WIMBLEDON
Murray, por fin héroe en Wimbledon
El escocés, brillante, supera con claridad a Djokovic (6-4, 7-5 y 6-4) y da una alegría a los británicos 77 años después de Perry
ENRIQUE YUNTA
Andy Murray, por fin, es británico a todos los efectos , consagrado en Wimbledon para felicidad de un pueblo eufórico. Andy Murray ya es campeón de Wimbledon después de vencer en la final a Novak Djokovic por 6-4, 7-5 y 6- ... 4 y entierra el fantasma de Fred Perry, que fue el último ganador local en la hierba de Londres. Desde 1936 a 2013 han pasado 77 años, demasiado tiempo para Gran Bretaña, así que Murray pasa a ser eterno. [Así lo hemos contado]
Sus lágrimas resumen la carrera de un jugador fantástico al que siempre se le exigió más que a nadie en Wimbledon. Murray era escocés en las derrotas y británico en el triunfo , pero se quedaba una y otra vez a las puertas, condenado a vivir en un segundo plano en la era dorada del tenis . Hasta que el año pasado conquistó los Juegos en las pistas del All England Tennis Club y luego el US Open, por fin Murray era grande. Ahora ya tiene el trofeo de su vida.
Es campeón de Wimbledon porque, sencillamente, fue muchísimo mejor que Djokovic en la final. El número dos del mundo gestionó mejor todas las situaciones decisivas, se adaptó a la peladísima hierba de la central y mantuvo la compostura desde el fondo . De hecho, la batalla pareció más un partido de tierra que otra cosa, descartado el saque-red y más con estos dos jugadores. [Las mejores imágenes de la final]
Djokovic estuvo extrañamente fallón , desdibujado desde su expresión corporal, enfadado entre resbalón y resbalón. El serbio, un portento físico, jugador de largo recorrido y con una entereza mental a prueba de bombas, se presentó tarde y mal, siempre a remolque de su rival y del calor de la grada. Wimbledon tenía claro a quién apoyar.
Porque Murray es más que un jugador de tenis. Es como un equipo de fútbol, algo inexplicable. Se enciende el All England Tennis Club cada vez que actúa su chico y la colina que lleva su nombre, la que está fuera de la pista, aglomera a miles de seguidores que se conforman con seguir el partido por una pantalla gigante. Y pagando, claro. Esta vez sí celebraron algo grande de verdad .
El primer ser se alargó durante una hora, una intensidad extraordinaria desde el primer peloteo . Pero fue más eso que espectáculo, pues tampoco el nivel era elevadísimo. Djokovic perdió el saque en el tercer juego, lo recuperó de inmediato y volvió a entregarlo en el séptimo de forma definitiva. Le devoró Murray sus 17 ganadores, pletórico el británico en esa faceta.
El número uno alteró el paisaje con su inicio del segundo set. Pareció despertar de la siesta y se puso 4-1, engañoso en cierto modo el resultado. Dominaba la situación, pero no desprendía sensaciones del todo convincentes ya que jugaba a trompicones. Confirmó esas dudas cuando perdió su saque con una doble falta y luego se le escapó el set entre gritos y enfados con el juez de silla y el ojo de halcón. El Djokovic de antes en estado puro.
A partir de ese momento, las estadísticas recordaban a Djokovic que nadie remontaba dos sets en una final de Wimbledon desde 1927 (Henri Cochet). O quizá el mensaje era para Murray, que se vio campeón antes de tiempo porque en la tercera manga se adelantó 2-0, tan cerquita el sueño de su vida. Se olvidó de que enfrente estaba Novak Djokovic, el mejor jugador del mundo.
El serbio reaccionó, una cuestión de orgullo y talento, y pasó del 2-0 al 4-2 y saque . El inesperado giro, sin embargo, no tuvo recorrido porque Murray se reenganchó entre las mil dudas de Djokovic, incomprensibles sus errores. Era el gran día del escocés y estaba dispuesto a aprovecharlo, 5-4 con servicio para conquistar el cielo.
Lo hizo a la cuarta , nervioso como un flan en las pelotas de partido anteriores. En tres sets, despachó al número uno, mucho más sencillo de lo que se intuía. En tres sets, enterró el fantasma de Fred Perry que tantos disgustos le ha dado en su carrera . En tres sets, pasaba a ser británico a todos los efectos. En tres sets, se coronó como el héroe de Wimbledon. Por fin, Andy Murray.
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