Clijsters gana el torneo y ridiculiza al tenis femenino
Dos años y tres meses han sido los que Kim Clijsters ha estado retirada del circuito femenino de tenis. Desde que se casó con Brian Lynch, un jugador de baloncesto, y tuvieron una niña, la belga ha estado fuera de circulación. Una vez que pasó ... el embarazo y resolvió sus lesiones, ha vuelto al circuito. Le han bastado dos torneos para llegar a este US Open, sin ranking y con una «wild card», y ganarlo, desenmascarando así a todas sus compañeras, que han hecho del circuito femenino una farsa del tenis mundial.
Pasada de peso, sin el ritmo que el resto, pero con sus condiciones naturales intactas (pegada durísima y juego profundo), Clijsters llegó a la final después de eliminar a pesos pesados (nunca mejor dicho) como Bartoli, Venus Williams y Serena Williams. La danesa Wozniacki, sin embargo, se valió de la marcha en tropel, inesperada y triunfal, de la norteamericana Oudin, para quitarse de su camino cabezas de serie como Dementieva, Sharapova o Petrova y plantarse en la final basándose en que es una especie de Nadal en chica: falla poco y juega profundo, con mucha dureza. Pasa bolas y no se cansa, pero no es ninguna artesana ni se parece a Federer.
La final estaba cantada. Aunque cometió muchos errores por la falta de torneos, se vio a una Clijsters superior en todos los aspectos. Ganó 7-5 y 6-3 a pesar de que ambas se rompieron el servicio «setecientas mil veces» (otro síntoma de pobreza tenística) y dejó en evidencia al resto. No es de recibo que una jugadora que ha estado dos años y pico fuera llegue y, a las primeras de cambio, gane un Grand Slam. Y Justine Henin lo vio. Al loro....
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