Masters 1.000 de Cincinnati
Federer, imposible para Ferrer
El suizo vuelve a ganar al español y conquista el título en Cincinnati después de dos años sin lograr un Masters 1.000 (6-3, 1-6 y 6-2)
Enrique Yunta
En el camino de David Ferrer siempre estará Roger Federer, campeón en Cincinnati después de superar una vez más al tenista español (6-3, 1-6 y 6-2), eufórico el genio suizo porque puso fin a dos años de travesía por el desierto en ... una final repleta de contrastes. Desde que recuperó el trono en 2012 con su triunfo en Wimbledon, el suizo conquistó poco después este mismo torneo de Cincinnati y se fue difuminando paulatinamente, privado de grandes alegrías y con pocas cosas que festejar. [El partido, en directo]
A partir de ahí sólo había abrazado tres títulos (dos en Halle y uno en Dubái) y buscaba soluciones a la desesperada, invirtiendo sus rutinas y cambiando de técnico, de raqueta y hasta de agenda. Pero Federer, tantas veces resucitado como veces se le ha dado por muerto, nunca dejará de ser un grande y estalló este domingo en el cemento de Ohio para confirmar que se acerca a su mejor versión, arrebatador en estos torneos de una semana a tres sets.
En una batalla vibrante, redujo a un bravo Ferrer y su victoria le permite alcanzar una cifra redonda, pues ya tiene 80 trofeos en su palmarés. Recién cumplidos los 33, nunca dejará de ganar, ni siquiera cuando lo deje.
Le arrebató la gloria a Ferrer cuando soñaba con la hazaña de su vida, animado ante la posibilidad de ganar el segundo Masters 1.000 para condimentar una carrera soberbia. Puede que el alicantino nunca haya estado tan cerca de superar al suizo y ya son 16 las derrotas acumuladas en otros tantos episodios de una rivalidad desigual, desesperado el español porque es imposible que dé con la tecla.
Aunque perdió el primer set, tuvo a Federer acorralado después de una colérica reacción en la segunda manga que le permitió soñar con la gesta y finalmente se despistó cuando no tocaba, concediendo oxígeno a un tenista interminable. Federer es un ejemplo de constancia y maestría en todos los sentidos y así lo evidenció a la hora de la verdad.
Se gustó mucho el día antes en semifinales ante Milos Raonic y mantuvo el nivel en los primeros pasos de la final, fiable con su servicio y agresivo cuando la situación lo exigía, más presente en la red ahora que escucha los consejos de un maestro de la volea como lo era Stefan Edberg. En media hora de lucidez, se apuntó el primer parcial después de aprovechar su única pelota de break a favor y de salvar cuatro, demasiado rival cuando está en este plan.
Pero creció Ferrer y arrasó a lo bestia con un recital, alegre en sus intercambios y muy preciso en sus golpes desde el fondo de la pista. Movió bien a Federer, que se dejó llevar cuando soplaba el viento en contra y sólo apareció para salvarse de un 6-0 doloroso.
Su cabeza ya estaba en el set decisivo y ahí no concedió ni una sola oportunidad, más cerca del nivel del primero que del apagón del segundo. Ganó para gritar que siempre será él, dignificó el trabajo de un Ferrer brillante y apunta a Nueva York ahora que los mejores están llenos de dudas. Federer vuelve a reinar.
Federer, imposible para Ferrer
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