Lección magistral de Nadal a De Miñaur

Por momentos, parecía que Nadal jugaba contra el propio Nadal de hace diez años: latigazos desatados, desprecio absoluto por su cuerpo y el cansancio, confianza en unos golpes que son talento puro. Al desparpajo se animó incluso el propio Nadal adulto con tres dobles faltas impropias que animaron al australiano. Pero la veteranía solo se gana con tiempo, y a De Miñaur le falta un golpe ganador que pueda desequilibrar la experiencia , mentalidad para frenar el ritmo cuando el viento sopla a favor y paciencia para que la pelota, además de velocidad, sume ángulos que dañen al rival. A este rival. El 29 del mundo vivió de su potencia, pero siempre bajo la batuta del ritmo y el estilo de partido que marcaba el balear.

A pesar de la batalla, de tres bolas de break levantadas con 1-1 en un juego que pasó de los diez minutos, de una casi rotura que el ojo de halcón descartó en el siguiente, de los rallies infinitos, de roca a roca, unos movimientos de lagartija con los que llegaba a todo y unas piernas que volaban en la Rod Laver Arena, Nadal le dio muy buenos consejos: todavía le falta crecer un poco más para acercarse a la elite . Una elite en la que el balear es maestro. Ya en tercera ronda, y un paso más cerca de sus mejores momentos. Gracias a De Miñaur.

A pesar del empuje, de pelear su propio saque hasta los 14 minutos en el primer juego del segundo set, Nadal encontró siempre la forma de anular su euforia, rebajar sus expectativas y convertirlo en mero estudiante al que le va infinitamente grande el reto. Todo lo que tiene y sacó De Miñaur en el segundo parcial le habría valido para superar la ronda ante muchos tenistas de muy alta clasificación, pero no le sirvió más que para alargar el tiempo en pista y ni siquiera reflejar la dureza de los intercambios en el marcador. Cuarenta minutos para el 6-1, cuarenta y ocho para el 6-2, cincuenta para el 6-4, a pesar del mayor número de juegos.

Solo en el tercero, cuando aflojó un poco Nadal, con la Rod Laver en pie para animar a su ídolo del futuro, encontró De Miñaur premio a sus ganas. Pero comenzó con un tempranero break y al balear le costó poco volver a la senda con la que minar su adolescencia. La derecha le funcionó directa y mortal (16 golpes ganadores) , el revés apuntó maneras y los dos juntos acabaron con la juventud desorbitada de De Miñaur.

Ni siquiera las seis dobles faltas mermaron su estupenda puesta en escena, la agresividad en cada punto, la aparente facilidad con la que halló los huecos, el poco desgaste que parecía mostrar a pesar de la velocidad de sus latigazos. Es un escalón más en su trayectoria y en su versión. Suficiente para aplacar la efervescencia de De Miñaur con una lección que el australiano no olvidará. Es un campeón de futuro, todavía no tiene ni 20 años, y regaló una esperanza magnífica para el mañana. Para finalizar, levantó cinco bolas de partido con la misma energía que brindó en el primer punto. Aún tiene que crecer, pero se lleva una derrota llena de aprendizaje.