abierto de australia

Nadal, mano de santo

Nadal usó un apósito mucho más pequeño para proteger su herida, que está cada vez mejor pese al esfuerzo

Nadal, mano de santo afp

e. yunta

La imagen del Abierto de Australia está en la mano izquierda de Rafa Nadal, que descubre una herida enorme y por la que tiene que ser atendido desde el partido de octavos de final contra Kei Nishikori . «Si no me la vendo, se me va a abrir y se me va a poner en carne viva en cualquier momento ... . Y ahí sí que mi torneo está en peligro, esto lo puede ver cualquiera», dijo entonces el balear, que se encargaba de mostrar ante las cámaras una llaga que le tenía frito desde que empezó el primer grande de 2014.

Por culpa de eso, sufrió de lo lindo contra Grigor Dimitrov e incluso reconoció que no tenía sensibilidad y que le costaba especialmente con el saque (siete dobles faltas). «Pensaba que la raqueta me podía salir volando en cualquier momento», explicó. Ayer, contra Federer, se cubría con un parche mucho más pequeño, aparentemente controlada la situación. «No tengo ninguna ampolla, tengo piel nueva. La cuestión es la forma de protegerla, para todo lo demás no me molesta y va mejorando».

La llaga duele sólo con verla. «Es una herida muy molesta, el primer día se vio que estaba en carne viva», relata a ABC la doctora Guadalupe Sarroca, cirujana plástica de la clínica Sagrada Familia de Barcelona. «Es como una quemadura que se ha producido por el roce de la raqueta», prosigue.

Nadal siempre ha tenido problemas en las manos, protegidos los dedos y pendiente de las ampollas, pero nunca se le había visto algo igual. El problema es que no tiene tiempo para curarse como lo haría cualquier otra persona porque en Melbourne ha tenido partido cada dos días y se ha entrenado en las jornadas de descanso. «No comprendo como Rafa puede jugar en estas circunstancias, con esa llaga en la mano», exclamó sorprendido Boris Becker, el entrenador ahora de Djokovic.

«Se necesitaría una semana para que se curase, incluso diez días si fuera necesario», destaca Sarroca. «Su problema es que tiene que utilizar permanentemente la zona dañada porque coge la raqueta con esa mano. Si no fuera el caso, se tiene que reposar y aplicar cremas curativas, además de protegerse con un vendaje. Y todo ello sin tocar nada. Es que es muy doloroso, muy molesto», añade.

Parches coloides

A Nadal se le ha visto reclamar asistencia médica en los tres últimos partidos, pero contra Federer lució un apósito mucho más pequeño para no perder el tacto. Son parches coloides que ayudan a la cicatrización y a disminuir el dolor. Se los cambia cuando pierden adherencia y entonces se le aplica yodo y un antiséptico en spray para limpiar la herida. Es fundamental que no se infecte para que no se alargue el problema.

«Se pierde muchísima sensibilidad por no decir toda, esa mano es prácticamente inútil», recuerda la doctora Sarroca, que insiste en la capacidad de Nadal para aguantar. «No todo el mundo podría y aún menos con su trabajo, teniendo que presionar continuamente el mango de la raqueta».

Nadal, mano de santo

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