinka sumó calidad ante Andy Murray , número 2 del mundo. Es su mejor victoria del año, pues no había ganado a ninguna raqueta clasificada entre los cinco primeros. No es en tierra batida, aunque Nadal dejó hace mucho tiempo de ser un tenista de una sola superficie. Se desenvuelve bien en el O2 Arena de Londres y ha encontrado ese pasito más hacia la confianza y el ataque que parecía traicionarle apenas unas semanas atrás. « Estoy muy feliz por la forma en la que he jugado. Es un paso más para mí, que demuestra que estoy en la buena dirección», resume. Y ese empujón de adrenalina por reencontrarse le ha servido también para entrar en la pista y acercarse a la con más asiduidad, y efectividad, que las que acostumbraba.

De los ocho mejores tenistas del mundo que se han reunido en Londres, es Nadal (73 %) el que mejor porcentaje tiene de puntos ganados en la red . Supera a Roger Federer y Murray (71 %), sobre todo el suizo, capaz como pocos de un juego cerca de la cinta con réditos instantáneos. Y a Novak Djokovic y Kei Nishikori (68 %). «Hoy me siento libre y con confianza», confirma sobre su recuperación, más mental que física porque en tenis también se ganan muchos puntos con la cabeza. «Este año he estado más preocupado de mí que de mis rivales en muchos partidos, y así es difícil», continúa el balear.

Es el único «grande» que no tiene en su inmensa vitrina y responde a las exigencias del guión con seguridad y alegría. Pero con prudencia. El tenis no lo ha perdido, y se ha liberado de los fantasmas aunque sabe que puede ser mejor: «Hoy soy mejor que hace cinco meses, pero espero dentro de tres ser mejor que ahora». Por el momento, la sonrisa y los números juegan a su favor. En la reválida de noviembre ataca sin miedo desde la red y avanza en la pista como quiere avanzar hacia su primer título de Maestro.

Eliminado Ferrer el encuentro dirime si Nadal pasa como primero de grupo. Será el Lo tiene muy cerca. Jugará contra Novak Djokovic la semifinal, después de que el serbio superara a Tomas Berdych por 6-3 y 7-5.