Djokovic, también en Roma

Ya son cinco títulos y todos de caché, pues empezó con el Abierto de Australia y luego ha levantado los Masters 1.000 de Indian Wells, Miami, Montecarlo y Roma. Son ya 22 victorias consecutivas y la confirmación de que es el máximo favorito para triunfar en la tierra de Roland Garros. Esta vez sí, Djokovic está desatado.

En Roma frenó la evolución de un Federer insuficiente, superado el suizo porque no fue lo suficientemente preciso en los momentos decisivos. Como al término del primer set, igualadísimo en tanteos hasta que Djokovic quiso resolver por las bravas. Sólo dispuso de una sola bola de break y fue precisamente la que le sirvió para apuntarse el set. Tan sencillo como eso.

Le impulsó ese golpe de efecto y se aprovechó de la pájara de su rival, que sigue teniendo desconexiones sin aparente explicación. En el segundo parcial, el balcánico se estiró desde el inicio y se vio con un 3-0 a su favor del todo insalvable, demasiada renta para un tenista que hoy en día vive en otro planeta.

Djokovic no necesitó nada más que eso para defender su corona en Roma (cuarta vez que vence en Italia), 1.000 puntos más que le dispara en la carrera de campeones y encima le mantiene con muchísimo margen como número uno de la ATP. A una distancia sideral está Federer, pero ya no es una cuestión de puntos ni de resultados. La realidad es que Djokovic está intratable y sigue obsesionado con París. Nunca ha llegado tan bien.