TENIS
Pekín, otra vez el paraíso
enrique yunta
Fue en Pekín, donde la primera vez , instalado en la cima del tenis cinco años después de aquel verano de 2008. Rafa Nadal es, ya de forma oficial, número uno del mundo, el mejor, la raqueta más valorada del circuito después de alcanzar ... la final en la capital china. Era el requisito mínimo que se le exigía para recuperar la corona y él, como siempre, cumplió en este 2013 de excelencias. Es el Rey Nadal.
Queda lejísimos la imagen de aquel chaval desmelenado que asombraba con su brazo , un portento que se colgaba la medalla de oro después de derrotar en la final al chilno Fernando González. Su mérito, sin embargo, estuvo en aquellas semifinales memorables contra Novak Djokovic, subiéndose por las paredes para devolver el bombardeo del serbio en el momento decisivo. Eran dos jóvenes destinados a la gloria, los mismos que ahora dominan el mundo y que ahora se relevan en las alturas. Nadal tiene la corona que defendía Djokovic.
El lunes, el balear comenzará su semana 103 como número uno del mundo . Djokovic se ha quedado en las 101 y acepta que su íntimo enemigo mande desde ya, el premio a este curso asombroso. Nadal es el mismo tenista que se pasó siete meses y pico sin jugar desde el 28 de junio de 2012, aquejado de una rotura pacrial en el tendón rotuliano de la rodilla izquierda y de una hoffitis. Es el mismo que durante todo ese tiempo trabajó en la sombra, privado de hacer lo que más le gusta, competir. Es el mismo que se ilusionaba única y exclusivamente con volver a las pistas en condiciones, imposible imaginar que a estas alturas tendría diez títulos y estaría luchando por el undécimo.
Y ahora se ve en el paraíso, que vuelve a estar en Pekín . En el mismo escenario, donde la primera vez, pero cinco años más viejo. Durante todo este tiempo, Nadal se ha mantenido siempre entre los mejores porque es uno de los grandes, uno de los elegidos. Tiene trece grandes y jamás podrá olvidar su año. Es, con mucho, el más productivo de su carrera, una temporada a un nivel estratosférico y con el incalculable mérito de regresar después de tanto tiempo.
Pekín, otra vez el paraíso
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