A Nadal le asaltan las dudas contra Mayer

Se agarraba a la pista , sabía Rafa Nadal sobre su oponente Leonardo Mayer. Por eso salió a por todas con la quinta marcha en las piernas. Ni un solo momento de debilidad, quería terminar por la vía rápida, evitar que Mayer pudiera clavarse en la tierra de la Philippe Chatrier. De la raqueta de Nadal, segundos saques mordidos -el primero ni apareció- contrarrestados golpes como misiles, reveses que desarbolaban las subidas del argentino, que miraba al cielo buscando una explicación.

No encontró respuestas tampoco en el inicio del segundo set. 4-2 y presagio de otro marcador abultado. Una cámara en forma de avión cruza la pista central de Roland Garros. Nadal se despista. Debe frenar con su servicio por las molestias de espalda que confiesa después que siente desde el primer día -dos bandas protectoras le protegen la zona-. Pierde los juegos sin que sea él el que encuentre ahora un factor para motivarse. Mayer estuvo a tres puntos de ganar el set, pero pareció un pacto entre caballeros que cada vez que Nadal se iba del partido, el argentino le hacía volver a entrar a base de errores. Ganar, qué difícil.

No hubo demasiadas sonrisas en el palco del balear. Demasiado sufrimiento para un partido que parecía encarrilado desde el inicio y que se enrareció por "iniciativa" propia del balear. Tampoco el tercer parcial fue mucho. Al menos en su juego, porque Mayer regaló más de lo que debería y el marcador no refleja a las claras las dudas mentales y físicas de las que el número 1 tuvo que salir a fuerza de empeño emocional, de errores del contrario, de galones.

En octavos, con el ceño demasiado fruncido para lo que había demostrado en esta edición de Roland Garros, con tan claros partidos contra Ginepri y Thiem . Pero con victoria, consciente de que da un paso importante y que estos errores no valen ya a partir de hoy. La segunda semana obliga a subir el listón.