Nadal se lleva un buen susto

Se encendió París con el estreno del español y la Philippe Chatrier se preparaba para otra faena rutinaria del rey, muy desnivelada la batalla sobre el papel. Llegaba Nadal lanzado, seis títulos y dos finales más en 2013, 52 victorias de 53 partidos en Roland Garros, un depredador que jamás había perdido en la primera ronda de un Grand Slam en sus 33 apariciones anteriores. En el otro lado de la pista, un jugador poco conocido, un alemán de 25 años y con un palmarés por estrenar. La apuesta era clara, sencilla.

Pero Nadal descubrió que en Brands había una bestia indomable , 59 del mundo y gigante de casi dos metros que lanzaba bombas en cada intercambio. Se jugaba con las derechas y las del alemán dañaban muchísimo más, un golpe tremendo de arriba a abajo y que también compensaba con un servicio notable y con un revés a una mano muy aseado. Brands se presentó al planeta tenis con el partido de su vida, en el mejor escenario posible, y para su desgracia acabó en derrota.

Al cuarto del mundo le costó horrores entender el desarrollo del partido. No empezó mal, pero se le escapó la primera manga de forma extraña, penalizado por una doble falta en el momento más inesperado . Restaba casi en la grada, a unos seis metros de la línea de fondo, y sus impactos dejaban de tener valor. En 36 minutos, y aprovechando la única pelota de break de la que dispuso, Brands hizo historia al ser el primer jugador en ganar a Nadal el set inicial de un Grand Slam .

La imagen recordó a otros momentos agónicos con Nadal en la pista. Inevitablemente se pensó en Lukas Rosol, quien le eliminó en la segunda ronda de Wimbledon en 2012. Se habló de la primera ronda de Roland Garros ante John Isner , en donde tuvo que llegar al quinto parcial para seguir con vida, e incluso de su única derrota en París ante Soderling. Todos ellos con un mismo patrón, todos ellos cañoneros.

Seguramente la victoria contará como una más, pero pudo no llegar. Nadal seguía atrapado en el segundo set y era incapaz de encontrar una salida, castigado también por el revés de Brands. La Philippe Chatrier olía a sangre y se llenó ante el murmullo de la gente, tan asombrada con el germano como el propio Nadal.

El desenlace se entiende desde el tie break del segundo set. Nadal se vio acorralado con un inquietante 3-0 de entrada y a partir de ahí jugó con el poder de la mente, que tantas victorias le ha dado. Alteró la dinámica, hizo jugar siempre una bola más a su rival y cerró el parcial con un resto descomunal que celebró como si fuera un título, idéntica reacción a la de su tío y entrenador. Había vida, siempre la hay cuando está Nadal.

Se normalizó el encuentro cuando el zurdo rompió a Brands nada más empezar el tercero , por fin un soplo de aire fresco para afrontar la subida con un poco más de paciencia. El alemán, pese a todo, insistió y dispuso de pelotas de break, pero Nadal no quería más agobios, era suficiente para empezar.

Ganó porque tenía que hacerlo, porque se da por hecho siempre que compite el mejor en la tierra. Pero ganó con un sufrimiento anormal, pocas veces cuestionado en París. Brands (53 errores no forzados y 51 ganadores) ha sido el noveno en ganarle un juego en los Internacionales de Francia y le sirve esta partido para confirmar que el camino a su octavo Roland Garros está plagado de trampas . La primera la ha desactivado después de pasar un mal rato.